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Oferta alimentaria: Los consumidores y sus expectativas

Partes: 1, 2

    Publicación original: Acta bioeth., 2001, vol.7, no.2, p.213-223. ISSN 1726-569X.

    Artículo reproducido con la autorización de los editores de Acta Bioethica, ISSN 0717 5906, publicación semestral destinada preferentemente a profesionales de las distintas representaciones de la Organización Panamericana de la Salud, OPS/OMS y a otros especialistas de diversas profesiones, en todo el mundo, interesados en el diálogo bioético.

    http://www.uchile.cl/bioetica/

    Resumen: En un siglo de progresos significativos en salud para una gran parte del mundo, lo último que los consumidores podrían haber esperado al finalizar el milenio es que los antiguos problemas de seguridad alimentaria se vieran intensificados por la introducción de nuevos métodos y de la aplicación de nuevas tecnologías en la agroindustria. Los consumidores y los ciudadanos en general han reaccionado con indignación por el riesgo al que han sido expuestos por el gobierno y los expertos. Aunque presentadas como opciones con base estrictamente científica, muchas de las decisiones relativas a la seguridad alimentaria y al comercio de alimentos a niveles nacionales o internacionales contienen un significativo elemento de interés ético, muchas veces no identificado o ignorado.

    Palabras clave: nocividad, regulación del consumo alimenticio, Asociaciones de Consumidores, Política, Democracia

    Abstract: In a century of significant improvements in health for many in the world, the last thing consumers expected at the close of this millennium was that the old problems of food safety would be intensified due to the introduction of new methods and technologies in the agri-business domain. Consumers and citizens have often reacted angrily at the risk that governments and experts have been willing to expose them to. While presented as decisions based solely on science, many of the decisions taken about food safety and food trade, at national and international levels, have a significant ethical element – most of the times unidentified and/or ignored.

    Keywords: harmfulness, food consumption regulation, Consumer Associations, politics, Democracy

    Resumo: Em um século de significativos progressos para a saúde de uma grande parte do mundo, o que menos poderiam os consumidores esperar ao finalizar o milênio era o fato de que antigos problemas de segurança alimentar sofressem acentuação como resultado da introdução de novas tecnologias agro-industriais. Os consumidores e os cidadãos, de um modo geral, reagiram com indignação ante o risco que são expostos por iniciativa do governo e especialistas. Ainda que apresentadas como opções viáveis e calcadas em base estritamente científicas, muitas das decisões relativas à segurança alimentar e ao comércio de alimentos em níveis nacionais e/ou internacionais contém significativos elementos de interesse ético, muitas vezes não identificados ou, até mesmo, ignorados.

    Palavras chaves: nocividade, regulação de consumo alimentar, Associações de Consumidores, Política, Democracia

    INTRODUCCION

    Las expectativas que se hacen los consumidores respecto a la oferta alimentaria no pueden sorprender a nadie que haya pensado un poco el asunto. Aparte de su accesibilidad, los consumidores también suponen que lo que compran debe ser seguro y nutritivo. Muchos consumidores agregarían, además, que les interesa que los métodos de producción sean seguros para la salud humana y el medioambiente. Estas son afirmaciones simples y son afirmaciones éticas donde subyace un sinnúmero creciente de preocupaciones por el incremento de la influencia de los grandes intereses comerciales, muchos de los cuales son a escala global.

    Del mismo modo también son bastante sencillas las expectativas de los consumidores en cuanto a cómo sus gobiernos (así como las respectivas agencias internacionales) debieran comportarse en el manejo de las normas y de los estándares de los alimentos, incluso bajo la presión de intereses comerciales.

    Aun sin expresarlo con las mismas palabras los consumidores manifiestan su interés en que el gobierno regule apropiadamente en beneficio de los ciudadanos, para asegurar así un alimento seguro, que sean estrictos y vigilantes en el reforzamiento de las leyes, y que sean cautos frente a la introducción de nuevas tecnologías aún no probadas en la elaboración de alimentos. Después de todo, es para la seguridad, la salud pública y la protección de los consumidores que los gobiernos han legislado sobre seguridad alimentaria1.

    En los últimos veinte años, los consumidores organizados que defienden sus intereses se han sentido algo desilusionados con sus gobiernos (así como con las agencias internacionales) y con los compromisos que aquéllos han suscrito. Algunos gobiernos han sido mejores que otros y algunas discusiones mejor que otras en los distintos foros internacionales. Sin embargo, existe una gran sensación de que los principios han sido abandonados en favor de los intereses comerciales.

    PRECAUCION

    El punto principal para poder mejorar el comportamiento de los gobiernos y de las agencias internacionales consiste en la capacidad de poner en contexto los parámetros de las decisiones políticas. Brevemente, la posición del consumidor antes mencionada sugiere que la postura ética de los gobiernos y agencias internacionales en sus deliberaciones sobre normas alimentarias debiera ser "precautoria". Desde una perspectiva moral, la conducta "precautoria" debiera ser observada tanto en relación con los seres humanos como con respecto al medioambiente.

    En el nivel más simple, el principio de precaución dice que la política pública moralmente correcta donde exista incertidumbre sobre los efectos que pueda tener determinado proceso o producto -ya sea para la salud humana o para el medio ambiente– consistiría en demorar la aprobación de cualquier nuevo proceso o tecnología hasta que haya más certidumbre disponible, con el fin de eliminar o disminuir el peligro a un mínimo y como expresión de una posición precautoria.

    El principio precautorio ha provocado grandes debates académicos y ha tenido tanto buena como mala prensa. Mucho se ha discutido sobre la búsqueda de definiciones aceptables. Gran parte de la discusión se ha centrado en la distinción entre precaución y evaluación de riesgo. La posición del consumidor, en general, sostiene que la evaluación de riesgo es una herramienta técnica que necesita ser situada dentro de un marco más amplio de toma de decisiones, dentro del cual el principio de precaución oriente la recolección de información y la selección de las herramientas de evaluación y de las políticas preventivas. En otras palabras, la consideración que el principio de precaución es un principio general y no un derivado de la evaluación de riesgo2.

    Para el consumidor queda claro, después de medio siglo de experiencia con las políticas de salud y medioambiente, que es necesario un fuerte y claro enfoque precautorio y preventivo. Lisa y llanamente se han cometido demasiados errores por la carencia de estos principios. Cambiar todo esto significa no sólo un cambio de conducta y de actitud de parte de los gobiernos, sino también una revisión de los roles de la ciencia y de la política en la salud medioambiental y en el comercio internacional3. El punto es, entonces, asegurar que la toma de decisión refleje mejor la necesidad de prevención y dé cuenta de las limitaciones de que adolece nuestro conocimiento.

    La oposición más significativa contra el principio de precaución viene desde la perspectiva industrial, la que, básicamente, argumenta que "el comercio no debe ser ralentizado mientras se demuestre que todo es seguro" o, a un nivel más sofisticado, "que no hay razón para que un producto o proceso sea restringido hasta que no se haya demostrado que no es peligroso" – esencialmente lo contrario del onus probandi y una posición básicamente anti-precautoria. Extremando las cosas, se argumenta que las naciones no tienen derecho a proteger a sus ciudadanos a menos que se demuestre concluyentemente el riesgo y que el costo que implica demostrar las fallas de seguridad no recaiga sobre los que proponen la tecnología sino sobre el Estado que busca la protección ciudadana. Desde el punto de vista del consumidor, ésta es una postura antiética que sólo llevará a resultados trágicos e irreversibles para la gente y el medioambiente.

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