Salió de un claro de luz de un farol, a la negrura de una calle que no reconoció o por lo menos no veía bien, abrió los ojos empapados por el agua, en búsqueda de un destello que le indicara donde estaba el piso y no logró ver nada, debió de ponerse el sombrero, pero no lo usaba porque no quería parecer ranchero; recordó a su abuelo, los hombres con sombrero son mas de fiar y se protegen del clima, dio dos pasos mas y resbaló, no sintió el suelo y su cuerpo cayó en el vacío de la negrura; ¡el barranco recordó!. Y su grito se prolongo largamente en el tiempo de la caída, su cuerpo reboto varias veces en el despeñadero, sintiendo crujir sus huesos y vaciarse sus pulmones sofocándolo, hasta que un golpe seco en un fondo rocoso lo detuvo.
No supo cuanto tiempo estuvo inconsciente, al despertar sintió que todo su cuerpo estaba roto, pero que su cabeza estaba sana; todo era negrura, no llovía, no se oía un sonido recordó ¡La mina! debo de haber caído en el tiro de respiración de la mina del barranco,
Le acometió el pánico; ¿aquí quien me va a encontrar?
Un alarido de terror salió de lo más profundo de sus maltrechos pulmones e instintivamente quiso levantarse pero otro grito de dolor fue la respuesta a su esfuerzo y se desmayó.
Cuando despertó de su desmayo trató de tranquilizarse, debo descansar y tener paciencia, se dijo, así me restableceré y saldré de aquí; recordó a su madre, ella me buscara en la mañana, ya sabe que aunque llego tarde nunca falto a la casa en la noche; ¡sí, me buscara y en un rato me encontraran! .Ella siempre era muy lista para adivinar lo que había pasado en otras ocasiones, como que le leía el pensamiento, a ella no podía ocultarle nada, siempre se le adelantaba, digna hija del abuelo; ¿pero cómo me van a encontrar? Si la mina está a dos cuadras en dirección contraria a mi casa, ¿cómo es que me desvié del camino? hasta borracho lo he recorrido; ¿Cómo me va a buscar si ella sabe que evito siempre este camino? ; recordó la despedida de la noche anterior,
Cuídate hijito ya no andes en malos pasos; las mujeres somos malas cuando alguien nos ofende y tú ya tienes muchos problemas, la señora Irma no se va a dar por conforme si no le cumples, ya todo el pueblo sabe de tus relaciones con ella y aunque la critican, le dan cuerda con que tú eres el partido mas adecuado, y no solo por tu juventud, sino porque ya conoces bien el negocio de Don Chón. Además recuerda que Doña Trini la mamá de Lupe es muy caraja para los trabajos de brujeria, e hija de tigre pintita. Recuerda lo que tu abuelo decía "quien mal anda mal acaba".
Le había querido decir que la Lupita estaba celosa de que la estuviera poniendo en vergüenza con las viejas abajeñas y que ya no la hiciera enojar porque le podría hacer un embrujo; ¿pero como lo iba a embrujar?, si lo quería tanto, además había ido a verla y habían cenado juntos unos taquitos que les hizo Doña Trini y se despidieron rete cariñosos, la verdad es que sí la quería, además estaba mucho más bonita que las demás viejas del pueblo, pero para no regarla con ella se desquitaba con las otras; Ya tenían dos años de novios y a veces le costaba mucho trabajo aguantarse y no faltarle al respeto, pero como la quería para madre de sus hijos se aguantaba y se desquitaba abajo del cerro, le tranquilizó este pensamiento.
Y cayó de nuevo en un prolongado desmayo. Despertó después de un reparador descanso que le devolvió la fuerza y el coraje para resistir sus dolores, eran muchas sus heridas, sus piernas estaban fracturadas y sus brazos fracturados y dislocados, su columna era su mayor temor, porque no podía hacer ningún movimiento de la cabeza para abajo, no sentía los pies, ni sus manos; de repente sus ojos vislumbraron un disco de luz por arriba de su cabeza, muy lejos; espontáneamente grito ¡la boca mina!,
Su grito resonó en la gran cavidad repitiéndose muchas veces por el eco, ¡ya sabía donde estaba! Era el tiro vertical principal al que por curiosidad varias veces había bajado; pensó, aquí es más fácil que me encuentren los mineros viejos que todavía gambusinean en los terreros de las viejas lavadoras, quiso levantar los brazos pero no pudo, su cuerpo no le respondió; le acometió de nuevo la desesperación y grito con pavor ¡estoy invalido! !Estoy tullido!
Sus sollozos repercutieron por horas en las paredes de piedra; estaba exhausto cuando escucho voces lejanas provenientes de la boca mina que decían: ¿quién grita abajo? ¿Quién esta ahí? Su gozo no tuvo límite, alguien lo había escuchado, no había que preocuparse más, respondió; soy yo Sebastián Ramírez estoy herido, sáquenme por favor.
Lo sacaron en la canastilla, el chirrear de los cables y de los añejos fierros parecían acompañar sus lamentos; venía en un grito desde que lo movieron por primera vez,
Sus extremidades estaban hechas trizas, se escuchó decir a un viejo minero que ayudó a sacarlo y que en su larga vida había visto muchos casos parecidos, ¡este ya no volverá a caminar!, Yo no se como diablos fue a dar hasta el vertical, sí cayó por un respiradero; esto es cosa de milagro, en el respiradero nunca lo hubiéramos oído y en el estado en que lo encontramos no se podía mover
Su madre lo recibió en el viejo hospital de la extinta compañía minera, hecha un mar de llanto, gritaba; ¡te lo dije mijito! ¡Te lo dije! Con el amor no se juega. Después llego la Lupita hecha una Magdalena, se abrazo a su destrozado cuerpo, sollozando y gritando: yo tuve la culpa, yo tuve la culpa; tuvieron que desprenderla a la fuerza, porque lo estaba lastimando, todos la consolaban, sabían que Sebastián era mala cabeza y que esa noche venia tomado de verse con la viuda de Don Chón.
Todos sabían quién era el que caminaba a altas horas de la noche calle arriba, todos le conocían los pasos, aquellos pasos que ya no volverían a oír, y aunque todos los postigos y visillos estaban cerrados, fueron muchos pares de ojos los que lo vieron salir de la casa de Doña Irma: Las malas lenguas del pueblo, reconocidas y certificadas por todos como buenas fuentes de información, entre las que se contaba el ama de llaves de la viuda del ex alcalde, comentaron como cierto que la viuda le había hecho una escena a Sebastián con gritos y sollozos, porque éste no había querido aceptar casorio con ella, aunque esto significara volverse dueño de los transportes, negocio que ya manejaba tan bien y, aunque no lo aseguraban totalmente, Doña Irma al verse rechazada, le amenazó gritando; pos si no has de ser para mí tampoco le servirás a nadie; ¡de mi cuenta corre!
Al día siguiente, la recamarera la encontró desmayada, hincada frente a un ropero en donde encontró un San Antonio de cabeza, estaba todo tasajeado con cuchillo, y rodeado de velas negras. Sobre el buró encontraron una botella de tequila que disque olía diferente y que el cuarto olía a azufre. Ah por cierto, esa mañana la señora salió para la capital, toda vestida de negro.
Esa tarde en la iglesia, Lupita llorando se hincó en el confesionario, y dijo; acúsome padre, soy culpable de la desgracia de Sebastián; anoche puse de cabeza la imagen de San Juan le prendí unas veladoras rojas y se lo encomendé diciéndole ¡Santito! ¡Santito! Apártalo de los malos pasos y de las malas compañías ¡Déjalo conmigo aunque sea tullido!
Autor:
Jorge González Suárez
Seudonimo: Le Sorcier
Saltillo Coah
5 de mayo de 1999
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |