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Nietzsche-Heidegger… Actualización de un controversia

Enviado por Hernán Montecinos


Partes: 1, 2

  1. ¿Contrapunto metafísico o anti metafísico?
  2. Un nuevo modo de pensar

¿Contrapunto metafísico o anti metafísico?

¿Cómo es que la metafísica tradicional continúa vigente aún después de que se ha dado a Dios por muerto innumerables veces? Esta interrogante se despliega en todo el pensamiento y obra de Nietzsche, en ese afán por desplazar a la metafísica del irritante lugar de privilegio que ocupa en los modos de construir los pensamientos filosóficos. Como sabemos, para el filósofo, la figura de Dios representa la predilección por las formas estáticas, por las estructurales verticales fijas sustentadas por principios supremos, y el hombre como mero sujeto de la representación (universal).

A partir de esta imagen surgen preguntas obvias: ¿será Nietzsche también parte de la metafísica que cuestiona?, ¿sus propios martillos deberán golpear también su propia filosofía?, ¿la mera crítica a la metafísica tradicional implica por sí misma salirse de ella?

En lo concerniente a estas interrogantes el filósofo Martín Heidegger considera el pensamiento de Nietzsche como mero consagrador de la metafísica tradicional, sin lograr superarla, quedando entrampado en ella. Sin embargo, hay otros que no están muy de acuerdo con esta visión considerando, cada uno de ellos, por razones diferentes, que la filosofía de Nietzsche si rompe las formas tradicionales del pensar constreñidas dentro de los marcos de la pura metafísica.

Entonces, discutir la inserción o no de la filosofía de Nietzsche en la metafísica tradicional implica poner en cuestión si este filósofo logró o no sortear las trampas que impone la metafísica tradicional a la hora de desarrollar su propia filosofía. Más aún, ¿es posible despegarse de la metafísica tradicional cuando ella ha efectuado condicionamientos prácticos palpables aún en el mundo contemporáneo?, ¿podría afirmarse que Nietzsche, a pesar de ser uno de los críticos más profundos de la metafísica tradicional, pudo mantenerse incólume a sus consecuencias prácticas?

Como es sabido, Heidegger es de la idea que la filosofía occidental ha estado marcada por el signo de la metafísica; es decir, por la búsqueda de una presencia última, inconmovible, que asegurara la certeza de nuestras proposiciones. El propósito declarado en el "Teeteto" por Platón habría fundado, por decirlo de algún modo, la metafísica occidental. Por ello, el platonismo ha sido metafísica y toda la metafísica nada más que platonismo, es decir, búsqueda de aquella certeza apodíctica que tanto apeteció Platón. Sin duda Nietzsche no tendría problema en coincidir con este juicio, no en vano se entreveró en un cuerpo a cuerpo con la Idea de Platón, por considerarla responsable de todo el discurso metafísico posterior. Pero es el caso que Heidegger, en su mirar metafísico, se entusiasma más de la cuenta al tratar de incluir las ideas de Nietzsche dentro del juego de lo puramente metafísico.

En efecto, a comienzos de la década del 60, Heidegger afirmaba que Nietzsche había "fracasado" en sus intentos por "superar la metafísica"; por el contrario, afirma que su filosofía representa el último eslabón, el último avatar, la consumación de la metafísica. Concluye, por tanto, que Nietzsche es un pensador metafísico. En su entusiasmo metafísico, Heidegger incluye el nihilismo y la "Voluntad de Poder" en el mismo rango metafísico que el sujeto cartesiano, al que se debe leer en relación con el problema del Ser. Con el sujeto cartesiano, que duda cabe, pero respecto de la "Voluntad de Poder", una afirmación demasiado temeraria. Sin duda, un juicio controvertido sobre el cual se ha suscitado un gran debate filosófico que, lejos de haberse apagado, en nuestros días se reaviva.

La postura de Heidegger, en un principio, nadie pareció discutirla, tal vez temerosos los filósofos de la época de quedar mal parados por tratarse de una afirmación proveniente, ni más ni menos, de la palabra más autorizada en las cuestiones relativas a la teoría sobre el "ser". Sin embargo, más pronto de lo esperado, las posiciones disidentes de la escuela francesa más contemporánea empezarían a contradecirlo, a lo que, paulatinamente, otros filósofos de las más distintas corrientes empezarían a sumarse. Ya hoy, esta disidencia ha logrado concitar a un abigarrado grupo de connotados filósofos en contra de la postura heideggeriana, entre otros: Gilles Deleuze, (la diferencia), Eugenio Fink (el juego), Jacques Derrida (el deconstruccionismo), Pierre Klossowski (el complot), Fernando Savater (el politeísmo), Mónica Cragnolini (la razón imaginativa), Karl Lowith, Silvio J. Maresca, P. Boudout, etc.

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