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Clínica Psicológica y Psicoterapia

Enviado por Linda Lehman


     

    Introducción

    El tema que intentaré desarrollar plantea el siguiente interrogante: Las interpretaciones que se dan dentro el campo imaginario apelando a la realidad como referencia, desculpabilizando al paciente de la responsabilidad de su determinación, ¿lo pueden llevar a la producción de Acting Out?

    Y por otro lado, la reiteración del Acting Out, entendiendo el mismo como un llamado al Otro y la no respuesta por parte del analista, ¿puede desencadenar un pasaje al acto?

    Para intentar una respuesta haré un recorrido por diferentes temas: diferencia entre Acting Out y pasaje al acto.

    La interpretación, la transferencia, el lugar del analista en relación a la ética del psicoanálisis. Como conclusión, qué hacer en cuanto a la dirección ante la inminencia del pasaje al acto.

    La diferencia fundamental entre Acting Out y pasaje al Acto (AO y PaA.), es que el AO es una escena que se sostiene, se trata de una transferencia salvaje sin análisis. Un sujeto en una condición subjetiva dudosa demuestra al Otro el objeto señuelo del deseo. Le muestra al Otro que desfallece en su función de lectura e interpretación. Un Otro que no reconoce ese deseo del sujeto.

    La mostración implica que hay un fracaso en la articulación significante del deseo. Mientras hay escena el sujeto permanece diferenciado del objeto. En cambio, en el pasaje al acto hay una escena que concluye, hay un efecto de aniquilación del sujeto en un intento fracasado de hacer surgir su subjetividad.

    Esta escena se das en un segundo momento, pero hay un primer momento en que la escena se va ampliando y abarcando cada vez más aspectos de la vida del sujeto.

    Podemos situar al Acting y al PaA como respuestas a la angustia, respuestas que suelen indicar en un análisis la presencia del sujeto en los momentos en que la transferencia, sostenida en la dimensión del sujeto supuesto saber, se tornan insuficientes para la producción del sujeto como efecto de significación. Son respuestas en el orden de las acción que sirven para defenderse de ese punto donde en el Otro no hay respuestas a las preguntas del sujeto por el deseo.

    Como señala Lacan, es un intento de arrancar a la angustia su certeza por medio de la acción. Esta certeza que no engaña por no articularse al equívoco significante. Esta certeza de no ser otra cosa que un cuerpo, un objeto no reconocido por el Otro más que como su falta, como su desecho.

    En el pasaje al acto el sujeto se encuentra cada vez más identificado al objeto «a» en tanto resto. Hasta llegar al punto en el cual el sujeto es el objeto en tanto desecho.

    El pasaje al acto es la caída del sujeto de la escena. Para hacer caer, para hacer desaparecer al Otro que lo nombra «tú eres objeto del cual yo gozo». El sujeto pasa a encarnar el objeto no sabido por el Otro, objeto no parcial y encarnado en el propio cuerpo. Cuerpo que se libera de la imagen en el punto en que se reconoce en ella, de la imagen que bordea lo siniestro.

    El pasaje al acto es una respuesta no fantasmática que pone en acción al cuerpo como objeto total. No se trata de un cuerpo erógeno, donde las pulsiones recortan distintas zonas que permiten separar el sujeto del Objeto.

    El acting es una respuesta a la angustia en el orden de la acción, sostenida por la mediación fantasmática. Es la puesta en escena de una imagen, de un objeto imaginario que trata de figurar lo sabido del sujeto, porque precisamente éste no puede ser puesto en escena. No es el propio cuerpo del sujeto y ésto es lo que lo diferencia del pasaje al acto. Es un objeto que intenta hacer visible, reconocible, el objeto del fantasma, aparece en la dimensión de la parcialidad y en tanto se articula a los objetos de la pulsión parcial, puede darse a ver, a oír, sería un intento de hacer hablar a ese cuerpo mudo, de significarlo, capturándolo en una imagen, «quién soy para el deseo del Otro». Sostiene el anhelo, la pretensión del sujeto en consistir en esa imagen, de poder ser «eso» para el Otro.

    La tarea del análisis es reconocer su dimensión de falso ser. Voy a describir dos tipos de interpretaciones, como ejemplo para intentar marcar algunas diferencias:

    La primera es la interpretación que hace Freud al «Hombre de las ratas».

    Allí se demuestra cómo siendo inexacto y sin buscar una referencias en la realidad, es verdadero porque dice que hay una orden paterna y el padre está muerto, por lo tanto no podría emitir una orden un muerto. Sin embargo, Freud presume la verdad de sujeto, no es su madre la que está prohibiendo casarse con la mujer que ama, sino su padre.

    Muy diferente es la interpretación que hace Freud en el caso «Sesos frescos». Este paciente cree ser un plagiario, no quiere publicar su libro porque cree que ha robado ideas de otro. El analista va en busca de este otro autor, comprueba que no lo copia y entonces le comunica su paciente que no roba nada.

    Lacan critica esta interpretación, ya que Kris desculpabiliza al sujeto y le niega responsabilidad en lugar de creer en su palabra. El sujeto dice que roba y Kris dice que no roba; el «NO» es trastocar lo que el paciente dice, su interpretación busca una referencia a una realidad. Para Lacan, lo que produce la rectificación subjetiva es sacar al sujeto de su relación yo – mundo y colocarlo en las líneas de su destino por la vía del significante. El sujeto empieza a preguntarse otro tipo de cosas, que ya no son de la inmediatez de la realidad.

    En la rectificación subjetiva hay un cambio de posición en el sujeto, muestra al sujeto que no es agente de su deseo, sino que el deseo es deseo del Otro. Cuando Lacan dice «Roba nada» no desresponsabiliza sino que responsabiliza. Parte de los decires del sujeto para regresar a ellos. Todos le dicen que él no roba, pero al responsabilizarlo queda desubicado con respecto a la realidad establecida y ésto es la rectificación subjetiva.

    La lógica de Freud va en sentido contrario a la de Kris, por ejemplo: cuando dice que la madre amenaza al niño con la castración, sin embargo es el padre el agente de la castración, elige esta otra línea que nada tiene que ver con la inmediatez de sujeto.

    Para Lacan las interpretaciones que buscan la exactitud y la referencias a la realidad pueden llevar al Acting. Un Acting es un acto que se produce fuera del campo del psicoanálisis.

    El Acting es corrector de la interpretación, denuncia que hay algo que ha salido del campo de la verdad del sujeto. El Acting es algo que el deseo del sujeto produce para seguir caminando por el camino del deseo.

    Lacan dirá que una interpretación no podría ser exacta, sino a condición de ser …… una interpretación, es decir que sólo se prueba en el campo de la interpretación y no en el de ninguna referencialidad.

    Ningún índice basta, en efecto, para mostrar dónde actúa la interpretación sino que admite un concepto de función significante, que capte dónde el sujeto se subordina a él hasta el punto de ser sobornado por él.

    Freud, ante los sentimientos de culpa no inocentaba al paciente sino, interpretaba que estaba allí involucrado de manera aún no sabida y a descifrar, porque el sometimiento del sujeto al goce de la culpabilidad (goce masoquista) le impide hacerse cargo de lo atañe a su deseo.

    Para Lacan el problema radica en que las teorías post freudianas, aparecen confundidas en el punto en toman al analista como agente de la realidad al cual el paciente debería identificarse, introyectar, internalizar, etc. Se basan en la teoría del yo débil y el yo fuerte, es decir ciertas partes de la relación del yo con la realidad han sido tomadas por el inconcsciente entonces el sujeto tiene un yo tomado por la situación inconsciente que es débil y un yo que se denomina esfera libre de conflictos, que es aquella zona que mantiene un contacto con la realidad; por otro lado, el analista ha ampliado esa zona libre de conflicto y entonces, el paciente al identificarse al analista o a este yo del analista, puede tener un acceso a la realidad mucho más logrado.

    Lacan dirá que el yo (moi) no es el sujeto del inconsciente, que el yo es un sistema imaginario y que la realidad no es una realidad constituida, y que el modo en que el sujeto concibe la realidad tendrá que ver con su fantasma, pero este fantasma no se puede interpretar.

    El análisis de la realidad obtura la entrada en análisis, se trata de sacar al sujeto de la realidad, interpretar realísticamente produce acting out de parte del sujeto. Interpretar el fantasma, buscar el acceso por la realidad del sujeto no permite el acceso ni al síntoma, ni al inconsciente.

    La acción del analista es operar desde el lugar del significante, desde ese lugar se puede pensar en el efecto de una cura y no desde la adaptación a la realidad.

    La psicología ha contribuido a la justificación e inocentación de los sujetos respecto a acciones de las que han sido responsables, y si la responsabilidad no es asumida por aquél en quien recae, será desplazada sobre otros.

    Al explicar las acciones de los hombres facilita inocentarlos y aliviarlos de responsabilidades, pero no por eso los libera de los sentimientos de culpa.

    El yo se empeña en situar en el campo del Otro el origen de los sufrimientos que padece, incluso de los sentimientos de culpa, por lo tanto la responsabilización del prójimo es complementaria de intensos sentimientos de culpa.

    El psicoanálisis introdujo un límite, para Lacan lo esencial del sujeto es armarse en actos que escapan a toda previsión y que además, no son reductibles a explicaciones científicas.

    La responsabilidad del sujeto resulta inalienable. El sujeto debe responsabilizarse de las determinaciones inconscientes.

    El sujeto se produce en interpelación, está siempre interpelado, no tiene otra consistencia que ésta. Estar interpelado no es más que un requerimiento de respuesta. El sujeto es producto y resto de la operación significante, está entre significantes, se hace representar por el significante. Existir, es estar fuera, determinado por el significante pero también fuera del significante.

    En tanto surgido del Otro, pero a la vez fiera del otro, no hay significante que pueda dar cuenta, por lo tanto lo que emerge, es una pregunta muda del lado del Otro, porque el Otro no puede dar respuestas.

    Sólo el sujeto puede y debe responder por su existencia, el sujeto debe responder interpelado por el Otro.

    Esta interpretación, esta pregunta muda produce angustia, angustia ante el deseo del Otro.

    El sujeto se encuentra interpelado por la ley del significante: «debes responder», el sujeto está en deuda frente a la ley, adeuda siempre una respuesta.

    La interpelación es un sin sentido absoluto, al que el neurótico tratará de darle sentido, tratará de responder y ¿cómo responde?: transita la interpelación de la responsabilidad a la culpa o a la fantasía. Por ejemplo: en la neurosis obsesiva se pasa del «debes responder» al «debes obedecer», pasa del requerimiento de respuesta a la sumisión.

    En el caso de la histeria, se transita intentado completar la impotencia del Otro. Y ésto es así porque cada sujeto está posicionado de manera diferente respecto a la ley, lo cual lleva a diferentes formas de interpretar esta ley.

    Del lado de lo universal quedaría este requerimiento de respuesta.

    Del otro lado, de lo singular, el posicionamiento para dar tratamiento a esta interpelación.

    Pero cuando no es posible por la vacilación del fantasma, o por la interpretación del fantasma, la culpa, la fantasía o el acting como respuesta, es probable que la respuesta sea un pasaje al acto, es decir que, ante la pregunta del Otro se trate de suprimir la fuente mismas de la interpelación, barrer con el lugar de donde proviene la interpelación.

    La responsabilidad subjetiva se trata de una interpelación escápica o invocante a partir de la cual el sujeto tiene que responder, el sujeto es responsable porque está siempre conminado a dar respuestas. El sujeto no es contemporáneo al acto pero debe responder por su acto, del que no era dueño, está compelido a hacerse responsable retrospectivamente.

    La función del analista es intervenir de modo tal que el analizante no encuentre en aquéllo que escucha coartadas al trabajo responsable. Su función supone atender a la responsabilidad que asume el sujeto y a qué hacer con ellos.

    Para que el analista escuche desde una posición que puede involucrar la responsabilidad del sujeto, es necesaria la operación del deseo del analista, responsabilizándose de la causa de su deseo, de la marca de la castración que a él mismo le toca.

    Es decir, situarse por su falta en ser, entendiendo falta en ser, como deseo del analista. Porque en el pasaje al acto el Otro va quedando configurado como absoluto, en un borramiento cada vez más acentuado de su barradura, el Otro va presentándose cada vez más identificado al ideal del yo, en una conjunción entre totalización de saber y totalización de goce y el sujeto en tanto objeto resto es objeto de ese goce, esta es la escena que se configura en el pasaje al acto, escena que, a mi entender, se asemeja a la relación dual transferencial en donde un analista se presenta como aquél que sabe de la realidad, y de lo que es el bien para el paciente, y se ofrece como ideal, con su yo libre de conflictos, al cual el paciente debería identificarse.

    El analista es libre en la interpretación, pero está limitado en el manejo de la transferencia por el deseo del analista, lugar donde se juega toda su ética. Lugar donde se dirigen tanto la transferencia como las interpretaciones.

    La acción sobre la realidad se descarta si no se entiende el lugar donde toda acción produce un cambio en lo real que es el lugar de la palabra.

    La experiencia analítica es una experiencia de una palabra rota, detenida, lo importante es el momento en que la palabra encuentra un límite, porque en ese límite surge esa extrema «tensión» que Lacan va a llamar goce u objeto «a».

    La función del analista no es la de ser un interlocutor de la palabra sino que su función es confrontarse a este lugar de goce que es lugar del analista.

    Este lugar está cerca de un umbral en el que no hay palabras, lugar del silencio de las pulsiones, silencio de todo sujeto supuesto saber que está funcionando en él, silencio de todos los prejuicios.

    Si bien nadie escucha sin sujeto supuesto saber, sin prejuicios, es necesario que el prejuicio esté lo más cerca posible de este lugar de goce y del objeto.

    La neutralidad no es la desaparición del deseo del analista, más bien corresponde a la desaparición de la demanda de la persona del analista.

    Lo mejor que podría ocurrir es que espere tal o cual resultado lo menos posible, que no busque comprender, que no se obstine en querer curar, que no considere que el análisis depende de él.

    El analista sí es responsable de dirigir la cura, y que esta dirección lleve a producir un cambio en la posición subjetiva del paciente respecto del sufrimiento, entendiendo que al cambiar su posición subjetiva va a cambiar el sufrimiento.

    El sentido es la manera mal entendida de soportar un síntoma. El psicoanálisis cura el sentido para modificarlo, para modificar la relación del sujeto con el síntoma.

    La cura depende de una determinación significante de algo que va más allá de él y del paciente, y lo mejor que puede hacer el analista es acompañar ese trabajo significante a través de acercarse lo más posible a ese lugar de goce.

    Freud dirá en relación a la abstinencia que no se trata de eliminar los síntomas, ni de rechazar o de satisfacer el amor de transferencia, sino que hay que conservarlos porque así se producirá la neurosis de transferencia. Dice que la transferencia basta por sí misma para vencer los síntomas pero ésto es sugestión.

    El psicoanálisis utiliza la transferencia con el fin de vencer las resistencias.

    Las primeras intervenciones se hacen una vez instalada la transferencia y las posteriores se hacen hasta que se eliminan, es decir Freud no buscaba la identificación del paciente al analista como ideal, como así también criticaba la postura de transmitir valores morales, religiosos, etc. a los pacientes.

    Tampoco se trata de brindar satisfacción afectiva ilusoria, sino que lo que propone es buscar la autonomía del paciente, la sugestión lleva a la dominación de un ser reducido a un objeto, a la posesión de un ser que ya no es dueño de sí. La dimensión de hacer el bien levanta una muralla en la vía del deseo. Y la ética del psicoanálisis es el sometimiento del deseo del sujeto en búsqueda de su verdad. Se trata de una verdad liberadora, de una verdad particular, que se busca en un punto del ocultamiento del sujeto.

    Lo desconocido temible, lo que está más allá, es lo que en el hombre se llama inconsciente, es decir la memoria de lo que olvida.

     

    Conclusión

    La pregunta sería: ¿Cómo se dirige la cura frente al pasaje al acto?

    Lo primero sería proteger al analizante frente al peligro inminente del pasaje al acto. El analista podría hacer semblante del otro barrado a través de su preocupación. No esperar a la configuración completa de la escena del pasaje al acto para operar.

    Un analista que se coloca en una posición de Otro absoluto puede llevar, puede dejar al analizante a merced de su goce, lo cual contradice la ética del psicoanálisis.

    Es el acto del analista el que tiene que cortar la escena y no dejar que sea la propia escena la que conduzca al analizante a cortarla en la culminación del pasaje acto. Iunger recomienda que el analista debe sostener su presencia barrada para dar lugar al analizante como sujeto.

    Como así también sostener al límite la dimensión transferencial poniendo en continuidad la escena del análisis con la escena de la vida del analizante, debe hacerse cargo provisoriamente de sostener y activar la transferencia.

    También hacerse cargo de poner en juego el objeto desde su costado, ofrecer allí su mirada o su voz en tanto objeto «a» para clivar al sujeto del objeto «a» en tanto desecho al cual está identificado. Si bien mi hipótesis es que el acting se produce por interpretaciones que no se realizan dentro del campo simbólico, dentro del campo del significante, o por la disculpabilización del sujeto que no permite la responsabilidad del sujeto de sus determinaciones inconscientes y que la reiteración de estas interpretaciones pueden llevar a la preparación de la escena del pasaje al acto, habría que pensar que una vez que esta escena se va configurando, la dirección de la cura entonces tiene que sostenerse no sólo desde lo simbólico, sino también desde lo real y lo imaginario. Ya que la función de la palabra está en suspenso, es muy endeble frente a la intensidad del goce y es necesario operar desde los otros registros hasta que la palabra recupere plenamente su eficacia, una vez que esto ocurre el sujeto logra hablar del fantasma del pasaje al acto y así el analizante podrá atravesar el tiempo del pasaje al acto bajo transferencia, sin necesidad de concluir la escena fuera del análisis.

    El acto analítico convoca a un analista a sostenerse en el orden del semblante de un cuerpo que no dice, que no significa, develando la nada en la que se sostiene el narcisismo y haciendo inconsistente ese falso ser que se fabrica el neurótico, ahí donde excluye de su acto la dimensión de la verdad.

     

    Bibliografía

     

    Lacan, Jacques. Escritos 2: «La Dirección de la Cura y los Principios de su Poder». «La Significación del Falo».

    ———— Seminario 1:«Los Escritos Técnicos de Freud». Cap. III: "Las Resistencias y las Defensas".

    ———— Seminario 7:«La Etica del Psicoanálisis». Cap. II "Placer y Realidad". Cap. XVII "La Función del Bien". Cap. XVIII "La función de lo Bello» Cap. XXII "La Demanda de Felicidad y la Promesa Analítica".

    – Freud, Sigmund.Vol. Tomo X Amorrortu. "A propósito de un Caso de Neurosis Obsesiva" (Caso del Hombre de las Ratas).

    ———— Vol. Tomo XII Amorrortu. "Puntualizaciones sobre el Amor de Transferencia" "Dinámica de la Transferencia".-

    «Correspondencias Freud – Pfister».

    – Iunger, V.«Clínica del Pasaje al Acto en las Neurosis». Editorial Lacanoamericana.

    – Nosio, J. D.«Acerca de la Clínica. El Lugar del Analista».

    – Alejandro Ariel, Laznik, David. «La Interpretación».

    – Caurel R.«Entre Goce y Responsabilidad».

     

    Linda Lehman