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Francisco Izquierdo Ríos y el lenguaje de los pájaros

Partes: 1, 2

    1. Intérprete y traductor de pájaros
    2. Filiación e identidad
    3. Querendón de su tierra y de su pueblo
    4. Ser maestro

    1. Intérprete y traductor de pájaros

    Francisco Izquierdo Ríos es cúspide de la literatura infantil y juvenil en el Perú. Una de las grandes cumbres, atalayas y montañas mayores de la palabra hecha naturaleza, devoción y ternura como debe serlo; y no artificio, distracción ni malabarismo verbal. Dice:

    En la punta de débil hierba he visto temblar el rocío. En un cristal tan pequeño caben el sol, el cielo y el río.

    Por eso, hay que leerle más en las escuelas, recrear sus cuentos y poemas en clases, representar sus obras en los proscenios, realzar su mensaje desafiante de adhesión a la vida fragorosa en los escenarios espontáneos de nuestras salas, patios y corredores.

    Hay muchos aspectos que destacar, relievar y comprometerse con ellos en la experiencia creadora y el ideario de la vida y obra de nuestro autor, pero quisiera poner hincapié en uno de ellos, aparentemente nimio frente a los grandes significados que él alienta y sostiene, banderas y pendones que erige y mantiene enhiestos como es su fidelidad a lo andino y nativo, al folclore, a la justicia social, a la escuela y a la literatura infantil y juvenil no como deliquio sino como conciencia y compromiso heroico con los seres humanos y los pueblos.

    El rasgo al cual me refiero es una curiosidad, fascinación y rareza que él presenta, cual es desentrañar el lenguaje de los pájaros, lo que ellos hablan o expresan en su gorjeo, porque la suya es una literatura poblada del canto de las aves, o más precisamente de su habla, porque en su obra ellos conversan sobre temas casi siempre hondos del destino:

    En las noches oscuras o en las noches de luna fluye de lo más hondo de la selva peruana un triste canto en quechua:

    Ayamamaaaaaaaaaaannnnnnnnn huishchurhuarcaaaaaaaaaaaaaaa…

    (Nuestra madre ha muerto y nos ha abandonado).

    Se cuenta que muchos viajeros, al oírlo desde las chozas de la soledad de los caminos, no pueden soportar tanta amargura y dan media vuelta hacia sus hogares, con las primeras luces del día.

    Son dos pajarillos que así cantan, y que antes fueron niños, según la leyenda… Y hasta hoy nadie ha podido verlos.

    Por si acaso, este aspecto es muy distinto a poner en boca de los animales lo que pensamos y queremos decir los hombres, como ocurre en las fábulas en donde parlotea el gato, el asno, los zorros y todo ser animado o inanimado que se encuentre.

    En el caso de Francisco Izquierdo Ríos es otro el asunto, el sonido del canturreo de los pájaros dice algo, principalmente en correspondencia a la fonética de los idiomas originarios.

     

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