Resumen
El presente trabajo aborda algunos referentes teóricos sobre la evaluación y la autoevaluación en la clase de lenguas extranjeras. Se explica las funciones de la evaluación, su importancia en el proceso enseñanza –aprendizaje. Sobre las lenguas extranjeras se muestran los fundamentos metodológicos y didácticos de la clase y además se proponen algunas técnicas para facilitar la autoevaluación en la clase de inglés .
Introducción
En el transcurso de los últimos años, el tema de la evaluación ha alcanzado un protagonismo evidente hasta convertirse en uno de los aspectos centrales de discusiones, reflexiones y debates pedagógicos.
¿El motivo?… pocas tareas provocan tantas dudas, y contradicciones a los docentes, como las relacionadas con la evaluación y las actuaciones o decisiones asociadas a ella.
Dentro de nuestra normativa educativa, el término evaluación aparece por vez primera de un modo generalizado con la Ley General de Educación de 1970. Desde entonces su concepción se ha ido haciendo más compleja y provocando un mayor grado de confusión, paulatinamente, con su extensión a los diferentes ámbitos de la enseñanza.
Nuestra falta de tradición, unida a la ausencia de autonomía de los centros y de los profesores y, provocadas por una Administración Educativa fuertemente centralizada hasta 1990, se ha dejado sentir en la pobreza conceptual y metodológica, especialmente si nos comparamos con otros países de nuestro entorno, con una mayor historia y atención hacia este importante componente curricular.
Habitualmente, cuando se habla de evaluación se piensa, de forma prioritaria e incluso exclusiva, en los resultados obtenidos por los alumnos (evaluación del aprendizaje). Hoy en día éste sigue siendo en principal punto de mira de cualquier aproximación al hecho evaluador. El profesorado, los padres, los propios alumnos y el propio sistema, se refieren a la evaluación como el instrumento calificador, en el cual el sujeto de la evaluación es el alumno y sólo él, y el objeto de la evaluación son los aprendizajes realizados según objetivos mínimos para todos.
Esta concepción es una herencia del sistema tradicional que ponía énfasis en medir las adquisiciones o la mejora de las habilidades. Dada la importancia concedida a los resultados, el alumno justificaba la actividad docente únicamente como una forma para mejorar dichos resultados.
Es decir, el profesor justifica socialmente su función en la medida que acredita resultados -óptimos, por supuesto- de sus alumnos. Hoy la evaluación adquiere un nuevo sentido, superior a la mera recogida de datos, pero a la vez aparece como pieza clave imprescindible para que el profesor preste al alumno la ayuda necesaria, y en consecuencia, pueda valorar las transformaciones que se han ido produciendo. El profesor que realiza una programación tiene en cuenta la edad, capacidad y preparación del grupo con el que piensa realizarla, pero ha de descender a la personalización. La evaluación hace posible ese descenso de adaptar los programas a las singularidades de cada alumno.
Por tanto, la evaluación es ante todo, una práctica reflexiva propia del docente.
Pero sobre todo, no se circunscribe exclusivamente al ámbito del aprendizaje –léase el alumno-, sino que abarca todos los aspectos que intervienen en el proceso: alumno, profesor, sistema, etc.
Como parte integral del sistema de enseñanza-aprendizaje, la evaluación está condicionada por los objetivos, el contenido y los métodos, medios y formas de organización. Contribuye, de este modo, a establecer la dinámica del proceso que culmina con la elaboración de un juicio de valor sobre el grado de eficiencia alcanzado. En la concepción materialista de la historia, las distintas teorías pedagógicas, los sistemas de educación, la organización, el contenido, los métodos se determinan en última instancia por las condiciones de vida material de la sociedad, en cuyo desarrollo ejercen a su vez una influencia activa. Asimismo es preciso señalar que la evaluación ha estado en correspondencia con los métodos que históricamente se han utilizado en la enseñanza de lenguas extranjeras, nos referimos al método de gramática–traducción, el método de lectura, el método fonético, el psicológico el natural, el método audio-oral, el audiovisual y el método práctico-consciente de la pedagogía socialista.
Desarrollo
El carácter permanente de la evaluación permite comprobar con frecuencia los resultados de la evaluación del proceso docente y la convierte en guía orientadora de éste. De los resultados de la evaluación se derivan las líneas de acción que inciden sobre todos los elementos del proceso y constituyen a su vez el inicio de una fase nueva en la que se enriquecen y se reorienta la actividad docente.
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