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Eneagrama de los mecanismos de defensa (página 2)

Enviado por Marcelo Aguirre


Partes: 1, 2

El eneatipo I busca como sustituto del ser la "virtud". Pero ésta, desde la motivación deficitaria del ego, lejos de ser búsqueda de auténtica perfección surgida de la esencia, es más bien el resultado de la transformación de la ira en un perfeccionismo tendiente a ser cada vez más rígido y compulsivo. De allí que el iracundo suele ser un "virtuoso enojado", porque gracias a su principal mecanismo defensivo, la formación reactiva, ha transformado la ira en refinamiento, perfeccionismo, hipercontrol, crítica y autocrítica severas, junto a una característica tendencia a la acción tendiente a modificar, reformar y "mejorar" a sí mismo y al entorno, favoreciendo un autoconcepto elevado y cierto aire de superioridad moral. De allí que el mecanismo de defensa secundario sea la represión orientada a tener a raya tanto los afectos como las necesidades orales-pasivas.

Grupo histeroide

Eneatipos III, II, IV. Orientación al "sentir emocional"

desde la apariencia y a la búsqueda de valoración

ENEATIPO III.

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Busca compensar el vacío interior mediante los logros y los aplausos, en el campo de las apariencias, donde la ética se subordina a la finalidad pragmática, a la estética de la imagen y a la buena reputación social. Y puesto que los afectos son vistos como potencialmente peligrosos en cuanto obstáculos para la consecución de metas concretas y materiales, el ego vanidoso los mantiene a raya mediante su mecanismo defensivo principal, la racionalización. Pero como la vida afectiva es particularmente difícil de meter bajo la alfombra de justificativos y razones pragmáticas, este ego utiliza como mecanismo secundario la negación, por la cual se hace posible el "no querer ver", el autoengaño y el engaño de los otros, mediante el mercantilismo de la imagen fabricada para responder a las expectativas de los otros, ya en el trabajo, ya en la pareja, ya en la amistad, ya en el mundo intelectual, buscando siempre competir y brillar para sobrevivir.

ENEATIPO II.

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Puesto que el orgullo pone al ego por encima de los demás, en cuanto que los otros son vistos como "necesitados" de cuidado, cariño, afecto y valoración, el ego II utiliza como mecanismo principal la represión por medio de la cual pierde contacto con sus propias necesidades, las mismas que atribuye a los demás, y respecto de las cuales adopta el papel de ayudador, cuidador, dador. Sin descuidar la simpatía que le es característica y la seducción por la que busca tener a los otros engalanados y pendientes de sí mediante un histrionismo egocéntrico y hedonista. Por ello, el mecanismo de defensa secundario de este eneatipo es la amplificación emocional, o emocionalismo, el cual esconde no sólo un intento de seducción, sino una insaciable sed de intensidad que lo hace demandante, impulsivo e histriónicamente manipulador del entorno, con una incapacidad infantil de aplazar o posponer la gratificación inmediata de sus deseos.

ENEATIPO IV.

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La envidia no consiste tanto en la búsqueda de lo que tienen los demás, cuando en un ardor interior mezcla de deseo, odio y resentimiento por haber sido puesto por la vida en el "último lugar" por comparación con los demás; esto a veces se traduce en la sensación de ser "feo" o "malo" o simplemente "carente" de un "algo" que nuca es algo concreto y alcanzable, de allí que al ego envidioso lo torture una crónica insatisfacción, acompañada por una insaciable sed de amor y valoración, muchas veces sobreinflada y transformada en un romántico anhelo más o menos inconsciente de algún tipo de "salvador" que nunca llega. La belleza, el éxito, la aparente felicidad de los otros se convierte en una descarada burla para el ego IV. Por ello este eneatipo mediante su mecanismo defensivo, la introyección, se ha "tragado" su sentimiento de frustración y carencia, haciéndose la envidia –gracias al mecanismo defensivo secundario de la represión– menos consciente que la tristeza que le es consecuente, y que tiende a convertirse paulatinamente en el clima emocional habitual de este ego identificado con el papel de "víctima" trágica. A su vez, utilizando el mecanismo secundario de la intensificación de las ansias orales, la intensidad emocional del IV es tan elevada que, paradójicamente, lo hace sentir especial, distinto, y mucho más profundo que la inmensa mediocridad y superficialidad de los hombres. Otro mecanismo secundario que perpetúa el papel de víctima es la vuelta contra sí mismo, o retroflexión, por la cual el odio consecuente con la frustración de las ansias orales es dirigido masoquistamente contra sí mismo.

Grupo esquizoide

Eneatipos VI, VII, V. Orientación al "pensar"

desde el temor y la primacía del mundo mental

ENEATIPO VI.

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La originaria desconexión con el ser ha producido en este eneatipo como en ningún otro una intensificación de la sensación de fragilidad y desorientación que producen temor, cobardía, duda y ambivalencia. Pero como sustituto del ser, este ego busca apoyo y orientación en la autoridad externa, en las convenciones, en las normas, en las figuras de poder, pero paradójicamente no llega a fiarse nunca de aquello en lo que busca apoyo y referencia, manteniendo una típica actitud de suspicacia y desconfianza que lo lleva a tener conductas rígidas, paranoides e hipervigilantes. El mecanismo de defensa principal de este ego es la proyección por medio de la cual se atribuye a los otros ser una potencial "amenaza", sin reparar en que esto se origina en un sentimiento interior de fragilidad, temor e inseguridad, pocas veces reconocida comúnmente rechazada y proyectada a través de la acusación. A veces prima la autoacusación, y esto sucede por mediación del mecanismo defensivo secundario de identificación con el agresor, por medio del cual abandona el lugar de fragilidad para ocupar imaginariamente el lugar simbólico de quien detenta algún tipo de poder y se constituye por ello mismo en un potencial agresor.

ENEATIPO VII.

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El predominio de la imaginación en este eneatipo hace que aparente ser menos mental y más emocional, pero en realidad en el goloso los afectos están subordinados a la búsqueda de placer y bienestar, y la satisfacción del deseo por medio de la imaginación. Puesto que este ego se identificó con el el papel de animador y motivador amistoso, da la impresión de estar siempre "up". Y para sostener esta identificación el ego goloso utiliza como principal mecanismo defensivo la racionalización, mediante la cual siempre encuentra "buenas razones" para evitar la culpa, huir del dolor, mantener la autoindulgencia, la autoexculpación, la indisciplina hedonista. Un mecanismo secundario es la idealización por medio de la cual sostiene, por un lado, un optimismo compulsivo generalizado y, por otro, una imagen narcisista de sí que lo hace sentirse más allá de las reglas. Otro mecanismo secundario de este eneatipo es la sublimación por la cual reetiqueta la gula como motivación altruista que lo lleva a estar siempre ocupado en buenos proyectos y buenas ideas, aunque muy pocas veces las lleve a la práctica.

ENEATIPO V.

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Desde una vivencia de profundo vacío, el avaro se retira del mundo y sus exigencias para lograr conservar y retener lo poco que cree tener. De allí que los demás suelan percibir al eneatipo V como desamorado y apático, a la vez que se manifiesta hipersensible y exteriormente tranquilo. El mecanismo defensivo que predomina en este eneatipo es el aislamiento, por el cual, aún estando eventualmente rodeado de gente, logra tomar distancia del mundo con sus reclamos y manipulaciones, mediante la interpolación de un vacío mental que tiende a separar el afecto de las experiencias, pensamientos y recuerdos. De esta manera su vida tiende a transcurrir más en su mente que en unión con su cuerpo, adoptando un papel de observador no participante respecto de la vida en general. Un mecanismo secundario del V es el de escisión del yo, gracias al cual pueden coexistir simultáneamente en el interior del esquizoide sentimientos y valoraciones opuestas respecto de un mismo objeto o sujeto. Otro mecanismo de defensa secundario en este eneatipo es la formación reativa, por medio de la cual rechaza la ira y la indisciplinada gula, asumiendo el superyoico papel de "niño bueno".

Corolario

El Eneagrama de los Mecanismos de Defensa desde el enfoque transpersonal nos muestra los principales intentos fallidos del ego por suplir el "vacío", el "oscurecimiento óntico" y el sufrimiento existencial productos de la originaria desconexión con ser, lo que en las tradiciones espirituales ha sido comúnmente denominado "caída" adámica. Pero lo paradójico es que, en tanto automatismos del ego, no sólo no logran suplir la desconexión con el ser, sino que más bien perpetúan el vacío, el oscurecimiento óntico y el sufrimiento existencial, convirtiéndose en patrones psicodinámicos rígidos que obstaculizan la libertad interior y perjudican las relaciones basadas en la justicia y el amor auténticos.

Un aporte importantísimo del Eneagrama es que no somos nuestros automatismos, aunque comúnmente vivamos en ellos. Tomar consciencia de los mecanismos de defensa predominantes propios de cada eneatipo, empezando por el propio, nos ayudará a superar progresivamente los automatismos del ego a la vez que nos permitirá comprender mejor los resortes ocultos del comportamiento de aquellos con quieres convivimos y tratamos a diario. Así, trabajando constantemente por una consciencia cada vez más amplia y lúcida, estaremos colaborando activamente al surgimiento de las genuinas cualidades de la esencia, y mejorar las relaciones con el sí mismo auténtico y con los demás.

 

 

Autor:

Lic. Marcelo Aguirre

Buenos Aires, Abril de 2010

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