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Las siete iglesias del Apocalipsis: Éfeso (página 2)

Enviado por Julio C. Torres


Partes: 1, 2

El periodo efesio o apostólico cubre desde el día de Pentecostés (alrededor del año 30 d.C.) hasta el año 100 d.C.

El nombre de éfeso quiere desir «deseada». Esta fue la iglesia o la era de la iglesia más deseada de todas.

1.  Una iglesia trabajadora:

«Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia».

Cristo elogió a esta iglesia primitiva por su fiel trabajo de servicio cristiano. Servir a Jesucristo es trabajar. Cristo conoce y conserva todo servicio fiel "…Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que no perderá su recompensa". (Mateo 10:42).

[4]La iglesia primitiva logró una expansión de la enseñanza del evangelio a través del ministerio de los judíos cristianos mayor que la que se logró desde el liderazgo de la iglesia se tornó predominantemente gentil. Ni siquiera con todos nuestros métodos modernos de comunicación y nuestros viajes en avión podemos igualar aquel éxito evangelizador.

Es interesante notar que la apostasía y la indiferencia fueron características de la iglesia de Jesucristo bajo la administración de los gentiles, mientras que el evangelismo fue la característica del liderazgo judío. La verdad profética que se encuentra en Apocalipsis 7 lo resalta diciendo que la próxima vez en la que se proclamará el evangelio alrededor del mundo será bajo el liderazgo judío cuando los ciento cuarenta y cuatro mil testigos judeocristianos salgan a predicar el evangelio para alcanzar a una multitud «tan grande que nadie podía contarla» (7:9).  

2.       Una iglesia separada:

«Se que no puedes soportar a los malvados».

La palabra griega para «iglesia» es ekklésia, que literalmente quiere desir «llamados a salir». Una verdadera iglesia es la que está en el mundo pero no pertenece al mundo. Una de las cosas que caracterizó a la iglesia primitiva, pero no a otras iglesias, fue su rechazo a confraternizar con cristianos débiles.

3.       Una iglesia pura:

«Se que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles pero no lo son; y has descubierto que son falsos».  

            Inmediatamente después del día de Pentecostés, Satanás sembró  cizaña en medio del trigo del Señor. Algunas de estas cizañas se disfrazaron de apóstoles y anduvieron por allí engañando en su inocencia a algunas de las iglesias recién nacidas, ya que no tenían copias escritas de las escrituras.

Por supuesto, Dios es fiel, y aquellas iglesias que lo buscaban en verdad y que ponían a prueba a los espíritus «para ver si eran de Dios» no fueron engañadas. La iglesia de éfeso fue una de ellas y no permitió que los falsos apóstoles la engañaran.

4.       Una iglesia sufrida:

«Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte».

La estructura de estas palabras indica muy claro que la iglesia de éfeso era una iglesia consecuente, sufriendo a lo largo de toda su historia en la fiel propagación del mensaje del evangelio, sin desanimarse, sino presentando osadamente el evangelio de Cristo.

5.       Una iglesia autónoma:

«Aborreces las prácticas de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco».

La palabra «nicolaítas» proviene de dos palabras griegas: niko; «conquistador, derrocador», y laos; «la gente, los laicos». Parece que en los primeros días de la iglesia, los seguidores de Nicolás sostenían dos puntos de vista seriamente heréticos.

La historia de la iglesia de Jesucristo es un ciclo continuo de iglesias autónomas que se amalgaman en grandes convenciones, o denominaciones, o jerarquías eclesiásticas que con el tiempo se vuelven apostatas. A su tiempo, esto produce la separación del grupo minoritario que procura ser fiel a las Escrituras, autónomo, dependiendo solamente del Espíritu Santo. Ciertamente, la iglesia de éfeso y la iglesia primitiva apostólica tuvieron éxito en oponerse a la obra de los nicolaítas, que más tarde aceptó la iglesia de Pérgamo (Ap. 2:15).

B.      La condenación de Cristo:

«Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor».

Habia solo una condenación en contra de esta iglesia primitiva, pero se trataba de una muy seria. Aunque era fiel, de forma inconsciente sucumbió en la tendencia natural de permitir que aun la experiencia más maravillosa se convirtiera en algo común.

C.      El consejo de Cristo:

El Cristo de las iglesias le aconseja a la iglesia de éfeso que haga tres cosas: 

1.   «Recuerda de donde has caído».

Con firmeza, Cristo amonesta a los creyentes de éfeso que recuerden la fidelidad de los primeros años y que hagan un inventario de su vida espiritual.

2.   «Arrepiéntete».   

Debían volverse de su frialdad e indiferencia a una relación vital con Cristo.

  1. «Vuelve a practicar las obras que hacías al principio».

Esto completa el consejo de Cristo y se levanta como una prueba del amor de la iglesia.

D.      El desafío de Cristo:

El desafío que Cristo le presenta a la iglesia de éfeso se divide en dos ramas especiales:

  1. «Oiga lo que el Espíritu dice».

"El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".

Esta era una expresión del Señor Jesucristo que aparece en muchas de sus parábolas (p. ej. Mateo 13:9). La afirmación involucra a tres clases de individuos:

a.       Los que no tienen oídos: Por supuesto, esto no se puede referir a los oídos físicos, ya que todos los tenemos. Indiscutiblemente se refiere a aquellos que no se han puesto a tono con el Espíritu Santo

b.       Aquellos que son duros para oír: No todos los cristianos nacidos de nuevo están dispuestos a oír al Espíritu de Dios cuando les habla. El Espíritu Santo les recrimina a los hebreos que eran "lentos para aprender".

c.       Aquellos cristianos dispuestos en el espíritu y deseosos de escuchar lo que el Espíritu les dice a las iglesias (Santiago 1:22).

2.   «Vida eterna para los que salgan vencedores».    

"Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios". El árbol de la vida, del que podrán comer aquellos que salgan vencedores, es, sin lugar a dudas, el árbol que se les prohibió a Adán y Eva luego de pecar.  Solo los vencedores comerán del árbol de la vida. ¿Quién es un vencedor? 1 de Juan 5:4-5 nos da la respuesta «Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?».

 

 

 

 

 

Autor:

Julio C. Torres

[1] TIM LAHAYE Apocalipsis sin velo editorial vida p.48

[2] VILA SCUAIN Nuevo Diccionario biblico ilustrado editorial Clie  p. 281

[3] ELVIS L. CARBALLOSA Apocalipsis editorial portavoz  pp. 59-60

[4] TIM LAHAYE Apocalipsis sin velo editorial vida p. 49

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