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¿Qué dice Elena G. de White?
El pecado contra el Espíritu Santo
A continuación, se cintan tres referencias que hace Elena G. de White sobre el pecado de la blasfemia contra el Espíritu Santo en Patriarcas y profetas, página 429. En estos párrafos se muestra claramente la divinidad del Espíritu Santo, por cuanto menciona que el pecado contra Él es el único imperdonable. Esta santidad denota su divinidad. El Espíritu Santo es Dios mismo, y es por medio de quien se efectúa el proceso de conversión del alma del pecador. Rechazar su obra es fatal según los siguientes párrafos citados.
El pecado contra el Espíritu Santo es imperdonable
Cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado; mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado" (Mateo 12:32), dijo nuestro Salvador cuando las obras de gracia había realizado en virtud del poder de Dios fueron atribuídas por los judíos a Belcebú.
Es Espíritu Santo es el Agente de Dios
"Por medio del Espíritu Santo es como Dios se comunica con el hombre; y los que rechazan deliberadamente este instrumento, considerándolo satánico, han cortado el medio de comunicación entre el alma y el Cielo".
Dios obra por medio de su Espíritu
"Por la manifestación de su Espíritu, Dios obra para reprender y convencer al pecador; y si se rechaza finalmente la obra del Espíritu, nada queda ya que Dios pueda hacer por el alma. Se empleó el último recurso de la misericordia divina. El transgresor se aisló totalmente de Dios; y el pecado no tiene ya cura. No hay ya reserva de poder mediante la cual Dios pueda obrar para convencer y convertir al pecador".
El pecado de Ofni y Finees
Hablando de los perversos hijos de Elí, la Biblia dice que ellos "no tomaban en cuenta al SEÑOR" (1 Samuel 2:12 NVI). No lo "respetaban" dice la NRV2000. Y la VRV1960 dice que ellos "no tenían conocimiento de Jehová".
El pecado de estos jóvenes "era gravísimo a los ojos del SEÑOR, pues trataban con desprecio las ofrendas que le pertenecían" (ver. 17 NVI).
Cuando el sumo sacerdote los reprendió, usó las siguientes palabras: "Si alguien peca contra otra persona, Dios le servirá de árbitro; pero si peca contra el SEÑOR, ¿quién podrá interceder por él?" (v. 25, NVI).
El pecado de ellos era presunción, lo cual es blasfemia contra el Espíritu Santo. Ante esto, Elena de White escribió:
"O si su pecado no hubiese sido de presunción podría haberse ofrecido en su favor un sacrificio expiatorio. Pero sus pecados estaban tan entretegidos con su ministerio como sacerdotes del Altísimo en el ofrecimiento de sacrificios por los pecados, y la obra de Dios había sido tan profanada y deshonrada ante el pueblo que no había expiación aceptable en su favor. Su propio padre, a pesar de que era sumo sacerdote, no se atrevía a interceder por ellos; ni podía escudarlos de la ira de un Dios santo" (Patriarcas y profetas, p. 628).
Los israelitas habían agraviado al Espíritu Santo
Hablando del capítulo 57 de Patriarcas y profetas sobre el arca tomada por los filisteos, Elena G. de White, menciona que los israelitas habían agraviado al Espíritu Santo. Cabe aclarar que agraviar es lo mismo que ofender y hacerle afrenta. Pero a continuación veamos cómo lo describe la escritora inspirada:
"No habían comprendido que su fe era tan sólo una fe nominal, y que habían perdido su poder de prevalecer con Dios. La ley de Dios, contenida en el arca, era también un símbolo de su presencia; pero ellos habían escarnecido los mandamientos, habían despreciado sus exigencias, y agraviado al Espíritu de Dios, al punto de hacerle alejarse de entre ellos. Mientras el pueblo obedeció los santos preceptos, el Señor estuvo con él para obrar en su beneficio mediante su infinito poder; pero cuando miró al arca sin asociarla con Dios, ni honró su voluntad revelada obedeciendo a su ley, no le fue de más ayuda que un cofre cualquiera. Su pecado lo había separado de Dios, y él no podía darle la victoria antes que se arrepintiera y abandonara su iniquidad" (Patriarcas y profetas, p. 633, los énfasis son agregados).
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