América Latina en la geopolítica estadounidense
Enviado por Ana Esther Ceceña
Si la tecnología representa uno de los pilares fundamentales de definición de la competencia internacional y de construcción de la hegemonía, otro, de similar envergadura aunque de muy distinta naturaleza, es el territorio. Una vez conformado y generalizado un nuevo paradigma tecnológico y retrazadas las líneas principales de la valorización del capital y de sus mecanismos de dominio, el diseño de una nueva geografía, correspondiente al nuevo momento tecnológico y a sus búsquedas, se ha constituido en el campo privilegiado de disputa.
Dilucidar cómo se construye esa nueva geografía y quiénes son sus agentes es asunto de la mayor importancia si queremos entender los procesos sociales que subyacen a los movimientos económicos aparentemente impersonales e inapelables y si queremos recuperar nuestra capacidad de autoorganización contribuyendo a una deconstrucción radical del sistema de dominación. El diseño de una nueva geografía y la construcción/modificación de los modos de uso del territorio implica entonces una transformación profunda de las relaciones sociales, de las relaciones entre naciones, de las historias y culturas regionales y del imaginario colectivo como expresión del juego de fuerzas entre las distintas visiones del mundo. La concepción y uso del territorio es un terreno de lucha civilizatoria con un significado e implicaciones muy profundas. El territorio complejo, entendido como espacio material y simbólico de asiento y creación de la historia y la cultura así como de la construcción de utopías colectivas y alternativas societales, es el punto de partida de la construcción de identidades y el lugar donde se forjan las comunidades de destino (Otto Bauer), el origen de los significantes primarios de la simbólica regional (Giménez:s/f), y "el espacio de derechos, libertades y posibilidades para vivir y crecer en la propia cultura" (Robles:1998, p. 2).
La diferencia no resuelta entre los pueblos y culturas del mundo y los agentes del proceso capitalista, en el sentido más amplio del término, se expresan, entre otros, en que "…Occidente es la única civilización designada con un referente geográfico, y no con el nombre de un pueblo, religión o zona geográfica particulares (sic). Tal denominación saca a la civilización de su contexto histórico, geográfico y cultural (Huntington:1997, p. 52). La trascendencia de este proceso de lucha por el establecimiento de territorialidades no se restringe al uso económico de la tierra y sus recursos o al uso político estratégico de los espacios geográficos en sí mismos sino que conlleva un cambio de contenido y dinámica en todas las dimensiones de la vida social. Se trata de la expropiación de territorios y riquezas naturales junto con el sentido de la vida construido históricamente. Modifica conceptos como nación y soberanía y pone en primer plano de discusión la capacidad de autonomía o autodeterminación de la sociedad. ¿Quién, cómo y por qué se deciden los destinos de la humanidad? ¿Cuáles son los límites y los contenidos específicos de estos poderes abstractos que se ciernen sobre la humanidad? ¿Cuáles son sus vehículos o correas de transmisión? ¿Cómo puede la sociedad retomar las riendas de su historia y construir sus utopías?
Ana Esther Ceceña