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Los vómitos del embarazo, los calentones de la menopausia y la hiperémesis gravídica

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    1. ¿Por qué, los vómitos del embarazo perduran?
    2. El embarazo y sus "síntomas"
    3. Los vómitos, síntomas clásicos.
    4. La Naturaleza no falla.
    5. Menopausia
    6. La hiperémesis gravídica
    7. Los anancasmos
    8. En resumen
    9. Bibliografía

    En esta ponencia deseamos examinar algunos de los eventos que, por lo general acompañan procesos que, considerados normales en las vidas de las mujeres, resultan, en algunos de los casos, en inconveniencias asociadas que les obstaculizan sus vidas.

    Las sanciones que fueran impuestas a nuestra Madre Eva, y que sus hijas compartieran, por la transgresión de comer de aquél fruto prohibido las visitarán para siempre.

    Los vómitos del embarazo

    Empezaremos con estos, porque para muchas mujeres son parte esperada y consecuencia inevitable de salir en estado cuando desempeñan la misión exclusiva de reproducir y perpetuar nuestra especie.

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    ¿Por qué, los vómitos del embarazo perduran?

    La razón no existe, ya que no es comportamiento universal, ni aparenta ser justificado por la razón de que no confieren, a nuestro género, ventajas adaptivas.

    Ninguna otra especie los exhibe y, hasta donde conocemos, no proporcionan un beneficio que mejora la circunstancia de la hembra de nuestra especie que los vive. Ya, que teniendo, la mujer encinta, que nutrirse a sí misma y al producto de la concepción, eliminar lo comido, parecería ilógico.

    Entonces, como entendemos que no todos los grupos humanos contemplan la vida de la misma manera, tendremos que pensar que lo mismo sucede con todas las cosas que les acontecen. Por ejemplo, en las sociedades, y en los países que se consideran civilizados y prósperos, el embarazo — la causa primordial de nuestra supervivencia y futuro como especie — a veces se torna en una pesadilla o adquiere las características inusitadas de una enfermedad, porque se acompaña del vómito matutino, que en ocasiones puede tornarse en algo peligroso, como ya tendremos oportunidad de apreciar más adelante. De hecho el término "embarazo", significa que la preñez, constituye un estorbo y no el estado deseable en que culminan las funciones especiales que resumen el atributo singular característico de la hembra de la especie humana.

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    Pelvis femenina

    Salir encinta

    En nuestra sociedad, salir encinta, a veces ocurre como la actuación señalada de un guión cultural preestablecido. Es como si la Naturaleza dificultara esta función, tan normal, con riesgos mayores de los que ya ha introducido para complicar otra más, la reproducción del ser humano. A saber, el diseño erróneo y arriesgado que hiciera del canal del nacimiento, resultado de la adaptación para la estación bípeda que nos permitió tener el cerebro más desarrollado del reino animal. Así, que podemos morir al nacer, para lograr nuestra inteligencia extraordinaria.

    El embarazo y sus "síntomas"

    Parece ser contradictorio usar la locución "síntomas" cuando nos referimos al embarazo, como si habláramos de una enfermedad, en vez de una condición, que, como la vejez, forma parte del continuo normal de la vida.

    Pero, los "expertos" nos dicen que son "síntomas", lo que, por el momento, acataremos sin oponerlos a ellos.

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    El repertorio usual de "síntomas" que presagian un embarazo son los siguientes: Primero comienzan las náuseas y los vómitos matutinos. Estos fenómenos se acompañan de otros malestares vagos que involucran generalmente todos los sistemas y que incapacitan a la mujer en estado.

    Los vómitos, síntomas clásicos.

    Seguido por este malestar tan indeseable, son las actividades protectoras de otros miembros de la familia cuyos consejos son más mitos domésticos que realidades establecidas: ya, que, caprichosamente, se evitan ciertos alimentos, asuntos, o actividades, mientras que otros se procuran.

    La mujer, frecuentemente, a partir del primer trimestre, descubre que, como ya perdió su figura, no tiene que preocuparse por sus apariencias, ni por lo que come, dejándose engordar sin pensar en las consecuencias. De estas actitudes surgen las aseveraciones que se oyen muy a menudo en nuestras oficinas de que "yo era delgadísima hasta que salí encinta con mi primer hijo. entonces fue cuando gané las cincuenta libras que llevo de sobrepeso."

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