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El barotraumatismo (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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Viajes en avión y el buceo

Los barotraumatismos del oído se deben frecuentemente a los cambios de altura bruscos y a la práctica de deportes como el buceo. A nivel del mar, la presión es de 760 mmHg y a mayor altura ésta disminuye, de forma que si en el intervalo de ascenso el tiempo de adaptación para equilibrar la presión interior del oído resultara insuficiente, se podría producir un barotraumatismo del oído medio.

En los viajes aéreos, sufren mayor riesgo quienes se encuentran dormidos durante el descenso del avión, quienes no están habituados a volar, y las personas que padecen catarros rinofaríngeos, alergias y congestiones. En estos casos, la permeabilidad de la trompa se ve disminuida.

Algo similar ocurre entre los submarinistas, aunque en su caso se deben adaptar al agua, cuya presión es mucho más rigurosa que en la superficie, hasta el punto de poder provocar la rotura de la membrana timpánica, con la consiguiente penetración de líquido en el interior del oído y la disrupción del laberinto debido a la temperatura del agua. El resultado podría ser fatal para el submarinista: la desorientación en el fondo marino.

Cuidado con la limpieza brusca

Una forma muy especial de barotraumatismo es la que accidentalmente se produce cuando se efectúa la limpieza de los conductos auditivos. Éstos son sinuosos tapizados por unas glándulas que segregan una sustancia cérea (el cerumen) que, en ocasiones, puede acumularse en su interior hasta llegar a taponar el oído. De hecho, hay personas que deben efectuar la limpieza con cierta frecuencia para impedir que el cerumen se endurezca y forme un verdadero bloqueo, aunque las molestias se limitan normalmente a la sensación de oír con menos agudeza de lo habitual.

Para ablandar estos tapones, se suministran unas gotas que se comercializan en farmacias, o, simplemente, se instila poco de aceite de oliva — algo que no recomendamos, ya que puede resultar en infecciones. Ya una vez reblandecido el tapón, se inyecta agua templada con una jeringa especial, que elimina los restos de cerumen. Esta operación requiere, por su complejidad, que la lleve a cabo un médico, ya que si la inyección del agua se produce con una presión excesiva se puede dañar el tímpano e, incluso, romperlo — complicación muy frecuente, aun en manos expertas.

El oído, un aparato complejo

El conducto auditivo externo proyecta las ondas sonoras sobre el tímpano, donde se registra la primera vibración auditiva. A través de la cadena de huesecillos del oído medio, esta ondulación activa un delicado mecanismo que estimula las células acústicas, donde se produce la conversión de la energía de la presión en otra forma de energía que se transmite por el nervio acústico al cerebro.

El origen de la sensación acústica está ligado a la actividad de los sistemas de transmisión y percepción de los sonidos, situados en el oído. El aparato de transmisión conduce la energía sonora a las estructuras del oído interno, de tal forma que la hacen receptiva para estimular las terminaciones neurales.

Este sistema de transmisión está constituido por el pabellón de la oreja y el conducto auditivo externo, que, en conjunto, forman un embudo que incrementa la vibración sonora. Haciendo que cuando ésta llega a la membrana timpánica, su intensidad es doble de la que fuera en el pabellón auricular.

Por otra parte, para que la membrana timpánica vibre con soltura y precisión y, a su vez, transmita la onda a la cadena de huesecillos, es preciso que la presión a un lado y otro del tímpano esté equilibrada.

No hay que olvidar esto último.

Los síntomas:

  • Dolor de oído — conocido como otalgia — de intensidad variable según la presión.
  • Disminución de la audición e hipoacusia — o disminución de la capacidad de oír — con sensación de oído taponado.
  • Tinitos o acufenos, ruidos continuos o intermitentes que se perciben en forma de silbidos, zumbidos, sonidos de campanas, ruidos de cascadas…
  • Sensación de tener líquido en el interior del oído.
  • En los casos más graves, la rotura del tímpano provoca una hemorragia interna (otorragia), y si se lesiona el oído interno, pueden aparecer cuadros vertiginosos.

Siempre lo mejor, la prevención:

  • Abstenerse de volar o bucear si se sufre un cuadro infeccioso agudo de las vías respiratorias altas: catarros, alergias, sinusitis… Si el viaje en avión no se puede aplazar, se aconseja el uso de vasoconstrictores nasales antes del vuelo para descongestionar las mucosas y abrir la trompa de Eustaquio. Para esto, siempre consulte a su médico.
  • Evitar dormir durante la maniobra de aterrizaje.
  • Al sentir los primeros síntomas (taponamiento ótico o sensación de tener el oído ocupado), realizar la Maniobra de Valsalva de manera repetida: forzar la entrada de aire en el oído sonándose la nariz, con la boca y las fosas nasales bien tapadas (véase más adelante).
  • Si en los viajes en avión, o en ascensos y descensos en carros de puertos de montaña, nota un taponamiento de los oídos, masque chicle, ya que los movimientos de deglución y masticación facilitan la apertura de la trompa.
  • Si se produce el barotraumatismo con todos los síntomas citados, se debe acudir al médico.
  • Las personas que producen mucha cera en sus oídos deberían efectuar una limpieza frecuente con palitos con algodón en los extremos y sin introducirlos demasiado para no dañar el tímpano. Aquí recomendamos mucha cautela.
  • Una ó dos gotas de aceite de oliva — remedio vetusto que no recomendamos — facilitan esta limpieza.

Maniobra de Valsalva

En resumen

El oído, órgano localizado en el "vecindario" de la boca y la nariz, se encuentra muy cercano para que no sea afectado por lo que, a los otros dos sistemas contiguos, aflige.

Para evitar sus complicaciones médicas hay que mantener este vecindario tan estéril como tranquilo — tratemos…

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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