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Comentario de cine: Un Mundo Maravilloso*

Enviado por Hernán Montecinos

Partes: 1, 2

    Al parecer, que yo sepa, o salvo que me equivoque, todavía no ha sido estrenada en nuestro país la película mexicana de Luis Estrada "Un mundo maravilloso", recientemente estrenada en la ciudad de México el año 2006. Para quien vea esta película será ineludible asociarla o relacionarla con aquella otra, del mismo director, estrenada el año 1999, ""La Ley de Herodes".

    Ambas tienen en común de ser películas con un claro contenido político, pero que se diferencian de otras, por ir más allá de la simple crítica o denuncia política, sino que animadas ambas, por alentar un cambio de gobierno.

    En efecto, aunque de todos los países nos han llegado películas con claro contenido político, nunca antes había conocido un caso en que el cine se hubiera metido tan a fondo en la contingencia política propiamente dicha, con el claro propósito de influir en el ánimo de los ciudadanos para que sus votos no fueran a favorecer a los gobiernos de turno en las contiendas presidenciales. Esto es lo que ha sucedido en México en las dos últimas elecciones presidenciales que elevaron al poder sucesivamente a Vicente Fox y a Felipe Calderón. Las películas de Luis Estrada "La Ley de Herodes" y "Un mundo maravilloso", estrenada recientemente en dicho país, reflejan más que ninguna otra, en el sentido indicado, la estrecha relación que suele haber entre el cine y la política.

    Esta imagen queda inequívocamente reflejada para quien haya tenido oportunidad de ver ambas películas. Y más aún, quien haya visto esta última (Un mundo maravilloso) no podría dejar de asociarla con aquella otra (La ley de Herodes), cuyos nexos de relación resultan insoslayables.

    Sin embargo, pese a su nexo político en común apreciamos diferencias entre ambas, al exponer situaciones que reflejan momentos de contingencias políticas diferentes entre uno y otro periodo.

    No debemos pasar por alto las vicisitudes que tuvo que pasar, en su momento, "La ley de Herodes" frente a los intentos de censura, por parte de los organismos oficiales del entonces Partido Revolucionario Institucional" (PRI), para que dicho film no pudiera ser exhibido por la fuerte carga crítica en contra de la corrupción que afectó hondamente al PRI que logró gobernar interrumpidamente por 70 años en México. Al respecto, el público mexicano no ha dejado de pensar que parte del proceso político que precipitó finalmente la victoria de Vicente Fox en dicha elección, recibió una gran ayuda con la exhibición de la película "La Ley de Herodes", a partir de una contundente y clara denuncia respecto de un proceso de corrupción que se había hecho carne en las instituciones mexicanas durante el prolongado periodo de gobierno del PRI.

    En efecto, el año 1999, en víspera de elecciones en México La ley de Herodes, ponía directamente en cámara situaciones, personajes e imágenes hasta entonces impensables en una película mexicana: los nombres e insignias de los partidos políticos, las dinámicas del presidencialismo y arquetipos de los actores sociales que en ese entonces usufructuaban a pleno arbitrio las ventajas del poder. Priistas corruptos, rodeados de operadores políticos matones e incultos; un panista resentido e hipócrita, un cura que ponía precio a la salvación de sus fieles, y una meretriz que pagaba con putas los impuestos de su burdel.

    El resto del pueblo ficticio donde ocurría la historia, una metáfora de todo el país, estaba representado por indígenas paupérrimos y analfabetos, ciudadanos de tercera clase a los ojos de las autoridades priistas.. Ambientada en el año 1949, años del alemanismo y de la recurrente obsesión mexicana por medirse con la modernidad, La ley de Herodes evidenciaba que los complejos de inferioridad colectivos estaban intactos cinco décadas después.

    Ahora, en esta nueva cinta de Estrada (Un mundo maravilloso), la carga política vuelve a mostrarse del todo evidente. Sin embargo, esta película no tuvo que pasar vicisitudes de censura como la Ley de Herodes. Y si bien la crítica política apunta al exagerado optimismo político del gobierno de Fox por las "supuestas bondades" del neoliberalismo económico aplicado ortodoxamente sobre la sociedad mexicana, su crítica (mejor dicho su sátira) apunta directamente en contra del discurso oficial que mientras, por una parte, hace apología de las supuestas bondades del régimen neoliberal, de otra parte, omite o soslaya el hecho de la acuciante realidad vivida por la no despreciable suma de 60.000 millones de pobres existentes en México. Es más, es sobre la existencia real de tal cantidad de pobres, – y su virtual negación por parte del gobierno panista- en donde el tema central alcanza sus mejores momentos como expresión cinematográfica propiamente dicha.

    Un Mundo Maravilloso es, ante todo, una tragicomedia negra, con algunos apuntes sociales y neorrealistas. Pero también es, simple y sencillamente: una sátira. Una sátira sobre las desigualdades sociales y una reflexión sobre el Apocalipsis que, día a día, se va cerniendo sobre nuestras cabezas. El gran mérito de Estrada en este film es que mostrando una clara opción política, su trabajo cinematográfico se muestra novedoso por ese claro ingenio creativo hecho presente en el film difícil de mostrar en el cine político. Sobre todo, destaca la creatividad de los diálogos, en que determinadas frases resultan ser contundentes metáforas que echan por tierra toda la artificialidad del discurso neoliberalista muy fuertemente presente en el discurso oficial foxista-panista. Como sabemos, las posibilidades del mensaje panfletario, tan difícil de escabullir en el cine político, son pasadas por alto por el espectador al encontrarse ante el uso creativo, imaginativo e inteligente de la sátira y la sorna política, como expresiones cinematográficas en donde el director llega a una máxima altura, sobre todo en la primera mitad del film.

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