Oriana Fallaci y la fiebre antimusulmana
Enviado por Simón Royo Hernández
Oriana Fallaci fue denunciada por el Movimiento Contra el Racismo y por la amistad de los pueblos (MRAP) y también tanto por la Liga Contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA) como por la Liga de Derechos del Hombre (LDH) en los tribunales franceses, a causa de su libelo antimusulmán. Hasta ahora los tribunales han estimado que no es culpable y yo pienso, como sus abogados, que su libelo no debe ser prohibido ni multado, como pedía el MRAP ni estampado con una advertencia -como pedían la LICRA y la LDH, pues entra -como todo lo manifestado por escrito y no dirigido a los niños– dentro de lo que me parece propio de la Libertad de Expresión, aunque sea una apología del racismo más severo.
Los que ahora denuncian a Fallaci, sin éxito, denunciaron y lograron con éxito el boicot de la obra y la condena en los tribunales del autor del libro antijudío: Mitos fundadores de la política israelí (1996) escrito por el filósofo Roger Garaudy. Texto que además de contener cosas ciertas (informaciones sobre las resoluciones de la ONU incumplidas por Israel y críticas a la mitología teológico-sionista) también contenía cosas discutibles y, otras, falsas e insultantes (pues daba crédito a autores negacionistas al discutir y poner en duda hechos relacionados con el asesinato masivo de judíos por los nazis en la SGM).
El libro de Garaudy estaba mejor documentado de lo que lo está el de la Fallaci, intelectualmente supera con mucho el francés a la italiana, aunque moralmente están a la misma altura, a la de mis zapatos. Aun así, en su día también defendí que no se condenase a Garaudy y que no se boicotease al libro, en nombre de la Libertad de Expresión, pero en ese entonces, ésta, no salió triunfante.
El 27 de febrero de 1998 Roger Garaudy, de 84 años, era condenado en un juicio en el que se le consideró culpable de los delitos de "negación de crimen contra la humanidad" y de "difamación racial" (pero inocente de los cargos de "provocación a la discriminación, al odio y a la violencia raciales"). La condena fue estipulada de manera pecuniaria, bajo una multa de 240.000 francos, dependiendo de la violación de una controvertida ley de 1990 que ilegaliza el mero cuestionamiento de los "crímenes contra la humanidad" de la 2ª G.M. tal y como fueron establecidos por el tribunal de Nüremberg en 1945. "Los jueces han tenido cuidado en precisar que el hecho juzgado es el antisemitismo del escritor y no su antisionismo. «Aunque se refugia en una crítica política a Israel, lo que cuestiona en realidad es al conjunto de los judíos», se señalaba en la sentencia" (El País 28-2-98). Y Oriana Fallaci, aunque se refugie en una crítica a los integristas o fundamentalistas islámicos tras los atentados del 11S, lo que cuestiona, en realidad, es al conjunto de los musulmanes, como podría y debería haber dicho un tribunal actual si le hubiese aplicado el mismo rasero. Pero no hay el mismo rasero y no es tan escandaloso el antimusulmanismo que el anijudaismo, aunque ambos sean, en rigor, Antisemitismo. "Si cogiésemos la obra de Fallaci y sustituyésemos la palabra musulmán por la palabra judío, tendríamos un renacimiento de la literatura antisemita de los años 30" decía A.Taleb del MRAP (Le Monde 20-11-2002: Les associations anti-racistes perdent en justice contre Oriana Fallaci).
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