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Tesis para una filosofía de la historia


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    RESUMEN: En el trabajo se analiza las premisas para una comprensión filosófica de la historia, así como esta comprensión desde distintos puntos de vista, en particular el marxista. En el trabajo se dan puntos de vista propios del autor, donde se llega a concebir la historia como un movimiento de lo ideal.

    INTRODUCCION

    Es importante dejar claro qué entender por filosofía de la historia. Ya no se trata, en nuestros días, de una filosofía de la historia a la antigua. Esta caducó cuando murió la filosofía de la naturaleza y las otras formas de filosofía especulativa, lo que está asociado a la caída del sistema hegeliano. Se trata de un nuevo tipo de filosofía de la historia. ¿En qué consistía la forma antigua de la filosofía de la historia y su proceso de derrumbe? Engels refleja este concepto y este proceso de la manera siguiente: "Y lo que decimos de la naturaleza, concebida aquí también como un proceso histórico, es aplicable igualmente a la historia de la sociedad en todas sus ramas…También la filosofía de la historia…consistía en sustituir la trabazón real acusada en los hechos mismos por otra inventada por la cabeza del filósofo,… la historia era concebida, en conjunto y en sus diversas partes, como la realización gradual de ciertas ideas, que eran siempre, naturalmente, las ideas favoritas del propio filósofo. Según ésta, la historia laboraba inconscientemente, pero bajo el imperio de la necesidad, hacia una meta ideal fijada de antemano, como por ejemplo, en Hegel, hacia la realización de su idea absoluta, y la tendencia ineluctable hacia esta idea absoluta formaba la trabazón interna de los acontecimientos históricos. Es decir, que la trabazón real de los hechos, todavía ignorada, se suplantaba por una nueva providencia misteriosa, inconsciente o que llega poco a poco a la conciencia. Aquí, al igual que en el campo de la naturaleza, había que acabar con estos acontecimientos inventados y artificiales, descubriendo los reales y verdaderos; misión esta que en última instancia, suponía descubrir las leyes generales del movimiento que se imponen como dominantes en la historia de la sociedad humana" (1). Se trata, por tanto, de hacer una nueva concepción de la historia, ya no sólo a la manera especulativa; sino a la manera positiva.

    Ahora bien, la investigación en el terreno de la historia difiere en un aspecto esencial de la investigación en el terreno de la naturaleza. El físico, por ejemplo, tiene delante de sí todos y cada uno de los hechos físicos de que dispone la ciencia. El debe comprenderlos y generalizarlos en una teoría que engloba como un todo la base factual de su ciencia. En la historia, por el contrario, el investigador no tiene ante sí todos y cada uno de los hechos históricos de la materia de que se trata. En primer lugar, porque muchos se pierden en la propia historia. Y en segundo lugar, porque son muchos e innumerables, de modo que se pueden considerar por principio infinitos. Esto obliga al historiador a proceder en la investigación de modo distinto a como actúa el naturalista. Por una parte, tiene que discriminar una parte substancial de los hechos, es decir separar los esenciales de los que son secundarios, haciendo abstracción de estos últimos. Por la otra, tiene que interpretar los hechos a la luz de su consideración de la historia (sin esta interpretación no puede separar los esenciales de los secundarios). El naturalista parte del hecho, que le es dado objetivamente. De aquí se mueve a la teoría, la cual es consecuencia lógica de estos hechos (En la mecánica relativista las tesis de partida; el principio de la relatividad y el principio de la constancia de la velocidad de la luz, son los mismos hechos físicos de la mecánica; el fenómeno de la relatividad y el hecho de la constancia de la velocidad de la luz en el vacío, lo que tomados en calidad de principios de la construcción teórica. Aquí no hay que añadir nada a la ciencia. Es sólo tomar los hechos mismos y explicitarlos como teoría, como construcción lógico-matemática de los hechos mismos que se toman en calidad de postulados). El historiador, por el contrario, tiene que partir de su consideración de la historia para poder interpretar y discriminar los hechos históricos. Como puede verse, esta es una situación contradictoria. Por una parte, para formarse una idea de la historia tiene que partir de los hechos (pues sólo estudiando el material puede acceder a la idea del conjunto); por la otra, para arribar a los hechos tiene que asumir previamente una concepción de la historia. Pues sólo con un concepto preliminar puede discriminar lo esencial de lo secundario. Esto hace que la teoría histórica (las concepciones de la historia) sea en parte necesariamente una consecuencia de la propia filosofía y no tenga estatus independiente del todo en relación al pensamiento filosófico, al menos por ahora.

     

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