Como señalamos anteriormente del equilibrio en la calidad del agua dependerá de que no se corran riesgos de infecciones para los bañistas. En el vaso de la piscina observamos tres zonas, que son la superficie, la masa del agua y el fondo continuo a las paredes. En la superficie es donde encontramos pueden depositarse materiales como son las hojas de los árboles. La segunda zona, la masa del agua, es donde se reúnen las partículas que inducen al enturbiamiento del agua. Ya en el fondo y en las paredes se agrupan las sustancias más pesadas.
Si estas zonas señaladas no se encuentran limpias correctamente los riesgos de contraer enfermedades por parte de los bañistas son altos. Para una correcta desinfección de las piscinas son utilizados diferentes productos químicos como son el bromo, las biguanidas y el ozono pero el más utilizado es el cloro.
El cloro es un químico capaz de eliminar la gran mayoría de los elementos patógenos dentro del agua. Este efecto no es inmediato pues necesita de un tiempo para destruir los gérmenes dentro del agua. Algunos gérmenes pueden sobrevivir hasta siete días antes de que puedan ser eliminados por el cloro, como es el ejemplo del crytosporidium. Los valores de cloro adecuados dentro de la piscina deben oscilar entre 0,4 y 1,2 miligramos por litro.
Si los valores del cloro en el agua se encuentran por debajo de este rango el riesgo de contaminación de la piscina crece. Por el contrario si el caso es que los valores son superiores a los recomendados entonces existe el peligro de afectar la piel de los bañistas, provocar una irritación grave de los ojos y decolorar el cabello.
Con solo tragar o entrar en contacto con un agua mal tratada es posible ser víctimas de trastornos tales como gastroenteritis, conjuntivitis, otitis, infección de la piel o de alguna herida previa. La infección más común es la diarrea y a su vez si una persona con este malestar decide bañarse provocará la infección del agua y contagiar al resto de los bañistas.
Para evitar cualquiera de estas infecciones es necesario actuar de forma responsable. Este comportamiento correcto se logra si cumplimos algunas recomendaciones, como es el ducharnos antes de entrar y al salir del agua, abstenernos de utilizar la piscina si sufrimos de diarreas o cualquier otra enfermedad infectocontagiosa, lavarnos bien las manos si manipulamos cambiamos pañales o fuimos al baño, no use calzado de la calle dentro de la piscina, lleve a su hijo con frecuencia al baño y no trague agua de la pileta.
Otro riesgo para nuestros niños es el peligro de ahogamiento. Aunque por lo general colocamos a los niños en la parte más baja de la piscina para que puedan jugar y evitar se ahogue lo cierto es que no son necesarias grandes profundidades para esto, si al hundirse no puede levantarse producto de un golpe o cualquier otro accidente en unos escasos segundos puede ahogarse.
Al introducirse agua en los pulmones inmediatamente se produce un laringoespamo, que no es más que un reflejo protector para cerrar la vía aérea, lo cual impide la entrada de aire. Si se produce una hipoxia por una alta disminución del oxígeno en los órganos, principalmente en el cerebro, el laringoespasmo cede y se produce la entrada de agua a los pulmones.
Si el niño no se socorre en los primeros 10 minutos el índice de mortalidad será alto y si sobrevive al accidente puede sufrir daños severos. Lo principal en estos casos de emergencia es saber administrar la reanimación pulmonar básica de forma inmediata y un masaje cardíaco si fuera necesario. La mayoría de estos accidentes son producto de una incorrecta supervisión por parte de los adultos por lo que la mejor forma de precaución es no perder de vista a los niños sin infundirles temor pero tampoco induciéndoles a conductas temerarias.
Como otros riesgos podemos mencionar el lanzarse de forma violenta al agua, sin verificar antes la profundidad del agua o fijarse no caer encima de otra persona. También el corte de la digestión o síncope de hidrocución puede ser la causa de accidentes al entrar de forma repentina en contacto con el agua fría. De igual manera es necesario comprendan la necesidad de salir del agua rápidamente si sienten náuseas, mareos o escalofríos.
Algunas medidas para contrarrestar estos riesgos pueden ser el señalarles los peligros de lanzarse en zonas bajas pues pueden golpearse la cabeza, advertirles respeten el mínimo de dos horas para bañarse después de comer e impedirles que entren de forma inmediata al agua luego de haber realizado una actividad física intensa o haber tomado el sol.
Conclusiones
El disfrute de la natación recreativa por parte de los niños aunque beneficiosa no está exento de riesgos, para un mejor aprovechamiento de las ventajas que ella proporciona es necesario velar por una serie de medidas y mantener un cuidado por parte de los mayores para evitar posibles accidentes o infecciones al niño.
Bibliografía
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-Javier Soler. (2007) Prevención de accidentes en las piscinas. Disponible en: http://www.piscinas-natacion.com
-Dr Pedro Barreda. (2008) Ahogo en piscinas. Disponible en:http://www.pediatraldia.cl
-Isabel Espiño. (2004) Amenazas microscópicas en la piscina.Disponible en: http://www.elmundo.es
Autor:
Lic. Pavel Fundora García
Enviado por:
Hipólito Rodríguez
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