Los unos tienen pene y los ceros vagina: sexo y género en Internet
Enviado por José Luis Ramos Salinas
INTRODUCCIÓN
Hay consenso en que Internet ha venido a revolucionar el mundo de los negocios (e-business), el de la educación (e-learning), etc. Y aquí es donde radica la hipótesis de nuestro trabajo: Internet ha transformado radicalmente la manera en que los humanos (al menos los que tienen acceso a estas tecnologías) ejercen su sexualidad, más específicamente nos referimos a la manera en la que asumen el sexo, y a las nuevas formas de tener relaciones sexuales que han surgido; así como a la flexibilidad y enorme variabilidad que adopta la categoría género en el mundo virtual.
En síntesis, intentamos llamar la atención sobre la aparición de un "e-sex" y de un "e-gender"; aunque nosotros preferimos hablar de "sexo virtual" y "género virtual" porque de lo que vamos a tratar, más que de cómo cambia el sexo y el género cuando se usan tecnologías electrónicas, es de su particular existencia en el mundo virtual que ha generado Internet específicamente. Búrdalo sostiene con acierto que "Desde la Antigüedad el hombre ha manifestado y comunicado sus apetitos y tendencias sexuales de las más diversas formas" (Búrdalo, 2000: 29), pues esta ponencia es precisamente una exploración a las más recientes formas que han adoptado los apetitos y tendencias sexuales.
1.- SEXO VIRTUAL
1.1.- SEXO MEDIADO POR COMPUTADOR (SMC)
El SMC se desarrolla en el cibermundo, es un sexo no físico, virtual por ello mismo, que se "materializa", o mejor, se inmaterializa en ceros y unos. Estamos hablando entonces de un sexo incorpóreo, de relaciones sexuales desprovistas de cuerpos, de olores, de sensaciones táctiles (Gubern, 2000: 22-23) y que en ningún caso derivan en contactos físicos intercorporales. En el sexo virtual, las caricias y el coito son mediados por el computador y sólo se realizan en el nivel virtual de los ceros y unos, en un tiempo flexible que puede ser sincrónico o asíncrono, dependiendo de las tecnologías que se usen; y en un espacio difuminado que constituye un no lugar (Augé, 1993: 84-86), o mejor, un espacio de flujos (Castells, 1998: 457-462), en donde las ubicaciones pierden sentido y son las conexiones las que realmente importan.
Es cierto que es común que los internautas se toquen a sí mismos a fin de procurarse excitación sexual, pero es cierto también que la persona o las personas (sexo grupal virtual) con las que se está comunicando un*, no existen sino en la pantalla, pues no hay manera de estar seguros de que existan en el "mundo 3D". Y si así fuera el caso, lo más probable es que no sean como dicen ser (Gwinnell, 1999: 48, 88); pero como su papel como sujetos actuantes está ajustado no a quienes son en realidad sino a quienes son en la virtualidad, y en cuanto quienes se interrelacionan con ellos no lo hacen tampoco con el sujeto real, sino con el virtual, resulta que lo que importa en el SMC no son los internautas en sí mismos, sino en quienes se convierten éstos en el mundo virtual. Se trata por ello de un sexo virtual entre seres virtuales, que pueden o no tener un referente en el mundo físico, y aún cuando lo tengan no tiene por qué existir una relación de correspondencia entre el ser virtual y el físico. Por lo tanto, discrepamos con Búrdalo cuando sostiene que "…en definitiva, quienes están frente a la máquina no son más que todos aquellos que viven… y aman fuera de lo que podríamos denominar virtual" (Búrdalo, 2000: 33); pues creemos que lo que sí se da en definitiva, es que quienes viven y aman en el mundo real no son los mismos que viven y aman en el mundo virtual; los primeros tienen cuerpo, los segundos no, y eso implica infinidad de cosas.
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