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Reproducción extemporánea inducida en borregas de raza Austral (página 2)


Partes: 1, 2

 

MATERIAL Y MÉTODOS

El estudio se desarrolló en el predio Santa Rosa, de la Universidad Austral de Chile, comuna de Valdivia, entre octubre de 1992 y abril de 1993.

Se usaron 84 borregas Austral de 14 meses, nacidas en agosto de 1991 y con peso de 39.4 ± 3.4 kg y 3 carneros Austral de dos años. Las borregas fueron divididas en dos grupos de 42, generados mediante muestreo aleatorio simple.

El G1 fue tratado el 28.10.92 con 0.3 g de progesterona contenidos en dispositivos intravaginales de poliuretano (EAZI-BREED, CIDR, G, R), aplicados con espéculo y émbolo y mantenidos por 12 días. Al retirarlos, se inyectaron 250 UI de PMSG (FOLIGON R). Nueve borregas que no retuvieron el dispositivo por doce días fueron descartadas, quedando el G1 con 33 animales.

El G2, sin tratamiento, fue considerado grupo control.

Posteriormente, todos los animales se manejaron en un grupo, introduciendo 3 carneros fértiles, con arneses marcadores, durante 34 días, a partir de la fecha del retiro del dispositivo.

Mensualmente se controlaron los pesos y la condición corporal de las borregas hasta la época de partos.

El análisis de resultados consideró las siguientes variables y métodos estadísticos:

– Del individuo: peso vivo y condición corporal.

– Del tratamiento: grupos 1 y 2.

– De respuesta: presentación de estro, parto y corderos nacidos.

Se realizaron la prueba de Mann-Whitney, para la comparación de los rangos medios de variables no paramétricas de dos grupos de animales a los que se aplicaron diferentes tratamientos (Siegel, 1956), la prueba de bondad de ajuste de Kolmogorov-Smirnov, para comprobar la normalidad de las variables cuantitativas (Sokal y Rohlf, 1981), y la prueba t de Student, para comparar los promedios de variables paramétricas de dos grupos de animales a los que se aplicaron diferentes tratamientos (Zar, 1974).

RESULTADOS

Los resultados del tratamiento hormonal se muestran en el cuadro 1.

El grupo 1 quedó con 33 animales al no retener el dispositivo 9 de ellos (21.5%).

El efecto del tratamiento fue significativo (p < 0.01): 32/33 (97.0%) de las hembras a las que se les retiró el dispositivo entraron en celo, y 3/42 (7.1%) de las del G2. 4/32 (12.5%) animales de G1 presentaron estro por segunda vez. Debido a la modalidad empleada para la detección de estros, no fue posible establecer si algún individuo presentó estro durante la preñez.

De las 32 borregas del G1 que entraron en celo, 25 (78.1%), parieron. Los partos ocurrieron en forma concentrada, presentándose el 92% en 7 días.

De las 3 de G2 que fueron detectadas en celo ninguna parió.

De las 25 borregas que parieron, 8/25 (32%) parieron únicos y 17/25 (68%) tuvieron partos dobles con un total de 42 corderos nacidos, lo que arroja 168.0% de corderos nacidos por borrega parida y 127.3% respecto de las borregas tratadas.

La duración media de gestación calculada fue de 143.5 &plusmn; 2.1 días. Dos animales gestaron por 138 y 140 días. Para los individuos que repitieron estro, el lapso entre la marca del primer estro y el parto fue de 161 ± 1.1 días.

Al analizar las curvas de peso y condición corporal durante el período de tratamiento no se encontraron diferencias (p ž 0.01) entre animales tratados y no tratados y entre los que gestaron y no (figs. 1 y 2). El peso vivo aumenta entre noviembre y marzo entre 39 y 51 kg en promedio; en cambio, la condición corporal aumenta algo sobre 3 en febrero, para descender 0.5 puntos en marzo.

DISCUSIÓN

1. Retención del dispositivo. El índice de retención (78.5%) es algo menor o lo descrito por Alifakiotis y col., (1982) y por Ainsworth y Shrestha (1983), pudiendo deberse a que, en este caso, el dispositivo es rígido y no una esponja (Tritschler y col., 1991). Además, tratándose aquí de animales vírgenes, se dificultaría la introducción del dispositivo y su fijación sería imperfecta (Quirke y col., 1983; Hernández, 1991; O’Doherty y Crosby, 1990). En todo caso, se considera excepcionalmente bajo dicho índice.

Figura 1. Evolución del peso vivo de las borregas durante el experimento (G1: Grupo 1 y G2: Grupo 2). Hogget liveweights during the experiment.

Cuadro 1. Registros de estros, cubiertas y partos en borregas Austral tratadas (G1) y controles (G2). Oestrus, mating and lambing records in treated and control Austral hoggets

*: a ¹ b (p £ 0.01).

En el control G2, la presentación de estro fue 7.1%. Este bajo porcentaje muestra que la época en que se realizó este ensayo es de escasa actividad sexual natural y que la presencia de estros (3/42) podría atribuirse al "efecto carnero", ya que el tiempo de presentación coincide con este fenómeno (Pearce y Oldham, 1984).

 

Figura 2. Evolución de la condición corporal de las borregas durante el experimento (G1: Grupo 1 y G2: Grupo 2). Hogget body condition score during experiment.

2. Inducción y repetición de estros. Al analizar los resultados obtenidos en la inducción de estro se encuentra amplia diferencia de respuesta entre los dos grupos. El porcentaje obtenido en G1 (96.9%) concuerda con otros trabajos que estudiaron el anestro y es relativamente similar para el uso de progestágenos sintéticos o naturales más PMSG (Mac Donnell y Crowley, 1978; Vandeputte, 1983; Domínguez y col., 1988; Tritschler y col., 1991).

Las 4/32 (12.5%) que repitieron celo fueron del G1, confirmándose que la ocurrencia de estro es debida al tratamiento empleado, cuya acción hormonal lleva a la presentación de celos en borregas en una estación de escasa o nula actividad reproductiva natural. Para los individuos que repitieron estro, éste ocurrió 17 días más tarde, dado que parieron a los 161 días de haber sido marcadas por primera vez, tomando en cuenta la duración de gestación de 144 días. La diferencia equivale a un ciclo estral adicional.

3. Partos y prolificidad. Se obtuvieron partos en el 75.7% de las borregas tratadas y en el 78.1% de las hembras cubiertas en G1 y los partos se concentraron en 7 días. Similares resultados describen trabajos en los que se ha empleado progestágeno natural o sintético. Al realizar una inducción, además de la elección hormonal, son importantes los factores asociados a la reproducción como el peso y la condición corporal, la edad de los individuos y el manejo a que son sometidos (O’Doherty y Crosby, 1990).

Se desconoce si los animales que presentaron estro (marcados) y que no parieron corresponderían a celos infértiles, a abortos tempranos o a que realmente no fueron servidos, ya que no se usaron métodos que permitieran determinarlo en el período correspondiente. Se realizó una ecografía tardía alrededor de los cuatro meses de gestación. No se observaron diferencias significativas en el peso y condición corporal entre aquellos animales que parieron y los vacíos, por lo tanto, no sería atribuible a estos factores la distinta respuesta.

En G2 no ocurrieron partos, no obstante haber presentado estro 3 animales. Si bien la presencia de carnero los podría haber inducido, incluso a la ovulación, la falta de tratamiento previo imposibilita una actividad hormonal completa, necesaria para el desarrollo de la gestación (Mac Donnell, 1985).

Las borregas parieron 1.68 corderos y el porcentaje de parición para los animales tratados, incluidos los que no respondieron al tratamiento, fue 123%.

El tratamiento reubica los partos en una época climáticamente menos hostil y la concentración de éstos facilita el manejo y la atención de las crías. Empero, la época del crecimiento de los corderos y su negativa asociación con la curva de producción de forrajes (otoño-invierno) hacen del uso de parición extemporánea un desafío técnico que podría justificarse con elevados precios de venta para las crías.

Estos resultados, que pueden ser considerados como muy buenos, tomando en cuenta una época de escasa actividad reproductiva natural y la edad puberal de los individuos, pueden explicarse por la buena condición corporal al momento de la inducción, evidenciando, además, que la raza Finnish Landrace y sus cruzas presentan una mayor capacidad reproductiva en su primera actividad cíclica sexual (Quirke y col., 1985; Vesely y Swierstra, 1987).

4. Peso vivo y condición corporal. Como entre los grupos no hubo diferencias significativas en los pesos vivos y condición corporal, se observó que dentro de G1 las borregas preñadas (75.8%) presentaron mayor peso vivo en enero, febrero y marzo que las vacías (24.2%). Este mayor peso explicaría la curva de la figura 1, ya que se manejaron como un grupo siempre y por lo tanto bajo los mismas condiciones alimentarias.

Según Langford (1985), tanto la respuesta al tratamiento hormonal como la fertilidad y el porcentaje de partos aumentan proporcionalmente al peso vivo, a partir de los 36 kg.

En este ensayo el tratamiento comenzó con un promedio general de 39.4 kg (&plusmn; 3.4), de manera que no sería atribuible al factor peso el 24.2% del G1 que no se preñaron.

Quirke (1979) indica varias causas en la menor fertilidad de la hembra ovina joven, como la inmadurez reproductiva de algunas hembras, la mayor proporción de estros anovulatorios en corderas, una baja tasa de absorción del progestágeno y, consecuencialmente, una alta mortalidad embrionaria.

Asimismo, la ausencia de partos triples podría ser la resultante de un cierto grado de mortalidad embrionaria, por no alcanzarse las condiciones necesarias para sustentar una gestación múltiple (O’Doherty y Crosby, 1990).

Por otra parte, la dosis de PMSG usada es inferior a la recomendada por la literatura, que señala valores superiores a 400 UI. Sin embargo, por kg de peso vivo, es probable que sea igual o aun superior a la dosis en referencia. Esta se asociaría a una menor prolificidad, pero no una menor fertilidad, ya que la capacidad de responder a diferentes dosis también estaría influenciada por el genotipo (Vesely y Swierstra, 1987; Quirke y col., 1985).

No son significativas las diferencias en condición corporal entre grupos durante el ensayo. Los niveles absolutos y los rangos de variación de los grados de la condición corporal de los animales, al inicio y durante el ensayo, se consideran normales para la categoría, la edad, la raza y la época y suficientes para la actividad reproductiva.

CONCLUSIONES

La combinación de 0.3 g de progesterona intravaginal más 250 UI de PMSG intramuscular resultó ser efectiva en la inducción de estro, ovulación y parto en corderas Austral, de 14 meses, durante el mes de noviembre.

En noviembre, con los pesos y condiciones corporales de los animales en el ensayo, la presencia de estro natural en las borregas Austral es escasa y su fertilidad es nula.

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Partes: 1, 2
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