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El Ejercicio Físico en la Rehabilitación Cardiaca


Partes: 1, 2

    1. Cuando duele el corazón. ¿cuál es la situación y las necesidades del paciente con cardiopatía en el mundo de hoy?
    2. Programas de rehabilitación cardiaca y prevención secundaria
    3. Medicamento: ejercicio físico
    4. Componentes, enfoque multidisciplinario
    5. Limitaciones de los programas de rehabilitación cardiaca
    6. Aspectos de la rehabilitación cardíaca hospitalaria
    7. Fases del programa
    8. Componentes de las áreas de rehabilitación cardíaca
    9. Programas de rehabilitación cardíaca domiciliaria
    10. Consejos para hacer ejercicios con una insuficiencia cardiaca
    11. Indicaciones para realizar ejercicios con una insuficiencia cardiaca
    12. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    El desarrollo de los programas de rehabilitación cardíaca (PRC) en pacientes coronarios es secundario a un cambio de mentalidad de los cardiólogos como consecuencia del mejor conocimiento de los efectos del ejercicio físico en sujetos sanos, atletas y cardiópatas, así como del bajo riesgo de estas pautas terapéuticas. Aunque el ejercicio físico ya era aconsejado por Asclepíades de Prusa (124-40 a.C.) en la antigua Greciay posteriormente por W. Heberden, la descripción clínica del infarto agudo de miocardio (IAM) hecha por Herrick en el año 1919 y los estudios anatomopatológicos de Mallory et al, que demostraron que son necesarias seis semanas para que el tejido necrosado se transforme en cicatriz firme, parecían concluir que el reposo prolongado era necesario en la convalecencia del IAM. Durante la primera mitad del presente siglo los enfermos con necrosis aguda miocárdica permanecían en cada durante seis u ocho semanas, en sillón durante seis semanas, y no podían subir pequeños tramos de escalera en, al menos, un año. La vuelta a una actividad sociolaboral normal era excepcional, siendo una constante el que existiera invalidez psicofísica en mayor o menor grado. A partir de los años cuarenta proliferan los estudios de investigación clínica en los que se demuestra una distinta incidencia de enfermedad coronaria entre los sujetos activos y los sedentarios, así como los efectos nocivos del reposo prolongado. Por otro lado, los estudios experimentales realizados por autores escandinavos y americanos permiten un perfecto conocimiento de los efectos del ejercicio físico en individuos sanos y en cardiópatas. Por todo ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los años sesenta y en diferentes boletines aconsejaba la creación de estos Programas de Rehabilitación Cardíaca, definiéndolos como "el conjunto de actividades necesarias para asegurar a los cardiópatas unas condiciones físicas y sociales óptimas que les permitan ocupar por sus propios medios un lugar tan normal como les sea posible en la Sociedad". Estos programas están muy desarrollados en el mundo occidental y en la mayor parte de las naciones de Europa del Este. No ocurre lo mismo en España ya que, según datos del Grupo de Trabajo de Rehabilitación Cardíaca de la Sección de Cardiología Preventiva y Rehabilitación de la Sociedad Española de Cardiología, existen muy pocos centros con este tipo de terapéutica a nivel público y privado, y se rehabilitan menos del 2% de los pacientes posibles.

    Las indicaciones de la Rehabilitación Cardíaca son muy amplias y deberían ser también aplicadas a sujetos sanos con factores de riesgo u otras patologías.

    Las contraindicaciones para efectuar los PRC se han visto reducidas con el paso del tiempo gracias al mejor conocimiento de los resultados y peligros inherentes a la práctica del ejercicio. Las que podrían considerarse absolutas se reducen a los aneurismas disecantes de aorta y a las obstrucciones severas del tracto de salida del ventrículo izquierdo. Otras patologías (neumonía, intercurrentes, arritmias graves, persistencia de dolor anginoso, insuficiencia cardíaca, etc.), en la mayoría de los casos, sólo pueden ser consideradas contraindicaciones relativas o temporales, ya que desaparecerán cuando se controle el proceso, aunque en muchos casos obligarán a controles más cuidadosos.

    En los pacientes coronarios, el objetivo prioritario de mejorar la calidad de vida se complementa con medidas que buscan la prevención secundaria de la enfermedad, en un intento de disminuir la morbimortalidad de la misma. Es por ello que los programas de rehabilitación coronaria (PRC) incluyen pautas de actuación a nivel físico, psicológico y de control de factores de riesgo.

    Con el advenimiento de nuevos métodos más sensibles y precisos de evaluación del paciente, el diagnóstico cardiológico se ha vuelto mucho más certero. Los servicios de rehabilitación cardiaca ofrecen programas a largo plazo de evaluación médica, prescripción de ejercicio, modificación de factores de riesgo, educación y asesoría de los pacientes

    La principal causa de muerte a nivel mundial son las enfermedades cardiovasculares (CV). En las últimas décadas los avances científicos y técnicos dentro de la práctica de la cardiología han sido enormes. Con el advenimiento de nuevos métodos de evaluación del paciente, más sensibles y precisos, como son los estudios de eco cardiografía, cateterismo cardiaco, estudios de perfusión coronaria y de imagen y los análisis bioquímicos, el diagnóstico cardiológico se ha vuelto mucho más certero [1].

    Aunado a ello, se han desarrollado nuevas medidas terapéuticas como la reperfusión miocárdica mediante trombolisis, angioplastia y la cirugía con colocación de hemoductos venosos o arteriales al árbol coronario. Otros avances importantes han sido realizados en el terreno de la actividad eléctrica del corazón con el diagnóstico más preciso de las arritmias por medio de los estudios electrofisiológicos y el tratamiento de las mismas, ya sea con intervencionismo (ablación endocárdica) o mediante el uso de modernos medicamentos antiarrítmicos [1], e incluso algo que otrora parecería salido de una novela de ciencia ficción pero es casi una realidad: la terapia génica. Esto ha disminuido la mortalidad por infarto del miocardio en forma considerable. Por ejemplo, en Francia reportan un descenso del 28% en la mortalidad de este grupo de pacientes entre los años 1985 y 1991[2].

    El sólo hecho de que haya salvado la vida, le genera esperanza. Vemos cada vez más pacientes que han sorteado con éxito ese trance, pero se enfrentarán en los siguientes meses a una situación que nunca se esperaron [1].

     

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