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La Actitud frente a la Crisis (página 2)


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Sabía que estaba tocando venas sensibles, pero hace un tiempo decidí ser más abierto conmigo mismo y preguntar con franqueza cuando lo requiera o sienta que deba decir algo honestamente. La primera en reaccionar al cambio de tema fue mi otra acompañante. Con energía y en tono bromista dijo:

– No le preguntes de eso, ¡menos en tiempos de crisis como estos! – Mi primera interlocutora, sin embargo, elevó la mirada y en tono reflexivo comentó:

– Hoy en día la crisis significa falta de dinero. Los negocios no tienen liquidez y eso hace complicado que se mantengan a flote. Para mí, ahora que lo pienso mejor, la palabra crisis significa que tengo una oportunidad para ser más eficiente en mis gastos y ofrecer nuevos y mejores servicios a mis clientes. Es la oportunidad para, en un momento en que las condiciones cambian, observar con más detalle aquello que tradicionalmente no observo con detenimiento – ¡Una oportunidad para observar!

Muchas personas no pueden ver las oportunidades que aparecen en los momentos difíciles. Para muchos otros, un cambio en el curso esperado de los acontecimientos puede significar el final. Para otros por el contrario una crisis significa una oportunidad de aprendizaje. Lo cierto es que muchos de los casos, pasado un tiempo, la mayoría de personas encontramos la forma de seguir adelante incluso frente a situaciones realmente complejas.

No estoy diciendo con esto que, por ejemplo, una pérdida importante sea un momento de alegría, que la falta de dinero es un motivo de celebración o que la situación económica del mundo una causa de regocijo. Lo que afirmo es que las crisis son un llamado de la realidad que nos invita a observarnos, a reeditarnos, reinventarnos.

Se puede asumir la dificultad como una tragedia o como un momento de aprendizaje. Llamarle "crisis" es en sí una elección, podemos interpretar los momentos difíciles como una barrera inquebrantable o simplemente como un tope que se cruza en el camino ayudándonos a bajar la velocidad por un momento para observarnos con detenimiento.

Autodeterminación

"El que nace para maseta no pasa del zaguán".

No fue fácil para mi entender hasta que punto determino mi vida a través de mis elecciones, aún en momentos continúa siendo difícil. La cultura latina está plagada de interpretaciones sobre el "destino". Basta observar alguna telenovela en la que los personajes se ven y se enamoran de repente, en donde una serie de tragedias y alegrías se van presentando sin la participación de ellos mismos. Al final, todo se resuelve gracias a la magia del destino.

Nuestra cultura tiene un dejo de telenovela. Crecimos con la visión, tal vez romántica, de que los seres humanos caminamos por la vida y de repente se nos pegan las emociones como un cadillo se prende a la ropa, que la vida en general sucede porque así está destinado por la divinidad o en el otro extremo todo es completamente azaroso. "Así nos tocó vivir", versa un dicho famoso.

Por el contrario, hoy pienso que todo lo que está pasando a mi alrededor es una decisión, esto incluye mi familia, mis padres, el país donde nací e incluso el fin de mis días. Deje de creer en destinos, en líneas rectas de acontecimientos trazadas con instrumentos desconocidos. Creo firmemente que es la capacidad de elegir la que puede dar sentido a la vida de todo ser humano, que los acontecimientos y las personas coinciden generando un océano infinito de posibilidades.

Decidí alejarme de mi visión anterior después de descubrir los trabajos del doctor Will Schutz, en especial su best seller Joy que recomiendo ampliamente. Cuando tomé mi primer taller de El Elemento Humano una de las preguntas que me hice fue: ¿Qué pasaría si todo fuera mi elección?, Al entrar en contacto con las ideas de Schutz acerca de la autodeterminación, me di cuenta de varias cosas.

Por un lado es más sencillo pensar que aquello que sucede a mi alrededor es producto del azar o de las acciones de otros, a quienes culpo o agradezco por lo que obtengo en la vida. En cierta forma me era fácil culpar a mi empleador por mi situación económica, al gobierno por las pocas o muchas posibilidades que me ofrecía el país o a mis padres por "haberme hecho quien soy".

Sin embargo, me di cuenta también que desde esa mirada del mundo si yo quería cambiar algo en mi vida necesitaba esperar a que mi jefe, mis padres, mi gobierno, mis amigos, la situación económica y todo mi entorno en general se modificara. Pienso que mis posibilidades se amplían desde una posición en la que puedo observarme como protagonista y no como víctima o beneficiario de las circunstancias.

No tengo la intención de lograr que quienes lean este escrito piensen como yo. Alguien podría refutarme diciendo: ¡Yo no elegí ese accidente que tuve! O también: ¡Yo no decidí que la economía mundial estuviera en crisis! Siendo congruente con mi intención, la de compartir mis ideas simplemente, tengo que aceptar que esa posición también puede ser válida. Pero aún cuando yo no haya elegido x o y situación, siempre me queda la posibilidad de elegir cómo reaccionar ante ésta.

En momentos como los que vivimos actualmente me parece urgente revisar la mirada que tenemos de nosotros mismos, de nuestras organizaciones y nuestra región; evolucionar a una visión más responsable de nosotros mismos y nuestro entorno.

El gran mito

Cuando imaginamos la felicidad solemos llevar el pensamiento hacia lugares paradisíacos donde no hay muerte, donde todo aquello que queremos aparece de la nada, sin esfuerzo. Una realidad idealizada, un cuento de hadas con el que muchos lucran, y lucran bien.

Recientemente salió a la venta una serie de videos y libros, muy populares por cierto, que venden la idea de que para obtener cualquier cosa, solamente es necesario pensar en ella con pasión para que aparezca casi mágicamente como quien pide un deseo al genio de la lámpara. Tal idea es para mí una pobre interpretación de un principio miles de años más antiguo. Pese a la seducción que representa esta fantasía, creo que el asunto es menos mágico y más simple.

Confieso que a mí también me seduce la idea recibir millones de dólares solamente concentrando mis pensamientos en conseguirlos. Pero sé que si quiero que algo suceda en mi vida no puedo dejarlo al azar, necesito estudiarlo, analizarlo y actuar en consecuencia. La esperanza por sí sola no cambia nada a menos que me haga cargo de que las cosas sucedan.

Sí, creo que al enfocar mi mente en algo voy a entenderlo y a hacerlo mejor, pero para que la realidad se modifique a mi favor es necesario actuar en congruencia con mi pensamiento. Si algo en mi vida no me satisface hoy, no importa cuántos libros de psicología o autoayuda pueda leer, a cuantos expertos acuda si no tomo acciones congruentes con ello. Sin importar a cuantos consultores contrate, una organización no puede modificarse si no toma acciones en virtud del cambio que busca.

Toda decisión implica acción, visión sin acción no es más que un sueño.

La crisis económica

Esta situación que inicia en Estados Unidos no se es producto del azar, es el resultado de decisiones erradas que iniciaron con la elevación del costo de las propiedades en ese país y a la poca observación por parte de las entidades crediticias al momento de otorgar créditos. La banca, para respaldar sus préstamos, creo algunos instrumentos a manera de bonos, respaldados por las hipotecas de miles y miles de personas que compraban vivienda, bonos que a su vez fueron vendidos a otras entidades financieras.

Cuando los precios de estas propiedades tendieron a la baja el desplome comenzó: Las personas estaban pagando propiedades que se devaluaban y los pagos de hipotecas a los bancos se redujeron. Los dueños de los bonos que los bancos vendían para poder hacer más préstamos en los momentos de bonanza empezaron a venderlos al mejor postor, a precios muy por debajo del costo inicial, perdiendo su valor y generando caos.

Las entidades financieras han entrado en pánico, la confianza de los consumidores ha llevado a la recesión, los préstamos se cancelaron, la situación se salió de proporciones. La incertidumbre de personas y organizaciones acerca de los sucesos actuales se convierte en miedo. El miedo y la desconfianza son emociones altamente contagiosas, el miedo se adueñó de la situación, la desesperación y la desconfianza hicieron su agosto, propagándose como fuego.

La situación financiera mundial nos invita enfrentarla con una gran dosis de creatividad, con autodeterminación, responsabilidad y con acciones contundentes. La situación existe, es real, no desaparecerá simplemente por imaginar que no está.

Es momento de detenernos, observarnos, personas y organizaciones necesitamos hacernos preguntas poderosas:

¿Cómo actuar? Definitivamente no bajo el pánico:

  • 1. Aceptar: Aceptar y resignarse no son la misma cosa. Aceptar es la posibilidad de actuar, observar la realidad para poder entender el panorama real, la resignación es el momento previo a la muerte. Siempre podrá elegir.

  • 2. Compartir: Infórmese bien, busque fuentes fidedignas. Dé información a sus empleados, a su familia, manténgase cercano. En los momentos difíciles es cuando más necesitamos a las personas cercanas a nosotros y un empujón de ayuda.

  • 3. Observar y reflexionar: Obsérvese a sí mismo y sus reacciones, el pánico no lo llevará a nada bueno. Sea cauteloso en las decisiones que toma con el dinero. ¿Usted o su organización realmente necesitan eso que quiere comprar? ¿en qué forma puede hacer más eficiente su dinero? ¿cómo puede ofrecer mejores servicios a sus clientes para mantenerlos? ¿cómo puede asegurar su trabajo?

  • 4. Ahorrar: Y decidir bien dónde colocar su dinero. Seguramente bajo el Buda o el colchón no es un buen lugar.

  • 5. Consumir responsablemente: Reduzca sus gastos, elimine los que son innecesarios.

Crisis es solamente una palabra, una lente para ver el mundo. Personas y organizaciones debemos explorar nuevas posibilidades, actuar, no ser presas del pánico, quitarnos el lente de la crisis y el traje de víctima, preguntarnos lo que hoy podemos hacer por nuestras familias, por nuestras organizaciones y nuestros países.

 

 

 

Autor:

Ricardo E. Comzariza

TEL (MEX) (52 55) 2626 5700

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Actualmente es manager de Cultura en Softtek para Shared Services (México, EUA y Asia).

The Human Element ® Certified Trainer. Con estudios en Psicología, es consultor experto en cultura organizacional e intervenciones con equipos de trabajo. Autor de varios artículos de tono empresarial, educativo y literario. Facilitador en talleres, seminarios y conferencias de temas como comunicación, identidad poderosa, liderazgo y cultura organizacional , entre otros, en organizaciones e instituciones en EUA, China, México, Perú y Colombia trabajando con grupos más de mil personas.

"Mi trabajo es ayudar a las organizaciones con ideas que creen puentes entre las personas, permitiendo así el nacimiento de nuevas posibilidades" Ricardo Combariza.

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