El desarrollo sostenible. Reclamos morales a partir de las perspectivas que ofrece la Bioética
Enviado por María Juana Espinosa Rodríguez
RESUMEN:
Este articulo versa sobre cuestiones ética en el campo de la generación y difusión del desarrollo sostenible tomando en consideración los reclamos morales a partir de las perspectivas que ofrece la Bioética: área de reflexión y de acción práctica referida a la racionalidad ética de la conducta humana respecto a la conservación y la calidad de la vida tanto humana como no humana.
Se reflexiona sobre el desarrollo sostenible o sustentable a partir de la búsqueda bioética considerándose algunas propuestas, así como las controversias y disputas entre seres humanos que no comporten las mismas apreciaciones morales y la búsqueda de soluciones pacificas.
Introducción:
Desarrollo humano y medio ambiente son actualmente temas dominantes en el debate sobre las relaciones internacionales, sin embargo, lograr el consenso con relación a ellos no ha sido fácil y aún persisten las discrepancias en la interpretación de lo que se entiende por desarrollo y en el modelo a seguir para alcanzarlo.
Si bien el desarrollo como concepto es relativamente nuevo ya que comienza a utilizarse con frecuencia solo después de la Segunda Guerra Mundial, desde la década de los años 30 existe conciencia de la posibilidad de promoverlo racionalmente; en ese momento la concepción sobre el mismo que prevalecía se fundamentaba sobre supuestos predominantemente técnico – económicos. Sobre esta concepción ejerció una notable influencia el sentido economicista de la escuela neoclásica del keynesianismo que hace énfasis en la importancia primaria del crecimiento productivo y la modernización económica, dando por sentado que al logro de este objetivo primario seguiría como consecuencia el progreso social.
Desde la perspectiva anteriormente expuesta la incorporación de tecnologías nuevas y más eficientes a la industria fue considerado como el factor primordial en el proceso de expansión de la economía. De esta manera muchos terminaron reduciendo el desarrollo al crecimiento económico y la industrialización fue declarada la vía para alcanzarlo.
Aunque prevaleciente por mucho tiempo y aún hoy esgrimida por algunos, la concepción incrementalista del desarrollo comienza a ser objeto de intensas críticas en la década de los años 70. Durante los 60 y los 70 se registra una considerable expansión económica en los países subdesarrollados sin un desarrollo paralelo en el ámbito social; salvo muy raras excepciones el crecimiento de la producción generó un proceso de concentración de las riquezas y el ingreso en beneficio de las capas más ricas de la población y en desmedro de la calidad de la vida de los sectores más pobres. Estaba claro que la expansión de la producción no implicaba necesariamente una mejor distribución de sus frutos, ni un bienestar social generalizado; en el mayor de los casos, por el contrario había significado un aumento de la injusticia social y la inequidad.
Los hechos demostraban que "el desarrollo no es el mero aumentar de lo que hoy existe, sino un proceso de intensos cambios estructurales", que van más allá de los marcos técnico – económicos a que se hacía referencia. Lejos de limitarse a ser solamente un fenómeno económico, el desarrollo comenzaba a interpretarse como un "proceso multidimensional, que lleva consigo la reorganización y reorientación en los sistemas económicos y sociales, que no se limita a elevar los niveles de renta y de producción, sino que da lugar, además a transformaciones sociales importantes de las estructuras institucionales, sociales y administrativas"
No obstante, aún cuando los objetivos sociales del desarrollo adquirían un relieve destacado con relación al acento productivista de las pasadas concepciones, durante los años 70 las propuestas de los organismos internacionales si bien ponían acento en vagas y generales formulaciones de equidad internacional, de mejora del bienestar social para todos, de eliminación de privilegios inmerecidos y de superación de las diferencias de extremas riquezas y las injusticias sociales, como propósitos esenciales del desarrollo; las políticas y medidas recomendadas no eran congruentes, ni efectivas. Para ello se requerían de transformaciones fundamentales tanto en el orden internacional, como en la organización sociopolítica interna de los países que eran mucho más difícil lograr que formularlas.
Durante los años 80 se replantea el concepto de desarrollo, profundizándose en su sentido humano. A partir de 1990 el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) inicia la publicación anual de un informe sobre la dimensión humana del desarrollo como intento de medir y comprobar el desarrollo en su integralidad, con ello se difunde el término desarrollo humano.
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