- Educación
- Comunidad
- Lenguaje y emociones: conversaciones
- Biología del amor
- Inteligencia
- La tarea de educar
- Conclusiones
- Referencial bibliográfico
Este texto muestra nuestra reflexión personal suscitada por la resonancia que tuvo en nosotros la lectura de algunos escritos del biólogo chileno Humberto Maturana (1990, 1995, 1997, 1999 y 2001). Citar es citarse. Por lo tanto siempre hablaremos ‘desde nosotros mismos’, porque al hacerlo develamos nuestra historia personal y la emoción desde la cual conversamos. Cuando hablamos desde nosotros mismos, no decimos lo que decimos con una fundamentación ajena a la aceptación de lo que decimos. Lo decimos y somos nosotros los que nos adueñamos de eso. Hablamos desde nosotros y por lo tanto lo que decimos nos compromete y nos revela, y creemos que eso da confianza a quien nos escucha.
Nos seduce el pensamiento de Humberto Maturana en sus implicancias para la educación en general y la educación preescolar en particular. La comprensión de lo humano requiere la comprensión de la dinámica biológica que lo origina. Tenemos que entender los fundamentos biológicos del saber y el aprender para expandir nuestra comprensión de lo que ocurre en el proceso educativo y las consecuencias que tiene ese proceso para la vida humana.
Cuando hablamos de educación nos referimos a la transformación de nuestros niños en su convivencia con nosotros los educadores u otros adultos. Esto ocurre en un ámbito relacional que debe ser aceptado como legítimo y adecuado para que ellos surjan como adultos que llegarán, en el futuro, a repetir el mismo ciclo con sus hijos.
La educación (incluida la preescolar), es un proceso de transformación humana en la convivencia. Con esto queremos decir, que ocurre en todas las dimensiones relacionales del vivir del niño, tanto en los espacios privados de la familia o del jardín infantil, como en los espacios públicos de la calle y el barrio.
La educación es un proceso en el que tanto los niños como los educadores cambian juntos en forma congruente, en tanto permanecen en interacciones recurrentes. De modo que los niños aprenden a vivir en cualquier dominio de vida donde sus maestros los encaminen.
La educación es un proceso de transformación de vida que sigue un curso definido por la manera de vivir de los padres y educadores. En este proceso, el niño se transforma en un tipo de ser humano u otro según el tipo de experiencias vividas recurrentemente con sus padres y educadores.
En nuestra opinión, la tarea central de la educación es prestar atención, fomentar y guiar a los niños en su crecimiento como seres humanos responsables social y ecológicamente, conscientes de que se respetan a sí mismos y a los demás.
Los valores deben ser vividos en todo instante en el proceso educativo, y no ser enseñados como nociones abstractas o acciones independientes. Los valores tienen que ver con el dominio de las emociones, no de la razón, y en particular con el dominio del amor, que es la emoción que hace posible la convivencia social.
Hablamos de comunidad, pero ¿qué es una comunidad?. Podemos mirar una comunidad como una red de procesos, actos, encuentros, conductas, emociones, técnicas,… que configuran un sistema de relaciones, un modo de convivir que penetra todos los aspectos del vivir de los niños.
Maturana señala que en el origen de la humanidad, y en las tempranas culturas, no había educación como una actividad especial en la vida de los niños que crecían dentro de la comunidad. Los niños aprendían todas las prácticas y dimensiones relacionales de su vida como miembros de la comunidad humana a la cual pertenecían, viviendo todas sus dimensiones en su vida diaria.
En nuestra cultura los niños viven separados de la comunidad a la cual se supone pertenecen, pasando la mayor parte de su tiempo en el jardín infantil o en un lugar especial para niños pequeños. Esto ocurre precisamente en el periodo de sus vidas en que debieran estar creciendo como seres humanos bien integrados, socialmente conscientes y ecológicamente alertas al participar en la vida de su comunidad. Es por ello queen nuestra planificación diaria consideramos la participación de los niños en actividades que los hagan sentir parte de su comunidad, que la conozcan y la valoren.
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