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Las botijas (Olive Jars) Su reutilización en tres construcciones coloniales habaneras


Partes: 1, 2

    1. Introducción
    2. Las botijas. Terminología
    3. Estudios previos: tipología, cronología y centros de producción
    4. Las botijas en tres construcciones en La Habana  colonial. Los resultados de trabajos arqueológicos reportados  
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía

    Introducción

    Numerosos son los elementos constructivos y arquitectónicos, así como los materiales constructivos cerámicos que participan en la arquitectura colonial cubana y de manera específica en La Habana, siguiendo una tradición que se remonta hasta Sumeria, cuna de la civilización humana. Basta mencionar, para ejemplificar esta afirmación, las tejas criollas, integrantes fundamentales de las cubiertas a dos aguas, la forma casi general de resolver los techados de las construcciones durante el período en estudio, así como las losas hidráulicas que se constituyen en la terminación, (junto con las de piedra), de los suelos de las galerías y habitaciones y que participan además en los sistemas de viga por losa y viga por tabla o tablazón para la solución de los pisos altos y en los techos planos o azoteas. Otros componentes importantes son los azulejos, fundamental, pero no exclusivamente, de mayólica, con los cuales se cubrían los muros de cocinas y baños, así como los zócalos de zaguanes, galerías y escaleras, sin que podamos olvidar los tubos de barro cocido (atanores), con y sin vidriado que son utilizados para la conducción de agua. Está claro que ningún material constructivo confeccionado con barro cocido será tan ubicuo e importante como el ladrillo.

    Un expediente que se relaciona de manera directa con el tema de este trabajo es la reutilización de piezas cerámicas en las construcciones habaneras del período colonial, fuera de las funciones para las que fueron confeccionadas y que le conferían su valor de uso. Es el  caso de fragmentos de tejas criollas, losas, azulejos, contenedores, vasijas y otras piezas utilitarias, empleadas como  parte del relleno de vanos tapiados y pisos, de los mampuestos, (en los que participan junto a la piedra y otros materiales fortuitos como huesos de res), en el engrosamiento de paredes, relleno de pechinas y muchos otros casos que dan fe del aprovechamiento por nuestros antiguos constructores de toda la gama de materiales que tenían al alcance de sus manos. 

    Este trabajo se plantea como objetivos:

    ·  Ofrecer una panorámica de los resultados más notables de investigaciones realizadas en el  mundo acerca de las botijas como artefacto.

    ·  Discutir las características de dos reutilizaciones de las botijas en tres conventos coloniales habaneros.

    ·  Reportar las características tipológicas de las botijas estudiadas  en dos de los sitios de lo que se desprende un nuevo subtipo de botija de fondo aplanado y otro de fondo plano no mencionados en la literatura consultada.                                                           

    ·  Discutir la posibilidad  de producción de botijas en La Habana colonial con base a datos aportados por el registro arqueológico.

    ·  Estimular la discusión y publicación a nivel doméstico de la información producida acerca de estos contenedores cerámicos, de poderosa presencia en el registro arqueológico latinoamericano.

      

    LAS BOTIJAS

    Terminología

    Ningún otro contenedor de cerámica ha recibido tantas denominaciones como el que nos ocupa, lo que seguramente está en relación con su abundancia y ubicuidad en el registro arqueológico americano, dada su amplia utilización como continente comercial y utilitario así como su larga vida, que abarca desde finales del siglo XV hasta mediados del XIX.

    Comenzaremos por aclarar que John Goggin (1980), autor de la primera y más importante obra acerca de estos contenedores, utiliza la denominación Jarra de aceite (Olive Jar) siguiendo a Holmes (1903: 129-130), reconociendo que el término no tiene ninguna significación etnográfica o lingüística, solamente como denominación de un “tipo” y que seguía el principio de utilizar la denominación tipológica  primera.

    Resulta un claro ejemplo de lo poco feliz de la denominación de Goggin la cantidad de términos que se han empleado fuera del ámbito anglosajón para estudiar esta cerámica. Avery (1997: 90) refiere el uso en el ámbito de los estudios arqueológicos de: olive jar, jar, jarra de aceite, tinaja, ánfora, anforita y botija, pero aun se han empleado los de perulera y botijuela. 

    Sin embargo, incluso para el mundo anglosajón, el término botija parece imponerse dado el hecho de que toda la documentación colonial que menciona estas vasijas utiliza el de botija, sean peruleras, de arroba y cuarto, regulares, de media arroba, de a cuarto e, incluso, el de botijuela. Tómese como ejemplo del debate a este respecto el trabajo de Clive Carruthers “Spanish Botijas or  Olive Jars from the Santo Domingo Monastery, Guatemala” (2003: 40-55) (subrayado nuestro).

    Una nota interesante en relación a estas vasijas y su presencia en Cuba  la aporta el Diccionario de vozes y frases cubanas”  de Esteban Pichardo (1836),  cuando nos define la botija de la siguiente manera:

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