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Fundamentos filosóficos de la ética


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Desarrollo

    Resumen:

    Este trabajo versa sobre dos cuestiones: el problema de la relación entre la conciencia moral individual y la moral social objetivamente existente y, en segundo lugar, sobre la propuesta moral que cada filosofía de la ética hace en el terreno de lo social. El punto de vista del autor es que la moral social objetivamente existente determina en última instancia a la conciencia moral individual y que hay identidad entre la conciencia moral individual y la moral social objetivamente existente. En el trabajo se analiza, además, la propuesta moral de algunas filosofías y, en especial, la marxista.

    Desarrollo:

    El término "ética" proviene del griego "ethos" y significa "modo de ser, carácter, lugar dónde se habita, etc.". Se utiliza regularmente para designar la disciplina filosófica que estudia la moral. El término "moral" proviene del latín "mos" que significa "hábito, costumbre, comportamiento, carácter, etc.", pero se utiliza regularmente para designar al fenómeno social en cuestión, y no al estudio del mismo. El problema estriba en que a este fenómeno los distintos pueblos lo denominaron de distintas formas, encontrándonos con que en las distintas culturas se tienen distintos términos. Y como la cultura occidental tiene raíces greco-latinas, entonces utilizamos hoy día el término griego en una acepción y el término latino en otra, prefiriéndose la relación anteriormente señalada. Desde este punto de vista, la ética no es otra cosa que el estudio de la moral.

    Anteriormente –en la filosofía kantiana preferentemente- la ética se ocupaba de hacer deontología. Es decir, se ocupaba de hacer recetas y proponer normas, esperando que los hombres las acataran voluntariamente, con el propósito de modificar a tenor de ello la conducta de éstos. Aunque la deontología no ha desaparecido definitivamente en nuestros días –muchos eticistas insisten en tal forma de hacer ética- ya es común encontrar otra forma de hacer ética. Se trata del análisis científico-filosófico del fenómeno moral, y no de una receta moral al estilo de la deontología.

    Parece que ha habido una toma de conciencia de que es imposible modificar la conducta de los hombres por medio de la prédica moral. En esencia la predica moral parte de éste presupuesto, del falso presupuesto de que influyendo sobre la conciencia de los hombres por la vía de la palabra, vía preferentemente gnoseológica, se puede crear valores morales. El valor moral existe plasmado en la relación social, y no es esencialmente un conocimiento. Fuera del hombre individual, existe como concepto objetivado. A nivel del individuo particular, existe como concepto somatizado (en lo fundamental). Por eso es imposible, en lo fundamental, su formación por medio de la prédica moral. Es más común encontrar –en nuestros días- una ética basada en el análisis del fenómeno moral y no una deontología. Nosotros nos pronunciamos contra la prédica moral.

    La filosofía post kantiana, en lo fundamental, se pronuncia, también, contra la deontología y la prédica moral. Desde nuestro punto de vista, el hombre asume los valores morales al insertarse en la vida social, en especial en la vida económica. Es más bien la moral una forma de realizar su economía. Por eso, según esta forma de ver las cosas, el hombre no asume los valores morales por la simple prédica moral, sino por medio de su vivencia social. La propuesta racionalista de Kant es todo lo contrario. El pretende decir a los hombres lo que es su máxima moral (imperativo categórico) para que el hombre asuma esa moral de forma conciente.

    Toda la ética racionalista (de la cual Kant es su punto culminante) intenta descubrir por vía del análisis racional la norma general de conducta, que haga moral el comportamiento humano. Esta filosofía comete dos errores. En primer lugar, pretende hacer pasar por norma moral general lo que es a lo sumo una norma moral particular. Y en segundo lugar, hace prédica moral. También la ética antigua, con su estudio de las virtudes, y la ética de la edad media, con su decálogo cristiano, hacen prédica moral. Sólo la ética post kantiana, tanto la marxista como la utilitarista, pragmatista, etc., intenta salir del paradigma de la ética predicativa. El consecuencialismo, finalismo, teleologismo, etc., en ética es una prueba de ello.

    A la norma moral se puede acceder por vía racional, aunque no es la única vía de acceso ni siquiera la fundamental. Nada escapa al análisis racional. Pero el hombre no asume la norma moral por mandato de la razón. En principio toda norma moral es racional. La norma moral surge del acto de hacer concurrir conscientemente las distintas voluntades. Por tanto, es un concepto, de dónde se deriva que es un acto racional. Pero la norma moral contempla no sólo su contenido racional, sino también su adecuación a las condiciones materiales de vida, de modo que es (más que un acto racional) un acto social. La norma moral es una relación social. Por eso la asumo y la modelo en la cosificación y la descosificación de las relaciones sociales. En la interacción social con otros hombres, el individuo se apropia del valor moral y, a su vez, lo proyecta hacia otros hombres. El valor moral, y con él el resto de los valores, existe en el hombre individual, en lo fundamental, como concepto somatizado, como concepto hecho persona, y no tanto como fenómeno gnoseológico, epistemológico (aunque no se excluye esta última existencia). De nada sirve la predica moral si ésta se basa preferentemente en la palabra para intentar trasmitir el valor. Es más útil para estos fines, la vivencia existencial de valor, del ejemplo y, preferentemente, la experiencia personal e interpersonal.

    La moral no siempre existió, ni incluso surgió con la sociedad. Hubo una época histórica, antes que los hombres fueran civilizados, en que éstos no eran morales ni inmorales; sino amorales. En esta época del desarrollo social, cuando se sentaban las bases de la sociedad gentilicia, la actividad del hombre se regulaba por la fuerza de las costumbres y las tradiciones. Notemos que por tradición entendemos la costumbre que se trasmite de generación en generación, de padres a hijos (1); mientras que por costumbre debe tomarse el hábito adquirido por la repetición de un acto, la práctica que ha adquirido fuerza de ley o que se hace con frecuencia (2). La moral surge cuando estas fuerzas no son capaces de mantener la integridad social. Pero a la altura de la sociedad gentilicia, bastaba con estas fuerzas (la de la costumbre y tradición) para regular la conducta social de los hombres.

    En este período (a la altura del período de formación y desarrollo de la sociedad gentilicia, y también toda la época anterior) el individuo era idéntico al grupo social al cual pertenecía. Esto estaba condicionado por el carácter limitado del sistema de relaciones sociales. Dado el bajo nivel de desarrollo de la división social del trabajo, las relaciones sociales existentes no iban mucho más allá de las propias relaciones naturales, es decir bióticas, heredadas del mundo animal y de las simples relaciones de consanguinidad (familiares). En este período del desarrollo social, en el período que va desde antes de la sociedad gentilicia (es decir, el período del salvajismo con la horda) y el período propio de la sociedad gentilicia (lo que coincide más o menos con la barbarie) el individuo se apropiaba todo el sistema de las relaciones sociales, diferenciándose en lo fundamental por rasgos biológicos pero no por su esencia social. No importa que la división del trabajo latente ya en el seno de la sociedad marcara pequeñas diferencias. Todavía a la altura de la sociedad gentilicia no hay diferencias sociales suficientes como para poner en contradicción (yuxtaposición, etc.) los intereses generales del grupo y los intereses individuales.

    Mientras los intereses del individuo coinciden en lo fundamental con los del grupo, bastan las fuerzas de las costumbres y las tradiciones para regular la conducta del individuo en la sociedad. La moral es también eso: un mecanismo de regulación de la conducta del individuo en el grupo social. Pero es un mecanismo que se superpone a la costumbre y tradición cuando ya éstas no bastan para lograr los fines propuestos, es decir regular la conducta del individuo. La costumbre y la tradición, como mecanismos de regulación, pertenecen a la esfera acrítica de la sociedad; la moral, en cambio, pertenece a la esfera crítica.

    La costumbre y la tradición se asumen espontáneamente, sin reflexionar al respecto. Su asunción es sin crítica (acrítica), sin análisis, sin procesamiento "racional", etc. La asunción de la norma moral, en cambio, es crítica, es decir analítica, es acto racional consecuente y consciente. Por eso, entre la moral (como mecanismo de regulación) y la costumbre o tradición (también como mecanismo en cuestión) media un salto. Este salto (que es en esencia de calidad) se corresponde con un salto (también de calidad) en la vida social.

    El desarrollo de la división social del trabajo, y como consecuencia la ampliación del sistema de las relaciones sociales, trajo consigo que, llagada una etapa, ya el individuo no podía apropiarse todo el sistema de las relaciones sociales. Por una parte, esto sucede porque este sistema es ya mucho más complejo que lo que un solo individuo puede personificar; por la otra, porque al ocupar lugares distintos en el sistema de la división social del trabajo (suponemos que ésta se ha desarrollado lo suficiente) el individuo personifica distintas relaciones sociales. Cada división social del trabajo acarrea sus propias relaciones sociales, con lo que al ocupar un lugar específico en la división del trabajo se apropian relaciones sociales específicas, propias de esta división del trabajo.

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