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Ensayo acerca de una teoría objetiva más allá del realismo y el idealismo y sus consecuencias


Partes: 1, 2

    1. La herramienta formal para razonar
    2. El ser como verdad indubitable
    3. La necesariedad de dios a partir de la convicción racional en la existencia del yo
    4. El fin del mundo real y el descubrimiento de un principio de ética objetiva: no mentir
    5. Conclusiones

    INTRODUCCIÓN

    El análisis de las distintas corrientes filosóficas impide una conclusión común, asertiva e indiscutible, respecto de diversos temas básicos de metafísica como son los relativos a la existencia de Dios, el ser y las reglas morales. Argumentos como la fe, la intuición, o bien la evidencia, más allá de su convicción para quienes los aceptan, no dejan de ser fundamentos subjetivos, y –como tales- son un blanco fácil de ataque racional para sus contradictores.

    Es nuestro propósito intentar superar estas barreras y lograr la demostración racional de algunos de estos temas. Nuestro esfuerzo intentará lograr una teoría objetiva que supere todo subjetivismo existente en las distintas corrientes del pensamiento.

    La primera parte del trabajo se ocupará de la herramienta formal para razonar, la que para servir al objetivo propuesto deberá reputarse indubitable. Con ella intentaremos lograr el acceso a una verdad sustancial -el ser de cada uno de nosotros- que nuevamente deberá ser indubitable.

    Con estos elementos lograremos argumentar –también en forma indubitable- acerca de la existencia de Dios, y con él, obtendremos una primera regla moral también indubitable, a saber, no mentir.

    La herramienta formal para razonar

    Para poder discurrir en la metafísica y tener objetividad en las conclusiones no podemos obviar los planteos escépticos de Hume. Éste denunció la inexistencia de toda teoría de causalidad más allá de de un psicologismo en los hombres, producto de la repetición de ciertos acontecimientos naturales en forma reiterada a lo largo de la historia.

    Tampoco podríamos obviar la inteligente división de Kant en juicios analíticos y sintéticos, cuyo autor utilizara como medio para superar el escepticismo de Hume y salvar a la teoría de la causalidad de la aparente herida de muerte que se le provocara.

    Respetando pues los límites impuestos por estos filósofos reconocemos que ninguna verdad -aún aquellas meramente formales y sin perjuicio que sólo se requieran como herramienta para razonar- podría surgir de un juicio sintético, o sea de la experiencia, en tanto el objeto de conocimiento que está buscando -la metafísica- va más allá de toda experiencia posible.

    Tampoco la verdad podrá fundarse en la evidencia, en tanto que como tal reconocerá su último fundamento en un subjetivismo (evidente para mí) y que como tal –aún cuando fuere evidente- no sería objetivo para el que no le sea evidente.

    Solamente un juicio podría superar todo estos obstáculos y este es el principio de contradicción – o sea, aquél que enseña que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo la misma circunstancia-.

    En efecto, este principio es verdadero no porque la experiencia así lo enseñe (ya que ello lo haría un juicio sintético), tampoco lo es por su evidencia (lo que lo tornaría subjetivo), sino que es objetivamente verdadero por serlo desde una óptica racional. Kant diría, porque es un juicio analítico…

    Su negación o pretensión de falsedad dejaría al principio de contradicción como un concepto fuera del mundo racional, mundo que si bien no se podría negar racionalmente, -por ser irracional- impediría todo análisis racional respecto de su esencia. Por otra parte, la supuesta existencia del mundo irracional, lejos de destruir el fundamento de los temas que cuya veracidad queremos demostrar, los confirmaría plenamente, toda vez que permitiría la existencia de teorías incompatibles entre sí al mismo tiempo y bajo la misma circunstancia. Ya veremos a qué nos referimos…

    En efecto, si dudáramos de la veracidad del principio de contradicción tendríamos que aceptar la posibilidad de que el principio sea falso, o sea de que algo pueda al mismo tiempo ser verdadero y falso bajo la misma circunstancia.

    Esta afirmación necesariamente debería incluir al principio de contradicción en sí mismo, que como objeto en sí (algo) no podría sustraerse a esta argumentación propuesta.

    Como consecuencia de este razonamiento, o sea de la puesta en duda de la veracidad del principio de contradicción, éste podría ser verdadero y falso al mismo tiempo y bajo la misma circunstancia.

    Esto que intuitivamente parece absurdo será demostrado en su absurdidad racionalmente…

    Partimos de la alternativa que reconoce como verdadero al principio de contradicción, y teniendo en cuenta que admite una única solución lógica –algo no puede ser y no ser al mismo tiempo bajo la misma circunstancia- su utilización en cualquier razonamiento arroja una única solución posible –lo que es, es, ya que lo que no es, no es-.

    Sin embargo, si suponemos la posibilidad de que el principio de contradicción sea falso advertimos enseguida que éste admite dos soluciones, ambas incompatibles y verdaderas y que como tales dejarían abierta la posibilidad de nuevos razonamientos que se podrían llevar hasta el infinito sin soluciones conciliables.

    Cuando analizamos al principio de contradicción como falso surge una dicotomía –el principio es verdadero y falso al mismo tiempo y bajo la misma circunstancia-. Una alternativa de esta dicotomía, la que lo reputa verdadero, tiene, como ya vimos, una única solución. Pero la alternativa que lo reputa falso genera nuevamente dos soluciones posibles e incompatibles entre sí -algo podría ser verdadero y falso al mismo tiempo-.

    Esta existencia de dos soluciones posibles toda vez que se pretenda sostener la falsedad del principio de contradicción es un típico razonamiento circular que puede llevarse hasta el infinito sin lograr jamás una conclusión única.

    Es, por lo tanto, de imposible solución racional ya que admite dos verdades contrapuestas e imposibles de sostener como válidas al mismo tiempo y bajo la misma circunstancia.

    Por ello, si de seguir razonando se trata, sólo se puede admitir la veracidad del principio de contradicción. Su falsedad sólo puede ser admitida en un mundo irracional en el que es imposible razonar y en el que todo puede ser y no ser verdadero al mismo tiempo y bajo la misma circunstancia, supuesto en el que todo lo que pretendemos demostrar será válido al mismo tiempo que falso.

    Hemos conseguido la herramienta formal indubitable para razonar. Si dudáramos de ella aún así las conclusiones a las que arribemos serán verdaderas al mismo tiempo que falsas.

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