La Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas celebrada en París en el año 1925, fue el espacio genésico desde el cual se promocionó a escala internacional el estilo Art Decó –denominado así a partir de la retrospectiva "Les annés 25" realizada en el Museo de Artes Decorativas de la capital francesa en 1966.
La alianza creciente entre el arte y la industria, unida a las teorías enarboladas por la Bauhaus, y la pujanza inmensa de la Modernidad, encontraron en el Decó un espacio de expresión acorde con los nuevos tiempos.
Su inmensa repercusión a lo largo del período de entreguerras, se manifestó en todas las áreas del diseño, la decoración y la producción artística de modo general, y el cine Hollywoodense lo popularizó a través de su fábrica de sueños, convirtiéndolo en la representación del ideal de vida de la Belle Epoque.
La Habana republicana muy pronto fue seducida por el joven estilo, y las salas de cine (convertidas en un espacio favorito de recreo y distracción de aquel entonces), lo publicitaron desde su imagen constructiva, anunciando su filiación directa a la Modernidad y al séptimo arte, hijo genuino de los tiempos modernos.
Es precisamente en medio de este escenario que la ciudad estrena una de sus joyas art decosianas: El Cine-Teatro Fausto (1938), construido por el arquitecto Saturnino Parajón en la esquina de Prado y Colón, con capacidad para 1640 personas, en un sitio privilegiado dentro de la trama citadina, que sigue siendo hoy, a pesar de su deterioro, uno de los espacios más dinámicos de la ciudad.
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