El segundo capítulo introducimos un marco teórico que plantea el devenir historiográfico en Panamá y sus nuevas tendencias. Revisamos la historia política haciendo algunas consideraciones sobre el militarismo y el autoritarismo. Además, consideramos la realidad de los cuerpos armados latinoamericanos, en sus etapas de profesionalización y modernización.
El tercer capítulo desarrolla una detallada evolución de nuestro instituto armado, desde su creación hasta la conversión en Guardia Nacional por el Coronel Remón en 1953. En cada una de las etapas en que dividimos este proceso evolutivo de la institución armada hacemos importantes consideraciones sobre su participación en la historia panameña. Al final de este capítulo, incorporamos una semblanza del Coronel Remón desde sus momentos de encumbramiento personal y político hasta su final trágico.
Culmina esta investigación, en su capítulo cuarto, con un análisis general de los partidos políticos en Panamá, pero en particular de la organización política partidista que surge alrededor de la figura de Remón. La Coalición Patriótica Nacional aglutina en su seno a los sectores de la influyente oligarquía nativa, y pretende constituirse en la expresión única de los valores políticos nacionales. Sin contenido ideológico, pero con apoyo oficial decisivo en los torneos electorales locales, la CPN, representa la primer intento de dotar a la República de un régimen bipartidista. Con el Comandante a la cabeza, luego de unas elecciones con resultados severamente dudosos, el Partido asume el poder en 1952, formalizando así el proyecto oligárquico.
CAPÍTULO PRIMERO
IMPORTANCIA HISTÓRICA DEL ESTUDIO
1.- PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:
Es evidente que las fuerzas armadas panameñas [1]no jugaron un papel trascendental en los proyectos de afirmación nacional concebidos en nuestros primeros años de vida republicana. La independencia de 1903 nos legó un Estado mediatizado con el establecimiento de una virtual colonia en nuestro suelo. Esto incluyó la desarticulación total del ejército nacional desde los primeros años de la República y el sometimiento de nuestra fuerza pública a los caprichos de la potencia dominante. El hecho provocó que, a diferencia del resto de Latinoamérica, la participación de las fuerzas armadas nacionales en la constitución de un Estado independiente y soberano, fuera insipiente.
Durante las primeras décadas republicanas, por consecuencia, existieron en Panamá una fuerza pública colonizada, extremadamente dependiente, "recreada y entrenada" por el imperio. Pero a partir de ciertos acontecimientos que se suceden en la década de 1930, las fuerzas armadas, a nuestro criterio, toman un nuevo rol en el desarrollo institucional. "la eliminación de las cláusulas del Tratado de 1903 por las cuales se confería a este país, el rol de garante de la independencia y el derecho de intervenir en los asuntos internos de Panamá. En estas condiciones, la idea de un cuerpo de policía menos dependiente de las fuerzas armadas de la Zona del Canal…gana terreno en la lógica norteamericana."[2]. Este hecho, sumado al ocurrido en enero de 1931, cuando un movimiento insurreccional liderado por la organización Acción Comunal, en el que, un grupo de inexpertos, medianamente armados, se toman el cuartel de la Policía Nacional e indican que es necesario que el Estado panameño posea unas fuerzas armadas más beligerantes, que por sí solas, garanticen la estabilidad del gobierno.
A partir de los acontecimientos de la década de 1930, por lo tanto, es imposible soslayar la presencia y beligerancia de la Policía Nacional en los asuntos del Estado panameño. Su accionar debe ser tomado en cuenta para entender claramente nuestra historia republicana. Luego del periodo inicial de nuestra mediatizada vida republicana, en que la Policía Nacional fue convertida en un apéndice del ejército de los Estados Unidos,
acantonado en la Zona del Canal, ocurriría un proceso de maduración en la institución armada, que la conducirá a adquirir una mayor figuración en el plano nacional.
Su paulatino protagonismo como organismo de mediación, en las luchas por el poder político de los grupos hegemónicos, a través de los partidos políticos, fue adquiriendo mayor beligerancia a medida que el país evoluciona política, económica y socialmente. Surgirá la necesidad de dotar al cuerpo de policía de alguna autonomía para que, por su propia decisión y capacidad, salvaguarde la estabilidad política y que sirva, a la vez, de árbitro eficiente en la tarea de dominación que mantienen los poderes económicos tradicionales en la República. Esta tarea, siempre, deberá estar acompañada con el nuevo rol que le asigna el poder colonial, a partir de los cambios logrados en 1936, en la relación canalera por los Tratados Arias-Roosevelt.
Nuestra investigación, dentro de un marco amplio de consideraciones del desarrollo y evolución de las Fuerzas Armadas panameñas, ser refiere al papel desempeñado por el Coronel José Antonio Remón Cantera, durante su permanencia en el cuerpo policial. Con formación militar en México, Remón comprendió que las fuerzas armadas latinoamericanas requerían de una dosis de nacionalismo e independencia para poder representar los intereses de los sectores sociales y económicos emergentes. Imprimió rápidamente una disciplina y organización militar a la Policía, severamente desmotivada por la ingerencia de las fuerzas extranjeras.
Desarrollamos además, el proceso de militarización de la Policía Nacional que empieza a ser trascendente a partir de 1943, y se extiende hasta 1953, cuando Remón la convierte en Guardia Nacional. Este proceso comienza a incubarse en la Policía Nacional mientras Remón es Segundo Comandante, pero se concreta en 1947 con su ascenso a Comandante Primer Jefe. En 1953, cuando el Comandante ya es Presidente de la República, la Guardia Nacional es un cuerpo plenamente militarizado. Así, se inicia el control por parte de este militar y, de la institución que dirige, de la situación política y militar del Estado panameño. Remón pasa a ser un auténtico "árbitro" de la política nacional durante un periodo importante de nuestra historia republicana.
En la historia política de Panamá se ha desarrollado la tesis, a nuestro parecer, incompleta, que plantea que el militarismo se inicia en nuestro país en 1968, cuando un golpe de Estado entrega a los militares la totalidad del poder político. Esa tesis la consideramos insuficiente porque, como lo establecemos en la investigación, la Policía Nacional y, luego la Guardia Nacional había reclamado para sí, una amplia cuota de poder político en Panamá. Tomando como base la creciente militarización bajo el liderazgo Remón, la institución militar, llámese Policía Nacional o Guardia Nacional, bajo la fachada de una democracia formal, había entronizado un sistema político que le permitía participar en asuntos que le correspondían al poder civil.
El periodo cronológico en que se ubica la investigación, está demarcado por notables cambios en la Policía Nacional y, en el país en general. A partir del derrocamiento de Arnulfo Arias en 1941, la administración entrante de Ricardo Adolfo de la Guardia, inicia un proceso de militarización policial propiciado por los Estados Unidos, bajo la influencia interna del Coronel Remón. Con él se logran concretar algunas exigencias, que ya se venían dando, a partir de la entrada de los Estados Unidos, en la Segunda Guerra Mundial. Por ello, el punto de partida para la investigación es el año 1943, cuando, a nuestro criterio, surgen las condiciones para la futura militarización del cuerpo policial panameño.
Remón, reingresado nominalmente a la Policía en 1936, luego de haber sido dado de baja en el año anterior por el gobierno de Harmodio Arias, paulatinamente va imponiendo su visión de la función que debe desempeñar la fuerza armada nacional en la coyuntura del momento. Es a partir del derrocamiento de Arnulfo Arias y el ascenso de Ricardo Adolfo de la Guardia en la Presidencia panameña, cuando Remón imprime un sello personal al cuerpo policial.[3] A partir de ese momento, la institución armada va tener una influencia efectiva en el aparato político del Estado panameño.
El ascenso del militarismo, a través de la Institución policial, no puede entenderse, sino bajo la nueva concepción de dominación imperialista definida, en torno a la Segunda Guerra Mundial. Las débiles naciones latinoamericanas deben alinearse bajo la influencia estadounidense en la lucha por la" libertad y la democracia". Se tomaron medidas urgentes para que América Latina quedara cerrada a los afanes expansionistas de las potencias fascistas, pero a la vez, quedarían inmersas en los afanes de un sistema militar interamericano, al servicio de los intereses políticos y económicos del imperio estadounidense.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo fue dividido en dos grandes ejes de poder, el alineamiento de Latinoamérica es evidente. La lucha contra el comunismo marca el desarrollo político y económico del mundo, en general y, de las naciones de América Latina, en particular.
Esta realidad influyó, en forma notoria, en los asuntos internos de la nación panameña. No hay duda de que la influencia estadounidense es más evidente en unas naciones que en otras. En el caso panameño es importante entender que la república mantiene una hipoteca con la nación norteña desde el momento de su independencia de Colombia. Remón, mantiene una clara identificación ideológica con los intereses de los Estados Unidos, quienes lo convirtieron en una pieza fundamental en el manejo de la nueva situación de posguerra en Panamá. Bajo el liderazgo del Coronel Remón, la Policía Nacional, definió su lealtad hacia las fuerzas armadas estadounidenses acantonadas en el Canal.
La política del Buen Vecino, inaugurada por Roosevelt, trató de dejar atrás los derechos de intervención directa en los asuntos latinoamericanos. Ahora, la estabilidad política y económica de la región sería custodiada por las fuerzas armadas criollas, modernamente equipadas. Estas fuerzas de orden y paz serían celosas vigilantes de la seguridad económica y de los intereses de las burguesías nacionales. Pero salvaguardando, a la vez, los intereses imperiales propios.
Bajo una fachada democrática, [4] lo gobiernos de los primeros años de la República, mantuvieron el control sobre el aparato del Estado, haciendo creer a los panameños que realmente existía un sistema de representación legítimo de los intereses populares. Los clanes familiares y empresariales, en una economía controlada y alimentada por sustanciosos privilegios con tendencias monopólicas, definían la situación de la sociedad oligárquica. A la población, con una formación política limitada, se le inducía a venerar a las "honorables familias", destinadas a disputarse el poder político en "elecciones" poco legítimas.
Existe en nuestra bibliografía nacional una cantidad importante de obras referentes al desarrollo institucional de la Policía Nacional y sobre la personalidad del Coronel Remón en su papel como militar y como político. La aparición de la Policía Nacional en el panorama político panameño y, específicamente las tendencias militaristas bajo el liderazgo de José Antonio Remón Cantera, han sido abordadas por varios autores nacionales y extranjeros. La mayor parte de esta bibliografía presenta una periodización de la
evolución de la institución armada en el devenir de la nación panameña y una relación global del periodo remonista dentro del proceso de desarrollo del militarismo en Panamá.
En estas obras encontramos abundantes detalles sobre el tema, pero a nuestro criterio, casi todas adolecen de un análisis integral de la problemática del militarismo en Panamá. Coincidimos con Carlos Barros, Profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, quien afirma que: "en la historia del Siglo XXI, lo que decide que un tema de investigación sea válido, es la aportación que hagamos a él. Son los problemas planteados, los métodos aplicados y los resultados obtenidos, quienes dan valor a la investigación y no, el tema en sí" [5] Nos hemos propuesto esta investigación, la cual planteamos desde un enfoque más historiográfico que histórico, desechando un tanto la historia narrativa y pretendiendo darle un sentido crítico a la historia de este periodo.
Vista con un enfoque global y con nuevas concepciones metodológicas, la historia política panameña, a pesar de todo, seguirá planteándose en términos de una historia de las estructuras de poder. El papel del historiador panameño será revivir el pasado, analizándolo desde fuera y no como actor o partícipe del drama. Aunque la historia política panameña ha estado constantemente viciada por el apasionamiento ideológico – partidario; los nuevos enfoques deben buscar una historiografía libre de luchas circunstanciales y alejada de las motivaciones prácticas propias de la política. Porque el historiador no tiene que convencer a sus contemporáneos; su función no es obtener resultados prácticos o hacer proselitismo político; su campo es la reflexión teórica dentro de los nuevos paradigmas de la historia. En base a esta renovación, que recientemente sufre la historiografía, buscamos repasar y analizar un periodo de la historia nacional, que consideramos fundamental en la estructuración de la República en el siglo XX y en la conformación del proyecto de nación, diseñado por los sectores oligárquicos.
El ascenso de Remón en la Policía Nacional, coincide con la nueva política de los Estados Unidos, que para 1940, a medida que avanzaba la Guerra en Europa, empezaron a monopolizar las misiones militares y el entrenamiento de los soldados latinoamericanos. Se inició la organización del Sistema Militar Interamericano para la defensa del continente, la venta de armamentos a América Latina y la formación de nuevos líderes que, bajo la influencia de los estadounidenses defiendan los intereses imperiales. Remón recibió entrenamiento militar en los Estados Unidos, desde inicios de la década de 1940. Se le envió a Fort Riley , Kansas, para tomar un curso de caballería básica.
Otro elemento que influyó sobre la política de Washington, hacia la América Latina en la década de 1940, fue el temor de los estadounidenses por la creciente influencia de las ideas nazi y fascista en el continente, especialmente, en América del Sur. Se realizó toda una campaña para erradicar la influencia de las potencias del eje en América Latina y en Panamá. "En las relaciones interamericanas, la coyuntura de la Guerra Mundial iba a suponer la consolidación de la influencia estadounidense. En parte, se trató de una evolución derivada de la lógica del conflicto. La interrupción temporal de los lazos comerciales tradicionales con los países europeos beligerantes comportó un alto grado de subordinación de las economías latinoamericanas a sus vecinos del norte. Asimismo, hubo que concertar los aparatos militares y los servicios de información continentales para garantizar una adecuada defensa del hemisferio". [6]
Un informe del Embajador de los Estados Unidos en Panamá, señor Edwin Wilson, remitido al Departamento de Estado apuntaba: "La estabilidad del gobierno de Panamá, depende de la lealtad de la fuerza policial y sobre todo, de los tres o dos oficiales que la comandan. El actual Jefe de la Policía, (Fábrega) no está considerado como un hombre particularmente fuerte. El segundo Comandante de la Policía es el Coronel Remón, que recientemente regresó de una visita a los Estados Unidos donde fue huésped del Departamento de Guerra…Se oye decir frecuentemente que Panamá está gobernada por los De La Guardia y los Fábrega". [7]
Con Remón al mando, la Policía Nacional comenzó a definir su lealtad a las fuerzas extranjeras que dominan el escenario militarista de la década de 1940, pero también su lealtad e influencia en los poderes locales de la oligarquía. [8] Se produce un proceso de "remonización" de la Policía Nacional que se va extendiendo a todo el país mediante la manipulación del poder político por el Comandante. Las clases hegemónicas ponen "a disposición del César, el aparato del Estado". Todos están cómodas con el advenimiento de Remón. Sin embargo, el acaparamiento por el Comandante de casi todos los "resortes" del poder en Panamá, generó un progresivo malestar entre las clases hegemónicas, hecho que se pone en evidencia en 1955, cuando es asesinado. Varias publicaciones previas han tratado de analizar la muerte del Coronel. De hecho, éste no es el tema fundamental de nuestra investigación.
Consideramos prudente detenernos para hacer algunas consideraciones en relación al término oligarquía y su inserción en el lenguaje político panameño. Desde hace mucho tiempo la palabra oligarquía ha significado lo mismo: el gobierno de un grupo de familias ricas. Viene del griego y significa poder de un grupo, refiriéndose por lo general, a un grupo de familias privilegiadas por el patrimonio de su abolengo. En todo caso se refiere a
un conjunto de familias de abolengo, amparadas directamente del gobierno, del dinero u otras prerrogativas o privilegios que les confiere el poder.
En Panamá ha sido costumbre señalar a la oligarquía como un grupo de familias ricas que gobiernan el país, cuyos ingresos están vinculados a formas rentistas (bienes raíces inmuebles y usura bancaria) o bienes o dinero concedido por las instituciones públicas. Asimismo se utiliza el término para designar a aquellas familias de abolengo, cuyo status puede o no estar vinculado a la riqueza material, pudiendo tratarse de apellidos cultivados por razones intelectuales, religiosas o militares.
Es importante establecer las diferencias entre los conceptos oligarquía y burguesía, que son propios del desarrollo capitalista, que tienden a convertirse en verdaderas clases sociales. La burguesía, es decir, la clase empresarial interesada en invertir sus excedentes, desarrollar el mercado interno y lograr la hegemonía en base al empleo salarial o a la participación democrática. La burguesía está más interesada en el mercado que en el gobierno. La oligarquía basa su poder político y económico, no solamente en los cargos del gobierno o en sus riquezas heredadas, sino también en estilos culturales de prestigio personal. La burguesía en cambio suele ser más anónima y menos presumida, obteniendo su poder principalmente de los negocios y de su éxito en el mercado.
En el caso panameño, Ricaurte Soler[9] sostiene que: "En las específicas condiciones panameñas el poder oligárquico lo integra la burguesía comercial y el casateniente, proyectada en el interior a través de terratenientes y caciquismos regionales…" Gloria Rudolf,[10] una antropóloga norteamericana en su obra La Gente Pobre de Panamá, anota: "La elite comercial panameña, un grupo de 20 familias, prominentes que se casaron entre ellas , prosperó y conformaron una oligarquía llamada los "rabiblancos" que gobernaron a Panamá con el apoyo de los Estados Unidos". Agrega, "para 1968 estas familias controlaban 99 de las 120 compañías más grandes de Panamá."
Alfredo Figueroa Navarro[11] en su obra Dominio y Sociedad en el Panamá Colombiano, lo plantea así: En el caso de la etapa de unión a Colombia, la oligarquía panameña está compuesta por miembros de la burguesía comercial urbana, por latifundistas rurales urbanizados y por unos negociantes extranjeros aliados a las clases dirigentes criollas. El patriciado citadino logra asimilar no solamente a los señores de la tierra…sino también a los inmigrantes europeos, judíos, norteamericanos y colombianos…"
2.- ANTECEDENTES:
a.- Sobre la Creación de una Conciencia Nacional y la Participación de las Clases Sociales (Construcción de la Hegemonía)
En Latinoamérica la emancipación de las colonias españolas se plantea básicamente como una revolución burguesa clásica. Los grupos criollos, con alguna presencia en la economía y en la cultura colonial, entran en conflicto con el omnipotente estado español, quien los mantiene sujetos a sus designios. Las luchas por la liberación dirigida por insignes caudillos criollos, termina con la creación de repúblicas del mismo matiz. Una clase dominante básicamente agraria, con evidente debilidad en su desarrollo económico, va forjando sociedades segregadas por las diferencias en su estructura económica.
Debemos entender que dichas burguesías agrarias, dueñas de grandes extensiones de territorios (latifundistas), no son aptas para un desarrollo eficiente y se constituyen en obstáculos para la industrialización. Existe una escasa población, con un bajo nivel de vida y por lo tanto, un mercado interior casi inexistente. Esta realidad condiciona a los grupos económicos dominantes en el Istmo (burguesía comercial), a depender de ser intermediarios de mercancías, que atraviesan nuestro territorio y a sentar raíces como clase determinante.
La debilidad del desarrollo económico promovido por las clases dominantes, casi siempre la agraria, hace caer a nuestras insipientes Repúblicas bajo la dependencia del imperialismo. Pensamos que para entender mejor la preponderancia de la clase hegemónica, debemos desarrollar el tema de la creación y evolución de la conciencia nacional
Entonces es notorio, a nuestro entender, la ligazón entre el desarrollo de la burguesía comercial y algunos rasgos iniciales de la conciencia nacional. Dice Soler: "Su papel nacional y progresivo derivaba de la unidad y cohesión estatal que le era necesaria para la libre circulación de las mercancías. Pero esa aspiración era contradictoria con su situación de intermediaria, siempre dependiente de la ajena factura metropolitana".. [12]
Ahora, las diferencias entre un pueblo y otro estarían dadas, de acuerdo a nuestro análisis, en la medida en que los habitantes van adquiriendo conciencia de pertenecer a una comunidad diferenciada, con un pasado común y con una tendencia a seguir realizando su futuro de manera solidaria y libre. Esto lo afirma Juan Materno Vásquez cuando se refiere a este tema, así: "Entre los conceptos de pueblo y nación existe una relación de causalidad así: la nación es la consecuencia del pueblo, y en la medida que el pueblo tenga cohesión, sus integrantes adquieren conciencia de sí mismos, produciéndose así, la nacionalidad"[13].
Una pregunta interesante sería entonces, ¿Existe en Panamá una conciencia nacional [14] vigorosa? Varios intelectuales, de diversos campos del pensamiento, han abordado esta cuestión. Ya desde 1916 Eusebio A. Morales concluye, en una famosa carta dirigida a los panameños, que nuestro sentimiento de la nacionalidad es "anémico". Morales enumera una serie de razones por las cuales el débil y poco vigoroso sentimiento de nacionalidad es característico del panameño. Desde la ausencia de luchas heroicas hasta la facilidad con que se han obtenido las independencias, pasan por la evaluación del insigne liberal. Pero este no es un tema acabado. Todo lo que se ha dicho ahora son aproximaciones. Lo cierto es que la nación panameña existe; quizás sin mucho vigor, sin muchos mártires, ni mucha sangre. Desde hace cuanto se formó? ¡Qué clase social la formó? Fue la burguesía comercial o fueron otras clases sociales? El Profesor Olmedo Beluche, en su más reciente publicación, se pregunta. "¿Entonces Panamá no es una nación? Respondemos sí, sí lo es. Panamá ha llegado a ser nación, pero no luchando contra Colombia, sino luchando contra la presencia norteamericana."[15]
Para entender la formación de la conciencia nacional en la colectividad panameña es necesario abordar la situación de las clases sociales en el Istmo durante el siglo XIX. Consideramos, por supuesto, que el concepto histórico de clases sociales es el producto muchas variables, que se producen en el desarrollo de la sociedad misma. En el caso panameño, es imposible soslayar la participación de las clases sociales en la definición de nuestra conciencia nacional. Dada la heterogeneidad de la estructuración de nuestra sociedad desde el siglo XIX, diversos grupos sociales han influido en su definición sociológica e histórica.
La masiva inmigración que hace su entrada al Istmo desde 1850, con motivo de la construcción del ferrocarril, constituye un elemento de análisis para entender la formación de la conciencia nacional. Una gran cantidad de negros antillanos, pobladores asiáticos, europeos y una gran masa de comerciantes extranjeros, se instalan en el Istmo a partir de mediados del siglo XIX. Los grupos dominantes coloniales (la llamada oligarquía criolla), que había dirigido los movimientos que terminan con la independencia de 1821, se ven influenciados por el nuevo grupo que se incorpora. (los grupos dominantes extranjeros o la llamada, por Ricaurte Soler, lumpenburguesía). Una nueva conciencia vendrá de fuera y, necesariamente, pasa a participar de la formación de una conciencia nacional. Las prácticas endogámicas ya no son tan apegadas a los patrones tradicionales. Nuevas familias, grupos híbridos, con nuevos comportamientos sociales y nuevas mentalidades despuntarán en el siglo XX.
Para el caso de nuestro trabajo preferimos articular la participación de los diversos sectores sociales en cuanto a los roles desempeñados en el desarrollo de la formación de una conciencia nacional, en los siguientes: sectores dominantes, los sectores medios y los sectores populares.
Diversos autores han intentado abordar las particularidades que caracterizan a las clases que forman nuestra nacionalidad. No existe un acuerdo sobre este tópico en la historiografía nacional. Desde el trabajo de Hernán Porras aparecido en 1953 se empiezan a aventurar enfoques valiosos sobre el tema de los grupos y clases sociales en Panamá. Porras realiza las primeras abstracciones para concebir tipos y subtipos de grupos humanos y su participación en el devenir histórico de la sociedad.
Aunque Hernán Porras tilda de ineficaz [16] el concepto de clase social para interpretar nuestra historia, él encuentra valores fundamentales en la conformación de los grupos humanos. Analiza a grupos humanos que durante el siglo XIX participan en la vida nacional, y por lo tanto en la formación de una conciencia nacional, agrupándolos en cuatro: Blanco capitalino, campesino azuereño, clase media provincial y el mulato arrabalero. Porras, concluye en que, "durante la segunda mitad del siglo XIX, el blanco capitalino absorbió, de las ideologías en pugna, elementos sacados indistintamente de uno y otro bando". Desde aquel momento, el autor adelanta un concepto muy valioso para nuestro estudio, cuál es, el que la nacionalidad es el resultado del equilibrio dinámico de los grupos humanos que componen a la sociedad en un determinado momento.
Sin embargo, es Ricaurte Soler quien aborda con mayor autoridad esta temática. Encontramos en una de sus obras el siguiente análisis: "Desde el punto de vista de las clases sociales, toda la documentación histórica, y el trabajo heurístico, conduce a la ya señalada conclusión de que el empeño de organización estatal-nacional panameño, durante el siglo pasado, es un proyecto claramente promovido por la burguesía comercial y la pequeña burguesía urbana. Las clases y sectores de clases propiamente populares hicieron sentir sus reivindicaciones al margen, y a veces en contradicción, con aquel proyecto." [17]
En otro de sus postulados, Soler concluye afirmando categóricamente que "la responsabilidad histórica de la formación de la conciencia nacional, y más tarde, la creación de la República en 1903, compete, pues, casi exclusivamente, a la burguesía liberal del siglo XIX y de principios del XX. Al lograr la independencia de 1903, esta clase se impuso una tarea inconmensurable cura realización cabal, excedía con mucho sus posibilidades." Y agrega; "La más depurada expresión teórica de la conciencia nacional la encontramos, nuevamente, en Justo Arosemena. Y otra vez la burguesía comercial de la zona de tránsito, como clase ascendente en su momento progresista, constituirá el fundamento social y suministrará los instrumentos políticos exigidos para la concreción histórica de aquella conciencia y realización práctica de aquella teoría". Desde las primeras etapas de la formación de la conciencia liberal istmeña, -lo señalamos a propósito de Mariano Arosemena- el destino histórico-político del país se concibió estrechamente ligada a la zona de tránsito y a las formas de economías librecambistas que se esperaba ver imperar en dicha zona[18].
Sin embargo, otros autores no conceden la autoría de la formación de la conciencia nacional a ese grupo social. Por ejemplo, José Eulogio Torres, sustenta que su punto de vista es contrario al de Soler así: "Es evidente, como vemos, que la burguesía comercial de la zona de tránsito no constituye la base social de la conciencia nacional y de la teoría de la patria de don Justo. Su fundamento social hay que buscarlo en la fracción avanzada de la burguesía criolla, el artesanado, en la pequeña burguesía agraria, particularmente de la península de Azuero". Agrega, por el contrario, que "el proyecto menos avanzado del siglo XIX, era precisamente el de la burguesía comercial de la zona de tránsito".[19]
Durante todo el siglo XIX diversos elementos participan en la estructuración de la conciencia nacional, pero se manifiestan con mayor ímpetu entre los años de la aparición del "oro californiano" y en la década de 1860. Por ejemplo, en 1862 cuando Tomás Cipriano de Mosquera pone en práctica una serie de reformas liberales que benefician a los habitantes del arrabal istmeño, plasmadas posteriormente en la Constitución de Río Negro. Mosquera se identifica con los grupos mestizos y negros reconociéndoles sus derechos civiles y promoviendo la eliminación efectiva de la esclavitud.
La situación de conflictos y contradicciones entre las clases sociales se manifiesta claramente, sostiene Ricaurte Soler, cuando una avanzada del ejército colombiano de Mosquera entra en la capital para sofocar una de las tantas rebeliones istmeñas. La masa popular la recibe con alborozo "expresando sin disimulo su resentimiento contra la oligarquía liberal dominante".[20] Algunos líderes populares, tales como Buenaventura Correoso, Rafael Aizpuru y otros, empiezan a asomar su preferencia pro colombiana en la vida política del Istmo. A pesar de que la mayoría de la población negra y mestiza de la capital se adhieren a las reformas liberales de Mosquera y por consecuencia al Partido Liberal, se nota que es obvia su oposición a la dominación ideológica de los liberales blancos.
El Partido Liberal Negro, con Correoso como adalid, expresará la conciencia de la clase popular, casi siempre entrando en antagonismo con las elites blancas dominantes.
Jorge Conte Porras, al referirse al liderazgo de Correoso lo define así: "el arrabal santanero, fue en todo momento el escenario de sus luchas, para combatir al sector denominado Ciudad de Adentro e imponer finalmente su voluntad…Al evaluar su actuación política partidista, tenemos que señalar una serie de coincidencias que nos permiten identificarlo como un político renuente a la separación de Colombia, y sospechamos que ésta debió haber sido la opinión mayoritaria del arrabal". [21]
Desde este momento, en la historia de la sociedad panameña [22] ha sido una constante, sobreponer los valores de un sector blanco, cuyo poder económico ha dependido del tráfico mercantil y a las transacciones crematísticas, sobre los demás grupos sociales, no conformados con coherencia en una verdadera clase social. Estas diferencias, claramente observables, han determinado la formación de una sociedad muy diferenciada y con tremendas fisuras y segregaciones.
Algunas circunstancias adicionales y algunas veces coyunturales entran a definir, en alguna medida, el espíritu de las clases istmeñas y por ende la conciencia nacional. Estas pueden ser la presencia constante de fuerzas extranjeras en el suelo istmeño. Siempre, la presencia civil y militar de los Estados Unidos en Panamá, ha sido motivo de diversas reacciones. Para las elites de comerciantes (la burguesía comercial) esa presencia ha sido conveniente porque sirvió para asegurar sus intereses comerciales, mientras que para los sectores populares esta presencia ha sido causa de resentimientos y repudio.
Aunque algunos autores nacionales no conceden alguna importancia a las actuaciones de los grupos arrabaleros en la formación de la conciencia nacional y los tildan de "antinacionales y de "grupos lumpenproletarios sin ideologías y sin objetivos precisos," Sin embargo, es inveterada la negación de estos sectores populares a aceptar las imposiciones de los políticos blancos del Istmo. "Esta renuencia a participar en los movimientos separatistas, habría que analizarla a fondo, en virtud de que se podría llegar a aseveraciones simples, como admitir que esas masas no tenían conciencia nacional y que solo los más iluminados (la burguesía nacional) eran los que tenían una conciencia nacionalista honesta." niegan a aceptar las imposiciones de la burguesía comercial.[23]
Lo cierto es que la participación de los grupos populares de presión ha permitido moldear la nacionalidad panameña. Los grupos críticos han luchado contra la manipulación ideológica, económica y política de los grupos blancos elitistas durante todo el proceso de formación de la conciencia nacional. Los encendidos discursos de Justo Arosemena en contra de la expansión colonial de los Estados Unidos y a favor de una "fórmula jurídica de preservar el Istmo a la Nueva Granada", son vistos con suspicacia por los grupos populares del arrabal. No, precisamente, porque adolecen de una conciencia nacional, por el contrario, es que sospechan de las maquinaciones de los grupos dominantes. "las burguesías comerciales, en efecto, buscan su autonomía relativa para lucrar directamente con países extranjeros más poderosos, sin la mediatización del gobierno de la Nueva Granada, y por el otro lado, como consecuencia directa de estas maquinaciones de la burguesía comercial es que los sectores más despojados del istmo repelan sistemáticamente la penetración directa de los liberales por legitimarla, lo cual revela que tenían una conciencia nacional"[24]
Precisamente, la conciencia de las clases populares se asoma desde la segunda mitad del siglo XIX, por causa de los abusos y vejámenes infringidos por los soldados estadounidenses, a los pobladores del Istmo, cuando intervienen en sus asuntos internos. En la misma forma en que Justo Arosemena teoriza sobre la inconveniencia de esos abusos, los grupos populares expresen sus resentimientos que son legítimos. Coyunturalmente, dice Materno Vásquez, las funciones de policía realizadas por los marines estadounidenses en las calles istmeñas, definen el espíritu anticolonialista de las clases populares. Y agrega "…mientras que para las élites ello era conveniente, pues le garantizaba la protección de sus intereses, para la clase popular era un sufrimiento que por la fuerza de los hechos se convirtió en resentimiento". [25]
Casi siempre los asuntos políticos que afectaban la relación entre la Nueva Granada y sus Departamentos, se dilucidaban desde un escenario militar. Desde la primera mitad del siglo XIX, las fuerzas sociales istmeñas enfrentaban dos alternativas: una centralista, dirigida desde la capital neogranadina y la segunda; la de las luchas de los caudillos liberales locales, propulsores del libre comercio. Los ejércitos, en esta coyuntura, sirven de sostén a alguna de las dos posiciones.
El Istmo de Panamá, aún neutral respecto a las dos tendencias, no ve la necesidad de mantener un ejército que intervenga en las disputas nacionales colombianas. Porque en realidad lo que se plantea no es la disyuntiva entre autonomía política y estatismo colombiano. Una formación militar, sólo sería requerida cuando se intenta un rompimiento con el control político centralista de Bogotá. Pero este no es el caso. El Doctor Ricaurte Soler ya lo plantea claramente así: "el librecambismo istmeño va forjando una conciencia autonomista que no entra en contradicción con la tesis de que Panamá habría de constituirse en protectorado a fin de convertirse en el emporio comercial sudamericano".
b.- Sobre la Inserción Ferrocarrilera:
Sólo cuando despunta la segunda mitad del siglo XIX, momento en que el fenómeno aurífero californiano rompe las estáticas estructuras económicas istmeñas, el panorama ofrece nuevas opciones para Panamá. El ferrocarril transístmico trae nuevos instrumentos de producción, jamás vistos en Panamá. La influencia estadounidense toca las puertas y el Istmo se inserta en el nuevo modelo hegemónico que surge con el capitalismo mundial. Nuevos intereses se entronizan en la realidad económica mundial y regional. Los conflictos entre centralismo bogotano y el librecambismo istmeño se trasladan a estadios diferentes.
El "camino de hierro" hace que Panamá entre a la economía capitalista. La revolución del transporte, que tiene como eje fundamental al ferrocarril de Panamá, requiere la creación de nuevos mercados y abastecerlos. La actividad económica estática local es reorientada hacia una economía dinámica, ahora en manos de los capitalistas estadounidenses y extranjeros. La hegemonía imperialista define posiciones en América Central. Inglaterra y las demás potencias coloniales europeas abandonan sus feudos y una nueva realidad colonial emerge con vigor. En realidad, Panamá se inserta en el mercado capitalista mundial, como una clásica economía dependiente, aún más, como una típica economía colonial, dada la presencia militar estadounidense en el Istmo.
Los Estados Unidos logran implantar su dominación en el Istmo mediante la expansión de los mercados, pero a la vez mediante las "invasiones estratégicas" para imponer su hegemonía por la fuerza. El avance estadounidense hace temer a Colombia respecto a la seguridad del control sobre el Istmo de Panamá. El Tratado Mallarino-Bidlack constituye una expresión de la nueva realidad en las relaciones interamericanas.
En realidad el ferrocarril se convirtió, a partir de 1855, en el principal negocio en el Istmo. Se incrementó con rapidez el valor de las propiedades urbanas y desde allí los grupos de las élites lograron una sólida posición económica adueñándose de las mejores propiedades y bienes tanto de la ciudad como del interior. A partir de entonces, la inversión extranjera, fundamentalmente estadounidense, fue la que estructuró la economía nacional, teniendo como principales beneficiarios a los empresarios foráneos.
El ferrocarril perfecciona la característica comercial del Istmo. Su puesta en marcha representa una variante nueva en la estructuración de la sociedad panameña. Para el sector blanco, representa progreso y desarrollo futuro. A partir de estos acontecimientos históricos y económicos se van estructurando las clases sociales en Panamá. Por ello consideramos importante abordar esta temática en el contexto de nuestra investigación. Para entender el encumbramiento de los sectores civiles y militares en nuestra sociedad, es obligatorio entender su evolución social.
"Existe un tercer elemento que le permite a los Estados Unidos convertirse rápidamente en la primera potencia imperialista, y era el contar con todos los recursos naturales de América latina. Para lo cual no solo bastaba con apropiarse del desarrollo tecnológico que le ofrecía la revolución industrial y una mano de obra abundante y en condiciones de vender su fuerza de trabajo. Era necesario desarrollar una política intervencionista para apropiarse de nuevos territorios e intervenir en las nacientes repúblicas latinoamericanas. La anexión de territorios en México, Puerto Rico, Hawai y las constantes intervenciones armadas en Centroamérica y el Caribe, eran condiciones necesarias para el desarrollo imperialista de los Estados Unidos."[26]
Pero en los istmeños también emergen serias dudas sobre las intenciones de las potencias dominantes. El Istmo sometido a la dependencia colombiana, se siente desgarrado por las ambiciones de intereses foráneos. Aunque, los más conspicuos líderes istmeños no tienen aún la visión de la conformación de un Estado Nacional independiente, sí surge un movimiento que busca algún nivel de autonomía. Pero el proyecto nacional autónomo no está preparado para conquistar la independencia total; Justo Arosemena, el más importante dirigente del periodo, no está plenamente convencido de que la separación absoluta de Panamá de Colombia es la decisión adecuada.
Concordamos con Olmedo Beluche en su libro ya citado, quien lo plantea así: "El federalismo no constituye una particularidad "nacional" panameña y tampoco que el mismo
equivale a separatismo, como demuestra una lectura objetiva de Justo Arosemena. Tanto la Constitución de 1858, que formaliza el Estado Federal de Panamá, como la de 1863 o de Rio Negro, en la que participa Justo Arosemena, se establece el criterio federalista como un ordenamiento del conjunto de la nación colombiana.".[27]
El Estado Federal propuesto por Justo Arosemena constituye, entonces, un proyecto mediático para el Istmo el cual prolonga indefinidamente la unión a Colombia. En definitiva, el Estado Federal, como fórmula jurídica, solo vino a favorecer la intención de Colombia de conservar al Istmo de Panamá.
c.- Sobre Las Guerras de Final de Siglo: El Intervencionismo.
La parte final del siglo XIX encuentra a los istmeños en la encrucijada del intervencionismo extranjero y la lucha de los colombianos por conservar un territorio al cual nunca le prestaron atención. El Convenio de Colón de 1862, es una nueva propuesta de la burguesía istmeña para frenar la anarquía, las guerras civiles y la falta de libertad económica en el Istmo. (proponía autonomía administrativa, financiera, jurídica), y además, planteaba la neutralidad del Istmo ante las constantes guerras colombianas). Las fuerzas económicas y políticas locales empiezan a sentir la necesidad de organizarse para enfrentar la vuelta al centralismo impuesto por Rafael Núñez, desde Bogotá con la eliminación de la Constitución de Río Negro en 1885. La burguesía comercial istmeña, extremadamente alienada políticamente, no encuentra salida para desarrollar su propio proyecto económico.
Las guerras civiles colombianas arrastran con su vorágine las tibias intenciones autonomistas planteadas por los istmeños. La ideología de la regeneración de Rafael Núñez, crea mayor tensión y genera conflictos constantes entre las fuerzas políticas. Los estadounidenses, entusiasmados por su ascenso en la distribución de los espacios estratégicos americanos, van cerrando paulatinamente el paso a las ilusiones de los istmeños para obtener su independencia. La Guerra Civil de los Mil Días tuvo efectos fundamentales en la definición de la conciencia nacional panameña.. Ella particulariza a los bandos ideológicos en oposición en la patria colombiana: Los godos-conservadores (clericales y reaccionarios) y por otro lado, a los liberales (progresistas, anticlericales) – Pero, también entregó el poder en Colombia y en el Istmo de Panamá a los conservadores.
Esta definición permitió a los conservadores istmeños convertirse en los dirigentes de la formación de la naciente República y detentadores del poder político del Estado. Los liberales, maltrechos y perseguidos allanan el camino al dominio conservador. Sólo
Victoriano Lorenzo mantiene vigente la insurrección para manifestar la vigencia de una tendencia contestataria en la nueva realidad istmeña.
La generación de dirigentes herederos de los "fundadores" de la República mediatizada, controlaron el poder político y económico desde muy temprano. Con el absoluto sometimiento por los norteamericanos, el país se vio limitado en su desarrollo por las trabas impuestas por el Tratado de 1903. El precio que tuvo que pagar la República por la garantía que dieron los estadounidenses a la Independencia de 1903, establecida por varios artículos de Tratado, fue la casi ocupación total del país, en beneficio de la construcción del canal y la creación de la zona adyacente. .
Desde ese momento, el patriciado liberal- conservador alientan una dominación elitista en la sociedad istmeña y el ingrediente ideológico queda supeditado a las ambiciones comerciales y de clases. Ellos mismos se vieron sometidos y desplazados en el disfrute de las ventajas de la posición geográfica. Por eso, las reclamaciones sobre las injusticias pactadas por Buneau Varilla en el Tratado de 1903, siempre son tibias y, condicionadas a los beneficios que pudiera producir la relación con Estados Unidos para los grupos oligárquicos.
La relación entre la burguesía comercial local y los norteamericanos fue obstruida por la acción de Buneau Varilla. Su ingerencia y apresuramiento en las negociaciones se explica por el temor que los Estados Unidos tenían que los colombianos pudieran expropiar todos los bienes del canal galo, declarando sin efecto, el convenio con los franceses. Por ello, tomaron las medidas aceleradas para concretar la dominación sobre el Istmo, excluyendo, en la práctica, a los grupos burgueses nacionales.
La herencia de la burguesía comercial de la zona de tránsito, ganaderos y latinfundistas, es, en realidad, el Estado panameño. Deben refugiarse en la explotación de viviendas, la factoría y, la administración del Estado. Un ensayo de Julio Manduley lo plantea así: "Pronto la burguesía comercial se vería despojada no solo de la posibilidad de compartir ventajosamente el usufructo de su principal recurso, sino también del precio de la "venta del Istmo". Del pago de la indemnización de 10 millones de dólares por costos de la independencia, 9 fueron invertidos en las primeras hipotecas sobre bienes raíces en Nueva York…La anualidad de 250.000 no tuvo mejor destino…Al adquirir los Estados Unidos la acciones de la Compagnie Nouvelle du Canal …., entró en posesión del ferrocarril, de prácticamente toda el área de Colón, 26 edificios en la ciudad de Panamá, 6 edificios y un muelle en el Puerto de la Boca… "[28]
Cuadro No.1
Las Intervenciones Norteamericanas en el Istmo de Panamá
(1850-1885)
1-. Mayo 22 de 1850 Tumultos en la ciudad de Panamá. Reprimidos
por la marina. Dos norteamericanos fallecieron.
2.- Octubre de 1850 Revolución Separatista. Desembarco de marines.
3.- Noviembre de 1951. Desembarco de marines en el Río Chagres.
4.- Junio de 1853 Insurrección en Bogotá. Disturbios en el Istmo.
Desembarco de marines.
5.- Mayo de 1854. Intimidación mediante la presencia de buques de
guerra.
6.- Abril de 1856. Batalla de la tajada de sandía. 17 muertos.
Desembarco de marines.
7.- Octubre de 1856 Guerra Civil. Desembarco de marines.
8.- Diciembre de 1858 Tentativa de separación. Desembarco de marines.
9.- Septiembre de 1860 Tumultos en línea del ferrocarril transistmico.
10.- Octubre de 1860 Desembarco para impedir la separación.
11.- Octubre de 1861. Guerra Civil. Desembarco de marines.
12.- Marzo de 1885. Incendio de Colón .Desembarco de marines.
Fuente: Sánchez, Miguel Ángel. Panamá: Estructura de Clases y Conciencia Nacional. Página 91.
d.- Sobre la Encrucijada Separatista:
"En casi toda América Latina, los Estados que surgieron después de la independencia se organizaron y consolidaron como Estados Oligárquico y como las clases que servían de sostén a esos estados no estaban vinculadas al mercado interno, es decir, interesadas en el desarrollo del capitalismo industrial, los estados oligárquicos fueron siempre, por su naturaleza antinacionales y extranjerizantes…".[29]
Los grupos oligárquicos y los ejércitos se negaron a contribuir al desarrollo del capitalismo, por lo tanto surgieron naciones débiles y atrasadas. En Panamá, la situación no es diferente. Aunque el ejército panameño desaparece, inmediatamente se produce la independencia, los grupos oligárquicos con el apoyo de las fuerzas armadas de los Estados Unidos , acantonadas en la Zona del canal vendrán a llenar el vacío y darán la tónica propia para identificar la situación panameña con las realidades latinoamericanas.
En primer lugar, debemos señalar que en Panamá, aún cuando era parte de Colombia, se manifestaban las corrientes tradicionales latinoamericanas que dividía a la población en liberales y conservadores. [30] Estas corrientes se trasladan a la propia realidad de la República cuando ésta adquiere su independencia. Ambas fuerzas políticas, con todas sus similitudes y antagonismos, se disputan el poder en el país. La caracterización de los partidos panameños, durante los inicios republicanos, las desarrollaremos en capítulo aparte de nuestra investigación.
Durante las primeras etapas republicanas los conservadores, principales gestores y beneficiados del movimiento separatista, controlan el poder político hasta los primeros años de la década de 1910. Posteriormente se da un predominio liberal a través del caudillismo de Belisario Porras, Rodolfo Chiari y los líderes del movimiento insurreccional de 1931. El juego democrático, como es propio, se produce dentro de las limitaciones del sistema de "fachada" que ya describimos. Este rejuego se definía restringidamente a partir de los grupos oligárquicos nacionales y de los intereses estratégicos de los Estados Unidos que, con su enclave colonial, y las limitaciones contractuales y constitucionales, limitan la soberanía.
En 1934, durante el gobierno de Harmodio Arias se produce el rompimiento definitivo del Partido Liberal y surgirán numerosas fracciones partidarias (liberal Doctrinario, Liberal Unido, Liberal Demócrata, Liberal Renovador etc.) .en un periodo de dispersión política que dominará el panorama, hasta bien entrado el siglo XX. A pesar de la división de las mismas fuerzas oligárquicas, su fraccionamiento no afectaba su estabilidad porque los conflictos eran originados en el seno del propio sector social. Generalmente, el débil desarrollo ideológico y político de las clases populares las hizo presa fácil de una u otra coalición de partidos.
Sin embargo, en el país emergen nuevos sectores en la vida económica y social. Movimientos políticos reclaman presencia en la vida nacional. Diferentes grados de nacionalismos exigirán una renovación de la precaria situación de la soberanía empeñada por los tratados canaleros.
Al margen del populismo fácilmente manipulado y de los planteamientos de los liberales tradicionales ( burguesía reunida en los fraccionados partidos liberales), surgen un sector de la pequeña burguesía (capas medias y asalariados) que crean algunas organizaciones cívicas y políticas, que reclaman reivindicaciones nacionalistas y progresistas. La Federación de Estudiantes de Panamá, el Magisterio Panameño Unido, el frente Patriótico de la Juventud, el Sindicato de Industriales, dan un giro novedoso a la política nacional.
Los cambios producidos por la Segunda Guerra Mundial en la economía nacional son importantes para el diseño de las estrategias de dominación en el país. A partir de 1939 se incrementa el número de pobladores y trabajadores en la Zona del Canal, por dos causas: El inicio de las hostilidades bélicas en Europa con la posterior participación de los Estados Unidos y los inicios de construcción del tercer juego de esclusas para ampliar el Canal de Panamá, a partir de 1940, "en 1941 se inicia la importación de trabajadores que ascienden hasta 22 mil 265, la mayoría de los cuales fue repatriado a finales de 1946. En 1942 llegó a trabajar en la Zona del Canal una población de 65 mil trabajadores, bajando a 41 mil 829 en 1946" Al finalizar la Guerra se produce una gran contracción en el producto interno bruto en Panamá. "de una economía de pleno empleo, con tasa de desempleo de 1.2% en 1945,..pasamos a un nivel de desempleo de 12% de la fuerza de trabajo en 1951." [31]
Las consecuencias de la finalización del conflicto en Europa para Panamá son evidentes [32]. Las protestas públicas son comunes motivadas, por la agudización de los
conflictos sociales. Los grupos que dominan el poder político estatal son débiles. No tienen capacidad para mantener el control sobre la mayoría de la población. Por lo tanto, la dependencia de los Estados Unidos en cuanto a la preparación y avituallamiento de la Policía Nacional para sofocar desórdenes es indispensable.
Se tratan de ensayar nuevas respuestas a las reclamaciones genuinas de una población marginada de las atenciones sociales. Los comandantes de la Policía asumirán el papel de árbitros en la política nacional. La irrupción de Arnulfo Arias como líder populista marcará un hito en el desarrollo de la nación. Sus reiterados desalojos del poder por la Policía Nacional, con el visto bueno de los grupos dominantes, atizan su arraigo en las clases pobres nacionales. En esta coyuntura, emergerán nuevos modelos políticos y se crearán nuevos actores.
3.- HIPÓTESIS QUE SURGE DEL PROBLEMA:
Las hipótesis que orientan la investigación, las expreso en los siguientes términos:
Entrada la década de 1940, como consecuencia de algunos factores internos y externos, la Policía Nacional, inicia un proceso de encumbramiento militar y político en la sociedad panameña.
Los factores internos tienen que ver, en primer lugar, con la maduración de organizaciones de sectores medios y populares, las cuales hacen su irrupción en el escenario cívico y político de la época. En segundo lugar, con los métodos excluyentes, corruptos y antidemocráticos que ponen en práctica quienes dominan el poder político. Estos elementos crean un escenario un tanto caldeado en la política nacional.
Los factores externos están relacionados con la ingerencia de las fuerzas externas (militares y económicas) en los asuntos de la administración del Estado panameño. La Segunda Guerra Mundial, la existencia del Canal y los planes expansionistas de dominación imperialista de los Estados Unidos, en América Latina y Panamá, crean un ambiente enervante y convulso.
A partir del año de 1943, la institución policial panameña, bajo la guía personal del Coronel José Antonio Remón Cantera, desarrolla un proceso de militarización y profesionalización ascendente, que la conduce al tutelaje de la actividad política en el país. Durante el periodo, en el cual el Comandante mantiene su control sobre la institución
policial, las fuerzas económicas y políticas internas y, los sectores representativos del imperio están muy cómodas con la presencia del Comandante al mando del país.
Cuando Remón asume, en propiedad el cargo de Primer Comandante de la Policía, en el año de 1947, este proceso de militarización y profesionalización adquiere un matiz más definido. Bajo el poder de Remón y de sus oficiales, la Policía Nacional y, luego, la Guardia Nacional, institucionalizan en el país una "democracia de fachada", el cual periódicamente, es legitimado mediante elecciones, que en realidad constituyen farsas electorales, que vienen a legalizar un poder preconstituido.
Durante el periodo que denominamos remonismo, que se extiende hasta la muerte del Coronel Remón, los gobiernos de corte oligárquico y, las fuerzas externas del imperio, se benefician del fortalecimiento de la fuerza armada, para así mantener su hegemonía ideológica, política y económica, sobre el resto de la sociedad panameña.
Tratamos de comprobar que la militarización de la Policía Nacional, se da, a partir del año 1943. Incorporamos a nuestro estudio elementos estadísticos que demuestran, efectivamente, que los presupuestos del Estado asignados a la institución a partir de es a fecha evidencian este proceso ascendente de armamentismo.
Pero, ¿Fueron los gobiernos controlados por Remón, auténticos gobiernos militares, al estilo latinoamericano o, simplemente fueron autoritarismos civiles, propios de nuestra realidad? ¿Se produce en Panamá, durante la época de Remón, un real y auténtico militarismo, al mejor estilo de Latinoamérica o simplemente es un pretorianismo[33] rampante? ¿Se reflejó en Panamá el neocesarismo[34] militar de postguerra que afecta a muchos gobiernos latinoamericanos? ¿Puso en práctica Remón, en Panamá un cesarismo democrático[35] que algunos autores le han atribuido? Estas variantes las respondemos con la demostración de que la realidad panameña no era semejante a la del común de los gobiernos militares latinoamericanos.
Existen en la investigación evidencias que demuestran una realidad diferente en ambos casos. La existencia misma del Canal de Panamá y, la presencia de las fuerzas estadounidenses acantonadas en la Zona del Canal establecen una coyuntura muy particular al momento del análisis. No es el caso similar para Panamá, el cesarismo
Centroamericano, que surge en Nicaragua y República Dominicana, países en los cuales los Estados Unidos, luego de la ocupación militar, dejan encargados a los generales que organicen el Estado nacional.
Además, José Antonio Remón Cantera no es el típico líder castrense latinoamericano. Su realidad personal y la poca complicada vida política panameña, hacen de él un hombre más allegado a los patrones civiles de la política nacional. Prueba de ello es que fácilmente se produce en él una transferencia sutil de sus roles entre 1947 y 1952.
Pero, se hace evidente que siempre la democracia queda subordinada a los controles de las figuras oligárquicas y a los mandantes policiales. La hemos denominado "una democracia de fachada" en la que, por un lado, los partidos políticos y, por otro lado los intereses de las cúpulas civiles y militares, secuestran los derechos de la mayoría de la población. Obviamente, se cuidan de legitimar periódicamente el sistema político mediante elecciones nacionales.
La transmutación de Remón, sutil y manipulada, se hace a través de la conformación de una alianza de partidos oligárquicos que lo llevan al poder en 1952. La Coalición Patriótica Nacional. Llámese, conjunción de intereses que requieren de un abanderado garante de su seguridad.
CAPÍTULO SEGUNDO
MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL
1.- Paradigma Historiográfico: La historia Política y las Nuevas Tendencias Historiográficas:
Desde los tiempos más remotos, la investigación sobre el pasado, antes que científico, ha sido política. Hasta los tiempos recientes, la reconstrucción del pasado ha seguido un sentido práctico y político: los grupos de poder han tratado de legitimar su presente para imponer su modelo a las generaciones venideras. Los primeros testimonios que el hombre deja a la posteridad son memorias de poder: hazañas de reyes, gobernantes, monumentos conmemorativos, control del poder por familias y clanes. Es sólo a partir de la revolución intelectual o Ilustración, que se inicia la búsqueda del porqué de los hechos. No bastaba narrar los hechos; ahora se impone la necesidad de comprender y analizar el desarrollo del hombre. Explicar porqué surgían y decaían las civilizaciones. La historiografía comienza a dejar de ser sólo memorias de poder para lograr un sentido universal y así, entender los problemas del presente. Aún en los inicios del siglo XX se privilegiaba la historia política. Era ha historia de las grandes hazañas, los grandes estadistas, los próceres y de "los de arriba". Sin embargo, a partir de 1929, con la aparición de los Annales; Block y Febvre abren nuevos horizontes en el concepto de historia. Los historiadores franceses, tratan de recuperar los conceptos puramente históricos dando valor a la relación entre la historia, la economía, la geografía, la antropología, método propuesto antes por Marx. Combaten, además, las barreras entre especialidades, y el positivismo, que había abrumado a la historia, con la sobre valoración de los archivos. Ocurre una acelerada evolución de las tendencias historiográficas, la cual se acentúa a partir de la Segunda Guerra Mundial desbaratando las posiciones de la historia tradicional.
En este contexto, la historia política quedó relegada para dar paso a una impetuosa historia económica, social y demográfica; una historia estructural, cuantitativa, objetivista y serial (la de la idea del progreso de tiempo largo), bajo la dirección de Labrouse y Meuvret y con la influencia de Braudel. Dice Enrique Florescano que "de pronto, a la cronología política construida por los antiguos historiadores, se agregaron los tiempos largos que registraban la lenta incubación de las estructuras demográficas y de los sistemas económicos, y los convulsivos tiempos de los ciclos y las crisis demográficas agrícolas y comerciales." [36] Braudel, trata de darle integración a otros aspectos para ser el precursor de una historia total. Más recientemente, existe un intento de hacer la historia desde el sujeto o sea la historia francesa de las mentalidades o historia cultural; la historia de
"los de abajo, de los que no tienen historia". Es la historia de Chartier, Aries o de Michele Vovelle.
Hoy, a la entrada del Siglo XXI todo parece indicar que se vuelve a la historia política. Claro, con renovados enfoques. Es indiscutible que se han obtenido éxitos en cada uno de estos géneros por los que ha transitado el historiador, todo ha dependido de los resultados obtenidos en cada modelo temático. La mayor parte de los campos historiográficos se han desarrollado exitosamente y han logrado alargar el territorio de la historia. Por ejemplo, la Historia de las Mentalidades colectivas, se ha impuesto "como una provincia autónoma en el territorio del historiador, sustituyendo, según Michell Vovelle; "entre los años sesenta y setenta la hegemonía de la Historia Social y Económica". Quizás lo que corresponde ahora en el Siglo XXI, es buscar la interconexión entre los elementos fragmentados de la historia e incorporarlos a una disciplina unitaria o sea la búsqueda de una historia total. Hacen falta puentes y conexiones para una mejor explicación del todo. Quizás es importante estudiarlo todo, pero también, se requiere una investigación global de todos los hechos
Según Carlos Barros, es cierto que como reacción interna en la historia "han retornado los géneros tradicionales (historia política, biografía histórica, historia- relato) que desde periodos de entre guerras creíamos ajenos a la historia científica, o sea la historia horizonte que parecían haber derrotado Block, Febvre y Braudel". La historia política, tachada de superficial, descriptiva y de acontecimientos, por la nueva historia de los Annales y los paradigmas marxistas, ha vuelto en busca de una historia total. A criterio de Ciro Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, a pesar del embate acometido por la "nueva historia", la historia política no fue tan afectada por el movimiento de renovación metodológico. Agregan que "no cabe duda que el enfoque seguirá siendo esencialmente estructural y planteará, entonces, la historia política en términos de una historia de las estructuras del poder."
No se puede liberar a la historia de su compromiso de comprender globalmente el pasado. El desmembramiento de la historia en pequeñas islas, es perjudicial para la enseñanza y la investigación histórica. Todo parece indicar que el paradigma historiográfico del siglo XXI nos obliga a ser más global y trasnacional que el del Siglo XX.
La mayor anomalía observada en el desarrollo historiográfico pareció ser la imposibilidad de llevar a la práctica el principio de historia total. Carlos Barros, en su obra La Historia que Viene (Manifiesto de La Historia a Debate) publicado en la Universidad de Compostela sostiene que, a "este grandioso archipiélago en que se ha convertido la historia del siglo XX lo que faltan son puentes, vías de comunicación, y otras conexiones interhistóricas, que hagan posible juntar islas para hacer continentes historiográficos, que nos hagan olvidar la espera pasiva del advenimiento de una nueva noción de historia total…El papel de la historia en la sociedad, en la educación y en la investigación es inversamente proporcional a su desmigajamiento disciplinar." agrega que: "Para hacer posible una historia a secas, integral, hay que experimentar, pues, iniciativas de investigación que adopten lo global como punto de partida, y no como horizonte utópico". común a todas las especialidades históricas y punto de contacto con otras disciplinas". [37]
Existe una nueva generación de historiadores que propugnan por la vuelta a la totalidad o sea, a la convergencia de disciplinas para un mejor entendimiento del mundo.
La historia política puede ser retomada luego de los cambios de final de Siglo XX, como manera de globalizar la historiografía.
Esta renovación de la historia en el siglo XX, ha multiplicado las áreas de interés, ampliando la temática y, considerando a cualquier huella humana como una fuente testimonial aprovechable. La aspiración de una historia total, que evite la fragmentación de la historia en parcelas temáticas, es la tarea del siglo XXI; aunque su búsqueda parece una ilusión; un paradigma abstracto (la historia total ha devenido más absoluta e inalcanzable, en suma, más idealista, a decir de Carlos Barros.), existe consenso en que debe ser alcanzada, para salir de la actual crisis de crecimiento de la historia.
Dentro de este nuevo paradigma de investigación histórica, el retorno de la historia política no está reducido la forma tradicional "acartonada y polvorienta", dedicada sólo a describir acontecimientos y hazañas gloriosas. La nueva historia política debe ser una historia de tendencias; que se interese en cualquier actividad relacionada con el hombre y que, por lo tanto, apele a los aportes de la historia cuantitativa económica social; de la cultura popular, de las mentalidades, etc.[38]
2.- La Historia Política en Panamá: Militarismo-Autoritarismo.
La historia política de Panamá, ha sido complicada, pero interesante. Entenderla parece una tarea difícil y es necesario recurrir a la totalidad de los elementos que actúan en ella para poder lograr una visión más o menos aproximada de su realidad.
Como ocurre en América Latina, desde los tiempos coloniales, los sectores económicamente dominantes, son los que han mantenido el control del poder político formal y de hecho. En Panamá, estos grupos coloniales, con la incorporación posterior de las recientes inmigraciones de comerciantes, atraídos por la zona de tránsito, negocian ventajas crematísticas manipulando la llamada democracia formal [39] para controlar el poder político y económico. Una democracia legitimada por torneos electorales impuros en los que la población es convidada inconsciente. Las elecciones, se dan en Panamá desde muy temprano en la época de la República.
Bajo la presión del influyente modelo estadounidense, se realizaban constantes torneos municipales y nacionales para relevar los poderes. Sin embargo, dichos eventos estaban rodeados de escasa legitimidad, algunos por las manipulaciones internas de nuestros líderes nacionales y otras, por la interferencia de los intereses foráneos. En Panamá, desde los inicios republicanos, el papel que juega la influencia extranjera en el desarrollo político y económico del país es muy importante.
Sobre el tema electoral y las características de los torneos periódicos, que se celebran en nuestro país, para relevar a las autoridades nacionales y municipales, se puede encontrar abundante información en el capítulo cuarto de nuestro trabajo.
El viejo esquema tradicional de liberales y conservadores que surgió desde la colonia dio origen a las formaciones partidarias posteriores al establecimiento de nuestra República. A pesar de que cada país siguió una ruta propia, en el fondo, siempre los sistemas políticos fueron cerrados y controlados por centros de poder autoritarios que frenaron el desarrollo democrático de las instituciones de la región. La naturaleza misma del sistema político latinoamericano estará marcado por elementos fácilmente identificados tales como la exclusión de los estratos mayoritarios de la población (tanto para acceder a la riqueza como a las fuentes de poder político), el autoritarismo y el militarismo. Estos elementos han sido constantes y hasta estructurales y enraizados en la realidad económica, social y en la cultura política de los latinoamericanos.
A partir de los años 30, y hasta hace muy poco, en algunos países latinoamericanos, los representantes de las oligarquías renunciaron voluntariamente a favor de los militares, el control de la mayor parte del poder político e institucional. Una realidad de permanente situación de conflicto generado por la constante lucha política electoral es apoyada por los caudillos o las élites militares, para ascender en la escala de control social. Pero, el control autoritario del poder por los grupos hegemónicos civiles o militares siempre estuvo acompañado por un proceso de legitimación [40]que se otorgaba mediante elecciones periódicas. La legalización de dominio excluyente significó todo un proceso de trabazón creado por los antiguos partidos nacionales.
En América Latina, especialmente en el área de Centroamérica, ha sido tradicional la exclusión del resto de los estratos sociales, tanto del acceso a la riqueza económica, como a las fuentes de poder político y bienestar social. Así se definió el rol activo que desempeña el autoritarismo como elemento clave para mantener el orden y la tranquilidad.
En los países latinoamericanos los procesos de exclusión de algunos sectores de la vida nacional generan profundas desigualdades y, como consecuencias, constantes conflictos entre sectores sociales. Esta realidad, provoca desestabilización y desórdenes que deben ser aplacados por las fuerzas militares. En este sentido Héctor Pérez Brignoli señala que: "En la práctica la vigencia de las instituciones y leyes liberales fue sobre todo eso: un inmenso monólogo de las clases dominantes consigo mismas. Golpes de Estado, elecciones controladas y candidatos impuestos desde el gobierno fueron la regla en la renovación presidencial…Opinión pública no existía; habían sí clamores populares, rumores que se extendían en secreto o entre líneas de una prensa casi siempre censurada."[41]
No encontramos demasiadas diferencias con el conjunto de las demás naciones del continente. Desde la conformación de la República en 1903, a todas luces imperfecta y excesivamente dependiente, los partidos tradicionales heredados de la política colombiana imprimieron su sello particular en el desarrollo del estado Nacional en el Istmo. Sobre el particular, Ricaurte Soler afirma que "dadas las condiciones de mediatización política del Estado por parte del imperialismo, y de la absoluta dependencia económica de las clases dominantes, el proceso de afirmación estatal nacional se inició lento, inseguro y contradictorio. [42] Agrega que "En las específicas condiciones panameñas, el poder oligárquico lo integra la burguesía comercial y casateniente, proyectada en el interior a través de terratenientes y caciquismos regionalesa partir del momento en que esa misma burguesía, por razones internas y externas, renuncia a su proyecto de organizar el estado nacional en función del recurso natural de la posición geográfica"[43]. La renuncia a que se refiere el Doctor Soler, obedece a la creciente supeditación de los sectores dominantes de la sociedad panameña al poder imperial norteamericano a partir de la independencia de Colombia. Durante la primera mitad del Siglo XX, son los liberales los que sientan las bases para la implementación de la hegemonía ideológica en la República. El patriciado liberal conservador de principios de siglo fue rápidamente extinguido y sustituido, a criterio de Juan Materno Vásquez, por seudo partidos que, "más que organizaciones conforme una ideología, fueron creaciones jurídicas de clientelas electorales.".
El clientelismo fue la mejor expresión de su incapacidad para conectarse con los intereses y aspiraciones de la población. Familias y organizaciones empresariales fundaron partidos políticos con el propósito de salvaguardar sus privilegios de clase.
3.- Profesionalización y Modernización de los Cuerpos Armados en América Latina y Panamá.
La profesionalización de las fuerzas armadas en América Latina se ha dado en momentos y condiciones distintas, debido principalmente al desigual desarrollo de los países. Las coyunturas políticas nacionales e internacionales han determinado las características propias de cada institución militar.
Pero quizás, con mayor trascendencia en las naciones menos desarrolladas, la profesionalización ha dependido históricamente de los niveles de desarrollo económico. Es obvio que las naciones más pobres, por no contar con una industria armamentista, han tenido que posponer el desarrollo profesional de sus fuerzas armadas o, en otros casos, han debido depender del apoyo financiero externo.
Creo que esta última circunstancia ha sido la generalidad de las naciones latinoamericanas. En los Estados nacionales de creación tardía, las fuerzas armadas sirven de sostén a los grupos dominantes para garantizar la "obediencia y el orden", en sociedades excluyentes y sectarias. Un estado politizado, promotor de la violencia, hecha mano de los poderes militares para acentuar el control social de unas clases sobre otras. Como lo dice Oscar Cuellar, "la existencia de un cuerpo armado centralizado en torno al gobierno…es un requisito esencial a la existencia misma del Estado, pero a la vez, un peligro potencial para el normal funcionamiento de la sociedad, en la medida en que las funciones del estado eran vistas, primariamente, como funciones de manutención del orden y la seguridad.."[44].
En suma, la profesionalización de las fuerzas armadas que se proyecta en los países latinoamericanos tiene su origen en la constitución de los Estados Nacionales. Por su misma naturaleza, el Estado Nacional surge por una imposición de clases. Las instituciones armadas se manifiestan tempranamente como protectores de los intereses de la clase dominante y, a la vez, reproducen el carácter dependiente de sus propios estados.
Ya hemos dicho que, en un primer momento, la profesionalización y modernización de los estamentos militares dependerá del nivel de desarrollo de cada país. Lógicamente, aquellos grupos que detentan el poder económico tradicional, tenderán a dominar a los ejércitos latinoamericanos para así subordinar a aquellos sectores de la sociedad más débiles. El poder real girará en torno a los círculos políticos y económicamente más evolucionados.[45]
Pero tiene o no algún nivel de politización la participación de las fuerzas armadas? El objetivo de la profesionalización tendría el objetivo de alejar a los militares de la política y dedicarse a los roles que le son propios. De allí el sentido profesional de los militares en la sociedad moderna. ¿Pero ello, es así en las naciones latinoamericanas? Mario Carranza sostiene que "La profesionalización llevaba el germen de la politización, fundamentalmente, porque se producía en países que carecían de la industria básica necesaria para la producción de armamento. No es casual, agrega, que la profesionalización se produzca coetaneamente, en América Latina, con el ingreso del capitalismo internacional en la etapa imperialista y monopolista: fines del siglo XIX y del XX". [46]
Para situar históricamente la profesionalización de las fuerzas armadas latinoamericanas, Alan Rouquie, [47] niega lo que algunos autores consideran como cierto. Sostiene que carece de fundamento que los primeros soldados profesionales fueron el producto de la asimilación de los jefes de bandas o de caudillos improvisados que surgen de la caída el imperio español. Más bien, los ejércitos, dice Rouquie, responden a las necesidades del desarrollo del capitalismo en su fase actual.
Parece tener más sentido, entonces, para sustentar la profesionalización de los ejércitos la tesis que plantea que los intereses foráneos son, en última instancia, quienes han provocado el desarrollo de los regímenes autoritarios. Advertimos, siempre, que esa profesionalización es de carácter dependiente, modelo muy identificado con la realidad panameña. Ya hemos dicho que no se pueden comprar a los ejércitos de la mayoría de las naciones latinoamericanos con las dimensiones y funciones de la Policía panameña. Sin embargo, la mayoría de los autores están de acuerdo en que todos pasan por las mismas etapas, aunque en distintos momentos de su evolución.
La finalización del caudillismo latinoamericano y, la aparición tardía de los estados Nacionales-casos Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Panamá- está superpuesta por una larga influencia directa o indirecta de los Estados Unidos. "padecieron un largo periodo de ocupación norteamericana destinada a terminar con el relajamiento general de los lazos de la sociedad civilizada que, según Washington, afectaba a esos países. Antes de retirar su protección, Estados Unidos se esforzó por poner en pie, en esos países, guardias civiles organizados por los marines".[48]
Fuerzas armadas profesionalizadas, pero también politizadas, como consecuencia de los conflictos clasistas, propios del desarrollo tardío de las sociedades latinoamericanas. Los sectores dominantes requieren un control social autoritario; para ello deben cooptar su predominio sobre las instituciones armadas.
En Panamá, guardadas las proporciones, se desarrollan los elementos que son ilustrativos para los países del área. Una policía nacional con un desarrollo orgánico sumamente débil, enfrenta una nueva realidad al despuntar la década de 1940. La Segunda Guerra Mundial trae consigo un novedoso escenario en el ámbito económico, político y militar en Panamá. Mientras las fuerzas armadas latinoamericanas se reprofesionalizan producto de esos nuevos patrones surgidos durante y después de la guerra, en Panamá por el contrario, es cuando se inicia el proceso.
No es casual, entonces, que durante el periodo de la historia panameña comprendida entre 1942 y 1945, cuando aparecen una aguda crisis de hegemonía entres las clases sociales, a la vez, se pone en marcha el proceso de profesionalización de la Policía Nacional. Tomamos de Dorindo Dajan Cortez una descripción muy precisa de la situación, que se genera en ese momento. "en momentos en que la sociedad se aproxima a un agudo periodo de inestabilidad que los sectores medios se organizan, esta vez con criterios más definidos. La Federación de Estudiantes de Panamá, es fundada en 1943, (ocho años antes había sido fundada la Universidad de Panamá, que a pesar del elitismo que la caracteriza, permite la unidad de la conciencia estudiantil); el Magisterio Panameño Unido, fundado en 1944, y ese mismo año, el frente Patriótico de la Juventud. La clase obrera se organiza, y si bien es cierto sus objetivos eran puramente gremiales y reivindicativos, ya se toma con- ciencia del sindicalismo. Entre 1944 y 1945 aparecen tres sindicatos: Sindicato Nacional de trabajadores de la Industria…." [49]
En el Estado oligárquico recién constituido en Panamá, en el que los antagonismos son propios en las relaciones sociales, se hizo necesario un organismo profesional para defender el "orden" y las instituciones "democráticas". Dicho organismo, por su origen y
constitución deberá tomar partido hacia un sector determinado, por lo tanto tendrá una connotación política; estará politizado.
4.- Militarismo y Militarización: Conceptualización.
La mayoría de las definiciones que analistas y diccionarios hacen del militarismo lo entienden como una desviación del recto sentido de lo militar. Es la exageración y la pretendida totalidad de las concepciones militares.
En la historia política del mundo se considera que a mediados del siglo XIX comenzó a ser usado el término en Europa. Lo militar es, según Luis Cárdenas Vásquez, lo que la politiquería a la política, lo que el machismo a la virilidad, esto es, una degradación de valores y conductas de modelos de ser y pensar.
La descalificación del militarismo como conducta aberrante, es aceptada, incluso por los mismos militares, quienes lo descartan como forma adecuada de concebir lo militar. Un oficial chileno dice que "el militarismo se caracteriza por sostener un nacionalismo descabellado e ideas extremistas de lo militar".
"El militarismo connota la dominación de los militares sobre los civiles. Un ejército o una sociedad marcada por esta desviación, se caracteriza por el desprecio a los políticos y a las políticas civiles, el rechazo a la democracia." [50]
Una definición de militarismo recogida den IV Encuentro de Objetores de Conciencia, celebrada en Quito en 1997 dice que es "La tendencia de los aparatos militares de una nación (fuerzas armadas, fuerzas militares , burocráticas y servicios secretos) en asumir el control, siempre creciente sobre la vida y el comportamiento de sus ciudadanos, sea por medios militares (preparación de la guerra adquisiciones de armamentos, desarrollo de la industria militar) o, por valores militares tendientes a dominar cada vez más la cultura, la educación, los medios de comunicación, la religión, la política y la economía nacional a expensas de la institución civil".
5.- Vulnerabilidad de la Democracia e Ingerencia Policial:
Las estructuras democráticas en los países latinoamericanos siempre han sido débiles. El autoritarismo ha sido una situación propia, cotidiana, y tradicional. Responde, por un lado, a demandas emanadas de la colonia; y por otro lado, a las presiones externas que se reciben de las potencias dominantes.
La democracia, ese sistema, tan traído y llevado, se convierte, finalmente, en el modelo ideal para alcanzar el desarrollo político, económico y social de Latinoamérica. El esquema republicano, generalmente, copiado de los Estados Unidos, se impone como forma de gobierno. Este sistema aunque desconocido para la mayoría de los pueblos semianalfabetos y pobres, conduce a las nuevas naciones a sentar una base débil para las instituciones democráticas.
Surgen entonces, estados liberales parcializados que les corresponde formar la conciencia nacional y la organización de la sociedad. Las desigualdades y la inequidad se
apoderan de las nuevas estructuras americanas. La democracia liberal será el medio político legitimizador para excluir a los sectores sociales más débiles y para crear un estado precario en cuanto a las libertad y el disfrute de los bienes sociales.
Las tendencias autoritarias se manifiestan tempranamente en nuestra América. Poderosos líderes políticos a quienes habitualmente se les ha denominado caudillos, hicieron su impronta en la historia de nuestros pueblos. Hombres de toda marca y color político asumen la dirigencia de Repúblicas desorganizadas y en muchas ocasiones caóticas.
Acerca de este tema, el sociólogo chileno Oscar Cuellar [51] sostiene que, a pesar de que, en el esquema liberal del aparato estatal moderno, la participación política de las fuerzas armadas debe ser subordinada a los poderes civiles del Estado, existen situaciones contradictorias; por una parte, las fuerzas armadas aparecen como organismos situados más allá de los distintos grupos y clases de la sociedad. Tiene funciones superestructurales al nivel de la conducción política del estado; manejan medios de coerción y hasta se genera una especie de subcultura de poder real. El control de los medios de coerción y la capacidad para generar una ideología propia, tienden a crear una potencialidad política que, en muchos casos, rebasa los límites del sistema civil. No obstante, la supuesta subordinación política, la realidad es que las fuerzas armadas poseen, por su misma existencia, una cuota de poder político que sobre pasa los límites impuestos un tanto lesiva a los intereses generales de la sociedad. Aquí radica la contradicción por él planteada.
Para ilustrarla, citamos a Cuéllar: "Esta contradicción original ha sido señalada o por lo menos sentida ya por los teóricos del liberalismo clásico con una fuerza que permite suponer que ha sido uno de los problemas básicos enfrentados en la construcción del estado moderno. Un Hobbes, un Locke, un Kant, coincidirán en señalar que la existencia de un cuerpo armado centralizado en torno al gobierno, sea este monárquico o constitucional, es un requisito esencial a la existencia misma del Estado, pero a la vez un peligro potencial para el normal funcionamiento de la sociedad".[52]
Los regímenes autoritarios, no han sido circunstanciales, sino que se convierten en el instrumento típico para garantizar la reproducción de los modelos económicos foráneos utilizando la represión para lograr el control por parte de los sectores dominantes. Como los describiremos más adelante en nuestro trabajo, la elecciones fueron y aun siguen siendo, mecanismos para formalizar la arbitrariedad y el abuso. Como anotó Juan Alberto Huaylupo, "Las convocatorias en los procesos electorales, salvo algunas excepciones, son convocatorias a las mayorías para legitimar el poder de las minorías" [53]
En Panamá, el autoritarismo pasa a ser parte de nuestra cultura política. El poder hegemónico de los sectores privilegiados, garantizado por la ingerencia foránea, ha sido una constante de carácter estructural y enraizado en la política panameña. Con la eliminación temprana del ejército nacional, se entrega todo el control político y económico a la burguesía nacional a través de los partidos políticos de corte oligárquico. Muy pronto, también, este poder es mediatizado por la presencia ignominiosa de las fuerzas armadas extranjeras que entran a formar parte de nuestra realidad. Desde la década de 1940, estas fuerzas hegemónicas nacionales se muestran cómodas con el surgimiento del poder autoritario interno y externo. Ellos, los poderes internos, y las fuerzas imperiales, garantizan la dominación.
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