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Recuerdos no olviados(Segunda parte)


Partes: 1, 2, 3

  1. Mi visita a la radio rebelde en "Alto de Conrado"
  2. Los primeros de RR
  3. El regreso
  4. El 9 de abril: un disco subversivo
  5. Como burlamos a la censura
  6. No resultó necesario
  7. Por qué Radio Rebelde
  8. Una transmisión radial inusitada
  9. La gran prensa en la Cuba de antes
  10. Crónica social y crónica roja
  11. La SIP: la OEA del periodismo continental
  12. Nociva influencia de las agencias noticiosas AP y UPI
  13. Otra fuente de ganancia y engaño: las rifas y premios
  14. Las llamadas "ediciones especiales": otra fuente de lucro
  15. Los periodistas
  16. El triste legado del "Diario de la Marina"
  17. Referencias bibliográficas

Fue un mediodía del mes de marzo de 1958 en el campamento rebelde de la Mesa, a cerca de 3 mil pies de altura, en plena Sierra Maestra.

En la Mesa – luego me dijeron que Camilo (Cienfuegos) la bautizó como la Pata de la Mesa por su estratégica configuración topográfica – el Che creó el primer complejo industrial de la Revolución.

Polo Torres, también llamado el Capitán Descalzo, pues nunca usaba zapatos, con una planta endurecida como piedra. Éste le sirvió al Che de Mensajero, recolector de armas y abastecimientos y como práctico.

Polo ofreció datos interesantes sobre el campamento, el Che y como se incorporó a su tropa, en un reportaje del periodista Juan Luis Aguilera, publicado en la revista "Verde Olivo" en su edición del 14 de octubre de 1982. Aquí reproducimos algunos fragmentos:

"Nací en Rancho de Guá, donde mis padres tenían una finca. Un buen día, después de recolectar la siembre, me fui; tenía muchos deseos de tener algo mío, de trabajar lo mío y sudar la tierra. Cogí rumbo a María del Portillo y embarqué en un barquito llamado "La Fe" El capitán me iba diciendo los nombres de todos los lugares por donde pasábamos hasta llegar a la desembocadura del río "La Mula". Y me puse a pensar: yo soy medio mulo y el río que se llama "La Mula", creo que vamos a andar bien los dos. Le pagué y bajé a tierra en una chalupa.

Polo sigue relatando al periodista:

"Dos días enteros caminé loma arriba hasta llegar a un lugar donde había monte nada más. Di un rodeo por la zona y escogí el sitio para hacer mi finquita. En aquel tiempo eran montes muy lindos, llenos de jagüeyes, yamagüas, algunos cedros y muchos otros árboles diversos; abundaban las jutías, perros y gatos jíbaros. Mi único vecino era un haitiano que nunca salía de su choza"

El Che concibió el campamento, lo dirigió y organizó. Cuando nos vimos en El Hombrito me dijo que buscara un lugar seguro para construir un hospital. Le propuse de inmediato La Mesa porque sabía que le gustaría. Yo tenía allí sembrada malanga, ñame, plátano marteño y café. Una de las características de La Mesa y que fue muy bien aprovechada por el Che, era que las instalaciones bien distribuidas, no permitía visualizarlas todas a la vez, desde un mismo punto. Cuando se veía el hospitalito, las demás quedaban ocultas por las variaciones del terreno y la vegetación. Otra ventaja estratégica es que la entrada al campamento era muy difícil, pese a tener tres entradas. El ejército de la tiranía nunca pudo llegar hasta allí. Los casquitos decían por la radio al Che, que les esperara allí para tomar café. Pero nunca recibimos a esos desagradables invitados"

En varias ocasiones los aviones batisteros pretendieron destruir el campamento y lanzaron bombas de gran potencia. Pero no hicieron daño alguno ya que caían muy lejos dado que los aviones no podían bajar en picada para dejar caer su mortífera carga, pues siempre tenían una loma enfrente. Eran las patas de una mesa vuelta al revés.

La Mesa, gracias al esfuerzo de campesinos y rebeldes se convirtió gradualmente, bajo la dirección personal del Che, en una valiosa zona industrial para la guerrilla, en plena Sierra Maestra. Al frente del hospital estaba el médico Sergio del Valle; en la armería, Oris Zaldívar; en la panadería, Ibrahim Mendoza; en la imprenta Lionel y Ricardo Martínez, éste último se convertiría más tarde en uno de los primeros locutores de Radio Rebelde, junto con Orestes Valera. También se crearon una talabartería, hojalatería, una pequeña tienda, una cárcel y una carpintería. Y para completar, una escuela, que no podía faltar en una obra del Che.

El campamento se creó con el mejor aprovechamiento de sus condiciones naturales. La escuela constituía el centro y alrededor de ella surgieron las demás instalaciones. La hojalatería estaba a unos 300 metros; la armería a mi; la emisora Radio Rebelde, en el Alto de Conrado, a unos 500 metros en la parte más elevada; la talabartería a 200 metros aproximadamente; la imprenta a 7; la cárcel a 150 y la tienda y panadería a unos 300 metros. El hospital, muy bien resguardado, se construyó a unos 600 metros. Pese a no contar este ni siquiera con los más elementales recursos materiales, allí se salvaron muchas vidas valiosas de combatientes, algunos operados personalmente por el Comandante Guevara. Indudablemente que las instalaciones estaban muy bien distribuidas, lo que permitía en caso de un ataque de los casquitos, organizar la defensa desde cada una de las posiciones y disponer el repliegue en caso necesario a nuevas posiciones que resultaban inexpugnables.

Todos coincidían en afirmar que la disciplina era muy severa en el campamento y el primero que daba el ejemplo era el Che.

Partes: 1, 2, 3
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