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Filosofía y Educación

Partes: 1, 2

    De la distinción entre el aficionado (filosofía mundana), el profesional (filosofía "académica") y el filósofo (Filosofía): una discriminación tipológica indispensable para el debate sobre Educación, Universidad y Mercado de Cuaderno de Materiales

    Prólogo

    Desde luego que quien escribe ahora el presente ejercicio no es un analfabeto, tampoco un académico ni un filósofo, en todo caso un erudito en ciernes con aspiraciones filosóficas; pero a la hora de encabezar el escrito, ya que todos los escritores ponen bajo el nombre la profesión, aquello que hacen para vivir y de lo que comen y pagan el alquiler o la hipoteca, por ese motivo subencabezamos como Vigilante nocturno, si bien todos los textos de filosofía de una miríada de publicaciones llevan el subencabezamiento de Profesor de la Universidad X. ¿No ha de ser ese fenómeno un primer motivo de reflexión para quienes se preocupan por el lugar de la filosofía en la sociedad actual?

    Desde luego debemos a la Academia actual en el sentido no platónico sino universitario de la palabra, nuestra mala formación, y buena parte de la buena formación la hemos tenido que adquirir, epicúreamente, por nuestra cuenta, luchando de por vida por rellenar lagunas. Por tanto nuestra deuda (noción crediticia protestante-capitalista) para con la Universidad y el Estado es al menos ambigua y, en todo caso, parcial. No obstante, en lo que sigue intentaremos hacer honor a tal deuda.

    I.

    Lo primero que se aprende en la escuela la primera vez que se reciben unas clases de Historia de la Filosofía es que Platón distinguía entre ideas y opiniones, entre doxa y episteme, así como entre apariencia y realidad. De modo que en lo que sigue, procuraré articular no ya tanto mis opiniones, sino también algunas ideas, no adoctrinando a nadie, sino realizando un diagnóstico de un problema, una cartografía, un mapa imperfecto que podrá servir de orientación a quien no conozca directamente y mejor que la topografía presente los caminos que ésta traza; aun a sabiendas de que ningún mapa más que el que propiamente se trace tras familiarizarse con tal arte podrá ser de utilidad.

    Es un problema muy difícil y complejo el responder a la pregunta ¿qué es la filosofía? Proporcionar una respuesta teórica resulta una tarea titánica porque se trata de un asunto que se lleva discutiendo durante alrededor de dos mil quinientos años y no voy a abordarlo sino colateralmente en la presente ocasión. Porque si nos fijamos en su dimensión y delimitación ya no teorética sino pragmática, eso nos puede arrojar bastante luz respecto a lo que nos ocupa. Al abordar el problema desde la pregunta ¿qué es filosofar?, y no ¿qué es la filosofía?, encontramos algo más que dificultades insoslayables. Esta pregunta colateral nos lleva, inmediatamente, a contestar que filosofar es aquello que hacen los filósofos, que filosofar es hacer filosofía y que filósofo es quien hace filosofía. Dimensión práctica tratada someramente por Wittgenstein y relacionada, como veremos, con la producción de conceptos o ideas: "Die Philosophie ist Keine Lehre, sondern eine Tätigkeit" (Tractatus Logico-Philosophicus 4.112). Si hacer filosofía es lo que, indudablemente, han hecho gentes como, por ejemplo: Platón, Aristóteles[2], Tomás de Aquino[3], Spinoza[4], Kant[5], Hegel[6], Husserl[7], Sartre[8], Wittgenstein[9] o Heidegger[10], por poner unos nombres de los que nadie discutiría el calificativo de "Filósofos", entonces quienes queramos "hacer filosofía", aun sin responder a la pregunta "¿qué es la filosofía?", lo que tendremos que hacer es tomar como modelos a los grandes filósofos y encaminarnos hasta llegar a hacer lo que ellos han hecho, hasta llegar a la filosofía pura y al manejo de conceptos al más alto grado de abstracción, que es el núcleo de lo que han hecho y sobre lo que gira el resto de su producción literaria. De ahí que la familiaridad con al menos un filósofo, el convertirse en especialista del mismo y, al tiempo, el hacerse su amigo tomándolo por maestro socrático, pueda ayudar a comprender cómo se hace la filosofía. Esto es, a partir de un modelo preclaro, junto a otros requisitos, podría llevarnos esa mímesis y ese empeño, con el tiempo, la disciplina y el esfuerzo, a convertirnos en filósofos nosotros mismos. Por otra parte, el filósofo, en sentido estricto, es quien tiene un sistema holístico de explicación de la realidad, aunque también en sentido lato, son muchos los filósofos que se han ocupado de una parcela de la realidad y no del todo.

     

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