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Apuntes para un análisis del caso de las exportaciones de maracuyá de Colombia 1986 – 1997


Partes: 1, 2

    1. Las vicisitudes del maracuyá, 1986-1997
    2. El mercado internacional del jugo de maracuyá
    3. Producción de maracuyá en Colombia
    4. Capacidad competitiva en el mercado internacional del jugo de maracuyá producido en Colombia
    5. La tasa de cambio
    6. Comentarios finales, propuesta para otra versión de la Ley de Murphy

    Publicado por CEGA en Coyuntura Colombiana, No 67, Bogotá, Octubre 2000.

    "Señor, usted no conoce la enorme capacidad de mercadeo de la Federación"

    Producción-especulación, una vieja historia

    A todo estudiante de historia económica de Colombia le resultan familiares los nombres de los efímeros productos de exportación del siglo pasado: la quina, el caucho, la tagua, el palo brasil y el palo de mora, el dividivi, las maderas preciosas, el añil y el tabaco[1]y todos los estudiantes de las últimas generaciones conocen la interpretación de José Antonio Ocampo sobre esa forma de comportamiento empresarial -que denominó "producción-especulación"- que dio origen a las cortas "bonanzas" exportadoras que el país vivió entre 1850 y 1882[2]

    Según Ocampo, "en ausencia de condiciones especialmente favorables para las exportaciones, la burguesía colombiana fue descubriendo una forma de comportamiento empresarial que derivaba toda su racionalidad del contexto en el cual se desenvolvía. Este comportamiento consistió en explotar al máximo las oportunidades que ofrecían los mercados mundiales en transitorio desequilibrio, o aquellos productos para los cuales no hubiera por el momento una alternativa de oferta estable en el mercado mundial, apelando para tal fin a condiciones de producción o explotación relativamente elementales e incluso improvisadas…"

    La expansión de un sector de esta naturaleza resultaba dependiente de los precios internacionales y entraba en crisis tan pronto como proveedores estables y dinámicos aparecían en el mercado mundial.

    Al bajar los precios internacionales los empresarios no trataban de mantenerse en el sector mejorando sus procesos productivos, sino que, simplemente, lo abandonaban y buscaban otras opciones para su capital.

    El capital era movilizado, de manera relativamente rápida, hacia cualquier sector que prometiera ganancias fáciles, pero también era prontamente retirado cuando se dejaban de presentar las condiciones especialmente favorables[3]

    Así, en los años 1870 y 1876, hubo un crecimiento súbito de las exportaciones de quina y añil. La producción colombiana de quina respondió favorablemente a la coyuntura favorable que se dio en 1850, originada en dificultades de producción de las quinas bolivianas que hasta entonces predominaban en el mercado, "y en pocos años Colombia se convirtió en el principal productor mundial de quina, posición que conservaría hasta los primeros años de la década de (mil ochocientos) ochenta[4]Sin embargo, a partir de 1881-82, la quina no pudo resistir la competencia extranjera y el negocio se desmoronó.

    El añil apareció en las estadísticas nacionales en 1867, y sus ventas fueron superiores a $ 100.000 en 1870 y $ a 500.000 en el año siguiente. En este nivel se mantuvo hasta la brusca caída de 1874 y 1875, cuando prácticamente desapareció de nuevo[5]

    La historia de los demás cultivos mencionados tiene ribetes parecidos.

    Las vicisitudes del maracuyá, 1986-1997

    El análisis de la historia reciente de la producción de maracuyá en Colombia, 1986 – 1998, trae reminiscencias inevitables de las bonanzas exportadoras del siglo XIX.

    Como sucedió con la quina, Colombia fue el primer exportador de jugo concentrado de maracuyá[6]del mundo en 1991, con una participación en el mercado del 40%[7].

    La rápida expansión de la producción de jugo, inicialmente en Colombia y pocos años después en Ecuador, hizo descender los precios internacionales, desde mediados de 1992, hasta niveles que -con el "apoyo" de la revaluación del peso colombiano iniciada en 1990- terminaron por liquidar a las 4 o 5 industrias existentes. El esfuerzo terminó en el abandono casi total del mercado por parte de las empresas que participaron en él.

    Siguiendo casi de manera textual la tesis de Ocampo, al bajar los precios internacionales los empresarios (en este caso los agricultores) no trataron de mantenerse en el sector mejorando sus procesos productivos, sino que, simplemente, lo abandonaron y buscaron otras opciones para su capital.

    Partes: 1, 2
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