El futuro se escribe con Ñ
Quinientos millones de hablantes no es un número menor, pero tampoco nada dice ya que si en realidad el número es lo que importase el idioma de la China (con sus mil doscientos millones de habitantes) sería el primero del mundo y no lo es.
Lo que generalmente se toma en cuenta en estos casos es que un idioma, para aspirar a ser universal o relativamente importante (ya que la universalidad parece imposible), sea hablado en un amplio espacio vital y no de manera excluyente, en el acotado ámbito de una nación. Dicho de otro modo, no debe ser un idioma étnico[1]como lo puede ser el catalán o el chino mandarín, o la inmensa mayoría de los idiomas que aun se hablan y que remiten a una realidad cultural única y no albergan, como es nuestro caso, una polisemia que termina redefiniéndolos y ensanchándolos a lo largo de los siglos.
Teniendo en cuenta esto, podríamos empezar aventurando que una lengua para aspirar a cierto grado de universalidad o más bien preponderancia, debe poder albergar dentro de sí otras realidades que exceden el universo de donde emergieron. La capacidad de asimilación de una lengua, la capacidad de dar cuenta y poder nombrar otras realidades que en principio la exceden, es lo que creo las hace grandes y por sobre todo vivas y vigentes.
No es, como veremos, una simple voluntad o posibilidad de serlo. La idea de un idioma universal ya tuvo su punto de llegada en el esperanto. Un idioma artificial creado por un oculista polaco de origen judío, Lázaro Zamenohf, allá por el 1887 y que hoy es hablado por unas 150.000 personas en todo el mundo (lo cual no deja de ser en extremo pobre para un idioma que aspiraba a ser universal lo que si prueba esta pobreza es que no hay lenguas sin culturas). En realidad los idiomas que alguna vez lo lograron (y en esto también hay temporalidad) lo han hecho por relaciones de poder que lo permitieron (no sólo por estar vivas y pujantes).
El inglés, que es la primera lengua hablada en importancia, es la lengua de un pequeño país que una vez dominó el mundo. Antes había sido el latín y antes el griego, el egipcio, el persa y así de continuo. Lenguas de pueblos que consiguieron un predomino comercial, político, cultural o militar sobre el mundo por ellos conocido. También fue el caso del árabe esparcido por el mundo a través de una religión: el islam, pero también del portugués, del español, el francés, el alemán, el italiano, el belga y el holandés, idiomas que junto al inglés fueron lenguas de colonialismo y conquista durante los siglos XV, XVI, XVII, XVIII, XIX y XX.
Lenguas impuestas por Europa a pueblos de cuatro continentes a través de siglos de explotación, muerte y saqueo. Es decir (y aquí aventuramos otro axioma), que la lengua del dominador es "la lengua" y la etimología de la palabra "bárbaro" así lo refiere, ya que bárbaro era para los griegos antiguos todo aquel que no hablase griego. Y esto que ahora parece de perogrullo es tan claro como el agua clara y a su tiempo fue del más estricto sentido común: Colón les hablaba en español a los indios del Caribe y deducía lo que se le ocurría de sus contestaciones (como bien ilustra su diario) ya que ni se le cruzaba por la cabeza que estuvieran hablando otra lengua, sino que estaban mal pronunciando la de Castilla lo cual era la prueba misma de su barbaridad (tal la ceguera etnocéntrica que ya roza la alienación). Pero como siempre sucede toda regla tiene al menos una excepción que la confirme y en este caso la excepción fue el latín que ha principios de la Edad Media terminó siendo tomado como propio por aquellos que arrasaron Europa derrumbando el por siglos omnipresente y omnisapiente Imperio Romano dando origen a un racimo de lenguas que sirvieron de vehículo (y fueron también resultado) entre el mundo grecolatino, el cristianismo y la "barbarie". En este caso la lengua del vencido se convirtió en la lengua del vencedor y esto sólo por que el universo de esa lengua arrasada era más complejo y sofisticado que ese universo del arrasador: somos lo que hablamos y el idioma que no da cuenta de la realidad en su total dimensión (tal cual es vivida y soñada) debe ser ensanchado o sustituido por otro que si lo logre. Tal vez en esta excepcionalidad que acabamos de apuntar esté el secreto del futuro prominente de la lengua nacida en los desolados llanos de Castilla. Por qué, a pesar de que es el inglés la lengua política, comercial y tecnológica por excelencia (en la era de la informática y la globalización) es el español la lengua vedete de este momento? Por qué (ahora mismo) hay 15 millones de personas estudiando español en los lugares más impensados del mundo y hasta los propios EEUU (heredera de aquel colonialismo inglés y hoy capital imperial del mundo) se dirige inexorablemente al bilingüismo, al punto de calcularse que en el 2050 cuatro de cada diez norteamericanos hablará español y será allí donde se concentre la mayoría de los hispanohablantes del globo?
La razón no es una sino todo un abanico
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