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Sobre la felicidad en el arte y el fenómeno estético

Enviado por David Rengel


Partes: 1, 2

    El presente ensayo tiene como finalidad relacionar el libro de El viaje a la felicidad con los conceptos pertenecientes a otros autores (Walter Benjamín, Bayer, Groys, Kant, Hume, entre otros) y con el film Teorema de Paolo Passolini. Así mismo se propone extraer ciertas conclusiones generales sobre el fenómeno estético. El método aplicado será el siguiente: primero se relacionarán ideas claves de El viaje a la felicidad (de Punset) con las ideas que conceptualmente estén relacionadas dentro de lo que son las ideas pertenecientes a esos otros autores. Luego se extraerán conclusiones de estas relaciones, después se interpretará el film y se ligará con las correspondencias que se le encuentre en el libro de Punset o en las ideas de los otros autores y finalmente se extraerán conclusiones generales. Para eso dividiré el área del desarrollo en 2 partes. Se usará entonces el saber científico proporcionado por Punset como un filtro, a pesar de que, como decía Lyotard, estamos en la época del fin de los meta-relatos (relatos que legitiman otros relatos) y el saber científico no es sino un saber parcial. Y pues sí, es parcial; pero es no obstante el más fiable de los saberes, de allí mi decisión de usarlo como filtro…

    PARTE 1:

    1-Al estudiar las bases de la felicidad, la psicología moderna distingue dos fuentes: el placer, por una parte, y el sentido que da a la vida un determinado compromiso por otra.

    2-Otros psicólogos positivistas apuntan hacia algo tan intangible, en los tiempos que corren, como una escala de valores. De acuerdo con esta novedosa teoría de la psicología moderna el aumento de los niveles de infelicidad en el mundo de hoy se explicaría por una inversión excesiva en bienes materiales, en detrimento de valores de mantenimiento más intangibles.

    Lo dicho se ve muy claramente en el contexto de la estética a partir de la obra de Benjamín y de Boris Groys. Así pues, dice Benjamín que en esta época de la reproductibilidad técnica el aura se ha echado a perder, cuestión está que va de la mano con lo que comenta Boris sobre la diferencia kierkegaardiana (diferencia más allá de la diferencia) y la progresiva homogenización del objeto artístico en relación al objeto profano; homogenización que, como sabemos, ha tenido como espacio operativo al museo postmoderno, museo que introduce el contextualismo, la temporalidad, la disolución de la inmutabilidad de los marcos contextuales y, por lo mismo, lo que en cierta forma se podría considerar como el fin de la historia del arte.

    Ahora bien, decía Malraux que la génesis del arte parte de un universo de valores que es independiente y trascendente en relación al mundo, así como también decía que el arte salva la cualidad del hombre y sus valores a través de una cierta cristalización idealizadora de lo contingente. Nos topamos entonces con la médula del asunto. Malraux hablaba del arte en general, aunque claro, el hablaba desde el contexto histórico del arte moderno, no del postmoderno (en el que estamos hoy): ¿Qué pues habrá ocurrido? ¿Acaso el arte ha dejado de cristalizar e idealizar lo contingente? La respuesta es doble. Por una parte tenemos a los artistas que trabajan al nivel del contexto y no de la forma, que te pueden presentar un inodoro en un museo y entonces, por el hecho de estar en el espacio del museo, el inodoro incorpora esa diferencia en tiempo de vida y misión histórica (diferencia kierkegaardiana), y, en consecuencia, se transforma en un objeto artístico que evidentemente será, en una percepción visual alejada de conceptualismos, no es más que una suerte de objeto profano que ha devenido en objeto artístico solo en virtud de su inclusión en el museo. Y es que según Groys el arte postmoderno trabaja en el nivel del contexto y no de la forma, siendo así que requiere del espacio del museo para crear conciencia sobre los actuales objetos artísticos, objetos que (y esto resulta un poco irónico) por tener una diferencia que es realmente nueva, no pueden ser percibidos como distintos al objeto profano (en el que no se diferencian sino por cuestiones sutiles que escapan al ámbito de la forma) a no ser que estén en un espacio adecuado (el del museo).

    Por otra parte, al menos según me parece entender, tenemos a aquellos de los que hablaba Ortegga y Gassett en su ensayo La deshumanización del arte, ensayo en el que dice que el arte actual divide al público en los que lo entienden y los que no lo entienden (la inmensa mayoría), quita o deja en un mínimo los componentes humanos de la obra y es una suerte de ventana (metafóricamente hablando) en la que se percibe más el vidrio que lo que hay detrás de él. ¿Pero qué es lo que hay detrás de él sino el contenido? ¿Y qué es el contenido sino lo que se conoce como fondo? Entonces, si lo que está detrás del vidrio es el fondo: ¿No es acaso que el vidrio es la forma? Y si el vidrio es la forma: ¿No estaría diciendo que este arte actual se centra en la forma? ¿Cómo entendemos esto en conjunción con lo de Groys que hablaba de un arte que no trabaja con la forma? A mi entender la cosa es simple, el ejemplo del inodoro en el museo en conjunción con obras del cubismo que responden a aquello que dijo Picasso de que el pintaba las cosas como las pensaba y no como las veía, nos dice que lo que ocurre es que el arte actual podría, o bien manifestarse de la manera en que habla Groys (trabajando con el contexto y la diferencia más allá de la diferencia, creando un objeto artístico que no difiere mucho del profano), o bien manifestarse en la manera en que hablaba Ortegga (centrándose en los componentes estéticos y dejando de lado los humanos, siendo una ventana que llama la atención sobre si misma antes que sobre lo que está detrás y por tanto trabajando sobre todo al nivel de las formas). Pero para cualquiera de los dos casos el resultado último es el mismo: el público no entiende, el público no ve una realidad humana identificable reflejada en la obra (el arte contextual del que hablaba Groys termina, de una forma diferente a las manifestaciones artísticas de las que hablaba Ortegga, dando el mismo resultado de la "deshumanización") y, así mismo, el público no entiende lo estético en sí mismo y por tanto no es capaz de comprender a el arte por el arte. Así pues, si el asunto es de ese modo, resulta evidente que el arte actual, al dejar de reflejar realidades humanas, al dejar de ser una suerte de reflejo de la vida (gassetianamente hablando), ha cerrado su posibilidad de cristalizar e idealizar contingencias y por tanto de salvar la cualidad del hombre junto con ese reino de valores que trascienden al mundo: esto, claro está, en el contexto de la recepción del espectador común…(dejo sentado esto para más adelante adentrarme en el asunto con un precedente como el que he dejado)

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