Se hace indispensable que al alumno se le permita opinar y dar puntos de vista, aun cuando estos difieran de los de su profesor y de los de sus compañeros, es necesario que el alumno pueda desarrollar su espíritu crítico de las cosas y que también desarrolle, como parte de su formación, la curiosidad por descubrir nuevos y variados conceptos por sí solo. No puede haber un real aprendizaje y una verdadera formación por parte del estudiante si tan solo se le recluye a ser un mero escucha de lo que el maestro enseña. Enseñar es más que solo transferir conocimiento a una persona, y aprender es más que solo recibir una serie de conocimientos sin tomar parte activa en dicho proceso. Es que enseñar exige respetar el razonamiento del que también fueron dotados, como yo, los alumnos. Al no permitir al estudiante razonar dando opiniones y poniendo en práctica su curiosidad investigadora, yo como profesor estoy volviéndolo, por ejemplo, alguien que puede memorizar o recordar ciertas enseñanzas, pero que no sabe razonar ni dar puntos de vista acertados y lógicos en cuanto a los temas estudiados en la clase. Algo que por cierto es muy común entre los estudiantes de nuestros días, aun los de nivel universitario.
Ahora trataré de contestar las preguntas: ¿qué significa ser maestro? y ¿qué significa ser estudiante o alumno? Ya he dicho que maestro no solamente es aquel que transfiere o imparte conocimientos a sus alumnos, el maestro es mucho más que eso. El maestro es primeramente un formador, es decir alguien que con sus conocimientos tiene una parte importante en la formación de la persona y el carácter de sus alumnos.
Ser maestro implica más que solo impartir y derramar conocimientos en la mente de sus estudiantes, implica meterse en la mente y en el corazón de sus alumnos para identificar sus necesidades reales, y de esta manera ponerse en los zapatos de ellos para tratar de ayudarlos, con los conocimientos impartidos, a tomar decisiones importantes que los lleven a llenar dichas necesidades de la manera correcta.
Además, ser maestro conlleva el hecho de enseñar a vivir a sus alumnos lo enseñado por él con el ejemplo propio. Es necesario, como formador de vidas, empezar por vivir en forma consecuente con lo que se enseña. Un maestro no puede ni debe darse el lujo o la libertad de poner un mal ejemplo a sus alumnos. Viene a mi mente la imagen de mi más querido profesor en mi vida como estudiante, cuando yo cursaba el cuarto año de primaria. Aquel maestro siempre nos pedía, es más nos exigía, escribir con buena ortografía, recuerdo que cuando revisaba diligentemente mis cuadernos siempre se tomaba el tiempo para corregir las palabras mal escritas o con una mala ortografía.
Pero lo que más me impresionaba de este hecho es que él siempre nos exigía una buena ortografía porque el siempre escribía con una ortografía correcta. Es decir que él nos enseñaba primeramente con el ejemplo. Y que bendición fue para mí aquel profesor, ya que hasta ahora soy un admirador del escribir con buena ortografía; para mí lo más importante en un buen escrito, aparte por supuesto del contenido, es que esté redactado con buena y correcta ortografía.
Para concluir con este segundo punto, diré también que ser maestro implica mantener un dialogo constante con los alumnos, a través de escuchar con atención sus opiniones y descubrimientos propios, aun cuando en algunas ocasiones difieran de nosotros y de nuestros conceptos. Es necesario respetar, sin perder la autoridad que me corresponde como docente, los puntos de vista de los estudiantes. Esto con el fin de que ellos también aprendan a formar sus propias convicciones, convicciones que a la larga llegaran a ser sus valores y filosofía de vida.
Como maestros no debe darnos miedo, si así lo pudiéramos llamar, el hecho de que ellos tomen una posición contraria a la mía. Al fin y al cabo ellos están formando, para bien o para mal, su propio futuro destino. Aunque desde luego que como maestros, y creo que así pensamos todos, esperamos que lo que les enseñamos hoy influya para el bien de ellos y de los que serán enseñados por ellos.
Concluyo diciendo que entonces enseñar y aprender van de la mano, no hay enseñanza sin aprendizaje; como no hay aprendizaje sin enseñanza. Enseñar no es solo transferencia de conocimiento por parte del profesor a sus alumnos. Se requiere que el estudiante tome parte activa en el proceso de enseñanza para que pueda aprender correcta y eficazmente.
De igual manera, es necesario que podamos entender que el maestro ante todo es un formador ya que tiene parte importante en el proceso formativo de la vida de sus alumnos. Es necesario ponerse del lado del alumno para poder entender sus necesidades y enseñarles de acuerdo con estas necesidades. Además ser maestro implica ser alguien que da ejemplo a sus alumnos. Es decir, alguien que vive lo que enseña, a fin de que el alumno también viva una vida ejemplar.
Por último, ser maestro significa respetar la autonomía de los estudiantes. El maestro, tanto como el alumno, deben respetar las diferentes opiniones y puntos de vista que se dan a través del diálogo en clase.
Dios permita, que como maestros y como alumnos; que como aquellos que enseñan y aquellos otros que aprenden, estemos abiertos a los cambios y formas de ver la manera de educar y de aprender hoy en día en que estamos viviendo un era de constantes cambios. No se nos está permitido, y no debiéramos, quedarnos atrás en cuanto a lo que de enseñanza se trata. No cuando vemos la gran necesidad de buenos y valiosos sistemas de educación en el mundo tan cambiante de nuestros días.
Autor:
Bonifacio Peregrino Villarreal
Formación de profesores virtuales
12 de Septiembre, 2010
Profesor: José Pacheco Castillo
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