Aun cuando la institucionalización de los Cultural Studies tiene lugar con la creación, en 1964, del Centro de Investigaciones de Birmingham (CCCS), hay que tener en cuenta el proceso de maduración iniciado casi una década antes por quienes constituyen sus tres padres fundadores, que, al igual que los mosqueteros de Dumas, sumaban en realidad cuatro (Mattelart y Neveu, 2002: 27), pues hay que incluir a Stuart Hall, quien se convierte en director del CCCS en 1969, labor que realiza durante dos lustros.
Ahora, como alertan los autores citados, reducir los Cultural Studies a la obra prometeica de un cuarteto excepcional equivaldría, en el ámbito de las ideas, a un acomodo a las mitologías que explican las innovaciones técnicas por la actuación de inventores geniales. Siguiendo a Mattelart y Neveu, debemos considerar a los "Founding Fathers" más allá de su contribución teórica, como los constructores de redes que posibilitan la consolidación de nuevas problemáticas y como las encarnaciones de dinámicas sociales que afectan a amplias fracciones de las generaciones nacidas entre finales de los años treinta y mediados de los cincuenta.
Génesis
Aunque como dice Grandi (1995) es una costumbre unánimemente aceptada situar la génesis de los Estudios Culturales en el periodo de la posguerra británica, si echamos una mirada un poco más atrás, podemos ver junto con Mattelart y Neveu (op.cit:25) un antecedente cierto en los esfuerzos de Frank Raymond Leavis (1895-1978) por introducir los "estudios ingleses"[1] entre las asignaturas de las universidades de Oxford y Cambridge, convirtiéndose en artífice de esta iniciativa de gran importancia porque como señalara Terry Eagleton, teórico de los estudios literarios y culturales: "si las masas no reciben algunas novelas en la cabeza, corremos el riesgo de que nos tiren algunos adoquines" (citado en op.cit.: 25).
No es hasta el periodo de entreguerras cuando se establecen realmente estos estudios, y en 1932 es fundada como órgano de expresión del movimiento leavisiano, la revista Scrutiny[2]convertida en el centro de una cruzada moral y cultural contra el "embrutecimiento" practicado por los medios de comunicación social y la publicidad, sin embargo, Eagleton enjuicia con severidad el balance de esta publicación y su fe incondicional en la capacidad de los nuevos educadores para frenar la "degeneración de la cultura", aunque reconoce algo indiscutible: que crea efectivamente estos estudios culturales en Inglaterra.
No obstante, se queja de que no explote la posibilidad de explicar a los niños que, "si la publicidad y la prensa popular existen bajo su forma actual, no es sino por motivos de ganancias. La cultura de masas no es la consecuencia inevitable de la sociedad industrial, sino el fruto de una forma especial de industrialismo, cuya organización de la producción se orienta más hacia los beneficios que hacia el uso y que se interesa más por lo que resultará factible vender que por lo que posee un auténtico valor". (Eagleton, 1994, citado por Mattelart y Neveu, 2002: 25)
Los leavisianos adoptan una postura hacia el entorno industrial de la cultura que no es asombrosa ni única. Casi simultáneamente, Paul Valéry denuncia en Francia la publicidad, a la que considera como uno de los grandes males de este tiempo; Georges Duhamel se refiere a una empresa que llama coercitiva y embrutecedora, un parásito, un factor de frustración permanente; en Italia, el Premio Nobel Luigi Pirandello arremete contra el "americanismo" y sus productos cinematográficos, entre otras reacciones adversas frente a las consecuencias alienantes de los medios de comunicación masivos y a lo que luego los integrantes de la Escuela de Francfort denominarían "industrias culturales".
Eagleton aclara que la cultura de masa no es la consecuencia inevitable de la sociedad 'industrial', sino el fruto de una forma particular de industrialismo, cuya organización de la producción se orienta más hacia los beneficios que hacia el uso, y se interesa más por lo que podrá venderse que por lo que posee un valor auténtico.
Francfort: una parada necesaria
Fundado en 1923, el Instituto de Investigaciones Sociales de Francfort se concentró, en una primera época, fundamentalmente en indagaciones sobre la integración social, pero al tomar posesión Max Horkheimer como su director, en 1931, expuso el concepto de teoría crítica frente a teoría tradicional, y el objetivo de su mandato de realizar "estudios interdisciplinarios de las sociedades post-liberales" (citado en Vidal, 2006:49)
La teoría crítica se propone, como muy bien sintetiza Vidal (op.cit: 49), brindar una visión de la sociedad que implique un enjuiciamiento crítico de la propia valoración científica, y los postulados metodológicos parte de los cuales provienen de la obra de Marx: el principio de la totalidad social; el principio de analizar los fenómenos sociales y hacer referencia a las fuerzas sociales que los determinan, y el principio del carácter histórico concreto del hecho investigado y del perceptor del hecho.
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