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Las siete iglesias del Apocalipsis: "Esmirna"

Enviado por Julio C. Torres


Partes: 1, 2

    1. Introducción
    2. Una iglesia floreciente
    3. La Iglesia de Esmirna

    APOCALIPSIS 2:8- 11

    Introducción:

    La iglesia de Esmirna era una iglesia muy perseguida en una ciudad rica que tenía poco tiempo para los cristianos. La ciudad en sí, fundada alrededor de tres siglos antes de Cristo, fue un logro bien planeado de Alejandro Magno. Era el centro comercial de Asia menor, y se encontraba en la ruta directa del comercio que mantenía India y Persia con Roma. La gran variedad de monedas encontradas por los arqueólogos en la ciudad, indica muy claro que era una ciudad rica. El segmento judío de la población parece que no fue religioso y además muy descuidado con relación a las cosas espirituales. Se conoce muy pocos detalles específicos acerca de la historia de la iglesia de Esmirna aparte de los que se dan aquí en el libro de Apocalipsis. Sin embargo, se puede deducir con acierto que fue una iglesia muy fiel durante el periodo de persecución. A partir de este relato, las conocidas características de las condiciones de la iglesia de Esmirna indican que en el día del juicio de Cristo esta iglesia será uno de los cuerpos locales del creyente más sobresaliente de toda la historia de la iglesia.

    El periodo de la historia de la iglesia de Esmirna es muy probable que haya sido el tiempo de mayor persecución que jamás conoció la iglesia de Cristo. Satanás desató un violento ataque contra la iglesia en un esfuerzo por destruirla, porque se dio cuenta que la iglesia Apostólica, debido a su fiel predicación del evangelio, se convirtió en una seria amenaza para su imperio mundial. A través de un estudio de la historia de la iglesia es fácil ver que no tubo éxito en su intento, porque Dios le dio la vuelta a los planes y satanás aprendió una lección valiosa. Cuanto más perseguía a la iglesia durante ese periodo, esta, más se sobreponía a la única característica condenable de la era apostólica: el haber perdido el primer amor. Cristo no tiene una sola palabra de condenación para esta iglesia. A raíz de esto, Satanás aprendió un gran secreto: ¡La persecución no aparta a la iglesia de Cristo! Por lo tanto, al final de esta era amainó la persecución. Entonces Satanás usó la que resultó ser una de sus armas más efectivas para debilitar a la iglesia, la de la indulgencia y la aprobación.

    Algunas de las persecuciones de esta era:

    Tal como lo predijo el Señor en el versículo 10: «Sufrirán persecución durante diez días». La iglesia en esta era vivió ocho de los diez periodos de persecución bajo los emperadores romanos:

    Nerón

    54- 68 d. C

    A Pablo lo decapitan y a Pedro lo crucifican.

    Domiciano

    81- 96 d. C

    Exilian a Juan

    Trajano

    98- 117 d. C

     

    Marco Aurelio

    161- 180 d. C

     

    Severo

    193- 211 d. C

     

    Maximino

    235- 238 d. C

     

    Decio

    249- 252 d. C

     

    Valeriano

    253- 260 d. C

     

    Aureliano

    270- 275 d. C

     

    Diocleciano

    284- 305 d. C

     

    A Diocleciano se le considera el peor emperador en la historia romana y el mayor antagonista de la fe cristiana. Condujo un violento intento para tratar de borrar la Biblia de la faz de la tierra. Bajo su liderazgo, muchas ciudades romanas quemaron en público las Sagradas Escrituras.

    Durante el segundo y tercer siglo, esta era de persecución vio a cientos de cristianos entrar al anfiteatro romano para que lo devoraran leones hambrientos mientras miles de espectadores vitoreaban. A muchos los crucificaban, a otros los cubrían con pieles de animales y los arrojaban a perros salvajes que los torturaban hasta la muerte. Los cubrían de brea y les prendían fuego para que sirvieran como antorchas. Los hervían en aceite y los quemaban en hogueras, suerte que corrió Policarpo en la ciudad de Esmirna en el año 156 d. C. Un historiador dedicado a la historia de la iglesia estimó que durante este periodo, cinco millones de cristianos fueron martirizados por causa del testimonio de Jesucristo.

    Una iglesia floreciente:

    Partes: 1, 2
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