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La importancia de la educación en el desarrollo de una cultura democrática en la Argentina


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Introducción
    3. Las condiciones culturales que gravitan en el desarrollo económico y político de un país. El deber ser
    4. La educación, el hábito lector y los desafíos de un nuevo paradigma
    5. escuela como espacio de construcción social
    6. Conclusión
    7. Bibliografía

    Resumen

    La educación tiene hoy un nuevo compromiso: desarrollar la cultura de la democracia. Las prácticas políticas de los ciudadanos actuales y de los futuros (niños y adolescentes), en una cultura cívico-democrática, deben tener un espacio reconocido y revalorizado socialmente no sólo en el aula, sino también en la cultura mediática y en las prácticas hogareñas.

    La existencia de sociedades competitivas en la producción y democráticas en lo político depende de la construcción de verdaderas políticas educativas que traspasen la barrera de la simple retórica preelectoral y se transformen en un auténtico  instrumento de cambio social.

    Educar en valores es  enseñar a construirse a sí mismo sin perder de vista el principio de alteridad, esencial para toda convivencia democrática.

     Por otra parte y,  desde una mirada prospectiva, la educación es la carta  que garantiza la viabilidad del desarrollo integral de una nación, a través de la actuación madura y reflexiva de sus actores.

    Introducción

    El desarrollo integral de las naciones puede ser concebido como un triángulo cuyos lados son el desarrollo económico, la democracia política y la modernidad cultural. Cada uno de esos lados influye sobre los otros en una suerte de interacción recíproca.

    "El desarrollo integral es un carruaje del que tiran tres caballos; una troika".(Grondona,2000, p.61)

    La palabra desarrollo conlleva en sí misma un matiz temporal, ya que de algún modo puede considerarse como un proceso continuo de actualización de aquellas potencias que los actores individuales y sociales pretenden alcanzar.

    Esas potencias están vinculadas estrechamente con aquellos valores que son la esencia de la condición humana.

    De este modo el desarrollo integral se lo puede definir como un proceso de humanización que debe gravitar en las tres aristas del triangulo: desarrollo económico, estabilidad política y cohesión social para lograr un equilibrio que esté en función del bienestar común y general de una nación.

    No son pocos los autores que han visto   este supuesto equilibrio como un desafío difícil de mantener  dentro de  las sociedades modernas.  Sin embargo, como docente, creo que en la Educación está la clave para  su permanencia.

       La Educación, dentro de un espacio democrático, es una práctica comunicacional       de construcción de sentidos y de transmisión de conocimientos y creencias. Establecer políticas públicas que revaloricen las instituciones educativas es una forma de pensar en el desarrollo integral y sostenido de un país.

    Las condiciones culturales que gravitan en el desarrollo económico y político de un país. El deber ser

    El desarrollo económico de un país supone un proceso incesante de acumulación que, a su vez, genera un sobrante, el cual se vuelve a reinvertir para generar mayor producción. Este mecanismo, básicamente, es lo que pone en marcha el plan de crecimiento en la economía de un país.  Un plan que debe fijar metas a largo plazo para que resulte eficaz.

    Sin embargo, en el desarrollo económico,  el gran dilema,  para muchos políticos y sociólogos,  es optar por la distribución o la inversión.

    Es sabido que  la inversión, al  generar  más productividad, también crea  más desigualdad, de modo que uno de los importantes  desafíos para los intelectuales de hoy es  tratar de equilibrar el desarrollo económico con la equidad social.

    En  las "Condiciones culturales del desarrollo", Mariano Grondona (Grondona, 2006, p. 150 – 152) dice que existen dos factores que permiten que, con la plenitud del desarrollo, bajen los niveles de desigualdad  social.

       El primero, específicamente económico: Aumentar el mercado interno, a través de la necesidad empresarial  de mejorar los salarios de sus trabajadores, a fin de convertirlos en consumidores y, de ese modo,  posicionar mejor sus productos en el Mercado.

      El segundo,  de índole política: La responsabilidad de los gobiernos democráticos de establecer una distribución justa y equitativa de los ingresos, en procura siempre de alcanzar el bienestar común y general.

    Por otra parte, visto el desarrollo económico como un proceso evolutivo,  puede estar, en alguno de sus diferentes estadios,   propenso a caer en ciertas desviaciones  a corto plazo  que obstruyan su directriz principal: acumulación – inversión.  Estas tentaciones son el ocio, el consumo excesivo, el desvío del sobrante, la competencia feroz y el dogmatismo. El ser víctima de estos atajos  produce una suerte de regresión al ciclo premoderno  enriquecimiento-empobrecimiento, con el que sólo se logra  obstaculizar el verdadero crecimiento económico.

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