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Biografías de físicos, químicos y biólogos

Enviado por Fhernando Pérez


Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Nicolás Copérnico
    2. Galileo Galilei
    3. Johannes Kepler
    4. Leyes de Kepler
    5. Evangelista Torricelli
    6. Wilhelm Röntgen
    7. Hendrik Antoon Lorente
    8. Pieter Zeeman
    9. Antoine Henri Becquerel
    10. Pierre Curie
    11. Philipp Eduard Anton von Lenard
    12. Albert Abraham Michelson
    13. Carl Ferdinand Braun
    14. Johannes Diderik van der Waals
    15. Wilhelm Wien
    16. Nils Gustaf Dalén
    17. Heike Kamerlingh Onnes
    18. Max von Laue
    19. William Henry Bragg
    20. William Lawrence Bragg
    21. Max Karl Ernst Ludwig Planck
    22. Johannes Stark
    23. Charles Edouard Guillaume
    24. Niels Henrik David Bohr
    25. Albert Einstein
    26. Biografías de químicos
    27. Christian B. Anfinsen
    28. Svante August Arrhenius
    29. Francis Aston
    30. Adolf von Baeyer
    31. Friedrich Bergius
    32. Carl Bosch
    33. Paul Delos Boyer
    34. Eduard Buchner
    35. Melvin Calvin
    36. Thomas Robert Cech
    37. Yves Chauvin
    38. Aaron Ciechanover
    39. Elias James Corey
    40. John Warcup 'Kappa' Cornforth
    41. Donald James Cram
    42. Robert Floyd Curl
    43. Peter Debye
    44. Otto Paul Hermann Diels
    45. Hans Fischer
    46. Sir Richard Owen
    47. Carlos Linneo (1707-1778)
    48. Karl R. von Frisch
    49. Humberto Maturana Romesín

    Biografías de físicos

    Arquímedes

    Hijo del astrónomo Fidias, quien probablemente le introdujo en las matemáticas, Arquímedes estudió en Alejandría, donde tuvo como maestro a Conón de Samos y entró en contacto con Eratóstenes; a este último dedicó Arquímedes su Método, regresó luego a Siracusa, donde se dedicó de lleno al trabajo científico.

    Durante el asedio de Siracusa por el general romano Marcelo, Arquímedes, a pesar de no ostentar cargo oficial alguno se puso a disposición de Hierón, llevando a cabo prodigios en defensa de su ciudad natal, pudiéndose afirmar que él sólo sostuvo la plaza contra el ejército romano. Entre la maquinaria de guerra cuya invención se le atribuye está la catapulta y un sistema de espejos y lentes que incendiaba los barcos enemigos al concentrar los rayos del Sol; según algunos historiadores, era suficiente ver asomar tras las murallas algún soldado con cualquier objeto que despidiera reflejos brillantes para que cundiera la alarma entre el ejército sitiador. Sin embargo, los confiados habitantes de Siracusa, teniéndose a buen recaudo bajo la protección de Arquímedes, descuidaron sus defensas, circunstancia que fue aprovechada por los romanos para entrar al asalto en la ciudad.

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