- El daño de los insectos
- Recolección del material
- La elaboración de los preparados
- Recomendaciones generales
El Manejo Integrado de Plagas (MIP) es un sistema que utiliza todas los técnicas adecuadas para reducir la población de las distintas especies de plagas en los cultivos, manteniéndolas en niveles que no causen daños económicos significativos. Es una estrategia para producir alimentos sin perjudicar el medio ambiente ni la base de los recursos de las futuras generaciones. El MIP permite controlar enfermedades, insectos, malezas y otras plagas de una manera más efectiva en términos de costos, ambientalmente segura y socialmente aceptable.
Objetivos: Lograr el control de las plagas mediante la combinación organizada de técnicas y métodos compatibles, multifacéticos, flexibles y dinámicos, para conseguir resultados de producción sostenible a largo plazo.
Ventajas: Reduce la severidad del ataque de plagas y enfermedades, mejora la calidad de las cosechas de alimentos y fibras, asegura buenos rendimientos y una mejor rentabilidad de los cultivos, disminuye la posibilidad de resistencia de las plagas y garantiza un ambiente agrícola protegido.
El daño de los insectos
Hay una gran diversidad de insectos que atacan los cultivos desde la siembra hasta que fructifican. Igual afectan a vegetales jóvenes, maduros y viejos, estropeando las diferentes partes de las plantas: raíces, tallos, hojas, flores y frutos. Los perjuicios que ocasionan cuando no se controlan también son grandes y diversos, según los hábitos de vida y el estado de desarrollo de la plaga Por la forma como afectan los cultivos, los insectos son clasificados en:
Masticadores: Comen hojas, raíces, tallos y frutos.
Chupadores: Chupan los jugos de la planta; preferentemente cerca de los nuevos brotes, en las puntas de las ramas.
Barrenadores: Horadan la corteza de tallos, ramas, semillas y frutos. Incuban en el tallo, comen y crecen en él, sin hacer notorio el daño sino al final, cuando la planta se marchita.
Minadores: Taladran las hojas y se ubican en el interior de ellas, entre la epidermis superior e inferior, fuera del alcance de los insecticidas.
Propagadores de patógenos: Transportan y diseminan hongos, bacterias y virus, contaminando los cultivos.
El tipo de daño o los síntomas ayudan a identificar la plaga y establecer las estrategias para combatirla. Los insecticidas formulados con sustancias naturales actúan directamente sobre los insectos dañinos, en razón de sus hábitos alimenticios y de vida.
En los campos de cultivo y en toda la naturaleza también hay insectos benéficos que destruyen plagas y son verdaderos aliados del agricultor Estos insectos benéficos pueden ser:
Predadores: Que matan y comen a los insectos plagas. Por lo general son más grandes que sus víctimas.
Parásitos: Que se benefician de otros insectos a los que eliminan lentamente. Por ejemplo, la avispa Trichograma pone sus huevos dentro de los huevos de las plagas; las mariquitas depositan los huevos dentro de los pulgones.
Propagadores de patógenos: Igual que hay insectos que propagan enfermedades o los cultivos, hay otros que transportan bacterias y virus patógenos para los insectos plagas.
Cuando se decide realizar el control de plagas con insecticidas naturales, en reemplazo de los químicos, lo que se pretende es eliminar las plagas sin destruir los insectos benéficos ni envenenar los alimentos.
Recolección del material
La recolección de plantas o partes vegetales de las que se va a obtener los extractos para la elaboración de repelentes debe ser realizado cuidadosa y selectivamente, a fin de conseguir una buena materia prima sin destruir las fuentes de provisión. Es importante conocer los principios activos que poseen estas plantas y a qué insectos afectan.
Por lo general, según la parte que se vaya usar, se recomienda lo siguiente: las hojas hay que recolectarlas cuando las flores estén completamente abiertas. Las flores, antes de que se abran totalmente. Los raíces, al final del crecimiento de la planta.
Al cosechar, se debe usar las herramientas adecuadas (podaderas, por ej.). Si se va a utilizar las partes aéreas de las plantas, no es necesario arrancarlas de raíz ni cortar todo el follaje, todas las flores, frutos o semillas. Siempre se debe dejar por lo menos un 50% de estas partes a fin de facilitar los rebrotes y la multiplicación de plantas.
En la cosecha hay que desechar las plantas y partes secas y enfermas y las que no contienen las sustancias activas; los tallos leñosos, por ejemplo. La recolección de las plantas se debe hacer preferiblemente después de que se haya evaporado el rocío y no con mucho sol. No es conveniente recolectar vegetales de lugares contaminados.
El material que se obtenga puede ser utilizado en fresco o seco. Esto depende de muchas circunstancias, incluyendo la oportunidad de la cosecha, la necesidad de obtener los principios activos para elaborar los insecticidas y la comodidad del recolector o usuario.
Secado y conservación
En general, las hojas y flores se los debe secar a la sombra, colgándolas en racimos o colocándolas en bandejas de malla y madera; todo esto en un lugar bien ventilado y seco, protegidas del polvo.
Las raíces y tallos pueden ser secados al sol, para lo cual se las lava y corta en tiras o rebanadas. Durante la noche hay que evitar la exposición al rocío y al sereno nocturno, pues retardan el secado.
Cuando las plantas tienen un 10% de humedad, adquieren un color ligeramente más suave que el material original y se tornan quebradizas. En este momento están listas para almacenarlas, preferiblemente cortadas y desmenuzadas, en envases de papel, cartón, tela, o en frascos que no sean herméticos. No se debe guardarlas en bolsas de plástico ni de nylon, que impiden una normal ventilación y facilitan la formación de moho.
El tiempo de secado varía mucho, según el tipo de vegetal, el grado de humedad del ambiente y la temperatura del lugar. Los vegetales secos deben ser guardados en ambientes secos y protegidos de la luz. En estas condiciones pueden durar un año manteniendo las propiedades de los principios activos, por cuyo motivo no se debe olvidar rotular cada envase con el nombre de la planta y la fecha de recolección.
La elaboración de los preparados
El principal objetivo es extraer de las plantas los componentes o principios activos que van a servir para utilizarlos como repelentes o insecticidas, por lo que se debe ser cuidadoso para que esa extracción sea integralmente realizada, evitando alteraciones o degradaciones en el proceso y la conservación de los preparados.
En cuanto o las cantidades paro el uso de vegetales frescos y secos, se debe calcular aproximadamente una relación 4:1, pues se estima que un 70-80 % de los frescos es agua. Ejemplo: si la formula indica usar 1 Kg en fresco, esto equivale a 250 gramos en seco (25%).
El proceso para obtener los principios activos depende del tipo de planta y los componentes que se desea extraer. Entre los procedimientos recomendados tenemos los siguientes:
Decocción: Hervir el agua con las plantas o partes desmenuzadas, durante 20 ó 30 minutos. Se deja enfriar la decocción (tapada) y luego se filtra.
Infusión: Poner agua hirviendo en un recipiente con las plantas o partes desmenuzadas. Tapar el recipiente y dejar en reposo 12 a 24 horas para luego filtrar el líquido.
Zumo: Extraer el jugo de las plantas frescas, licuándolas, moliéndolas o machacándolas. Luego, la papilla obtenida se mete en una bolso de tela para extraer el líquido a presión.
Maceración: Las plantas desmenuzadas se colocan en un recipiente y se añade agua fría. Lo maceración dura 1 o 2 días, transcurridos los cuales se filtra el líquido.
Purín fermentado: Se coloca las plantas frescas en un recipiente de cerámica o madera; se añade agua y se le tapa de tal manera que entre aire. Hay que remover diariamente la mezcla o fin de favorecer la fermentación. Cuando el líquido se pone oscuro (a los 2 semanas, aproximadamente) y ya no hace espuma al removerlo, es que está listo para filtrarlo y ser utilizado.
Sugerencias
Para hacer los preparados es preferible usar agua de lluvia o pozo y evitar, en lo posible, el empleo de agua con cloro. Los líquidos preparados se filtran finamente para detener partículas que obstruyen los pulverizadores.
Se puede utilizar varias plantas o partes de plantas en la mezcla, procurando que se potencien entre ellas. En cualquiera de los procesos indicados es mejor poner los vegetales en una funda de lona o tela con un peso adicional, para que se vaya al fondo, manteniendo así un mayor contacto con el agua que extrae los principios activos de las plantas.
Por lo general, no se debe hacer aplicaciones en los cultivos en momentos de lluvia o a pleno sol. Para estas labores conviene aprovechar las horas sombreadas, muy por la mañana o al caer lo tarde.
LOS PREPARADOS
A BASE DE AJÍ
Maceración: 100 gramos de ají picante triturado por litro de agua. Dejar en reposo 24 horas y filtrar. Para aplicar o las plantas, mezclar 1 litro de maceración de ají con 1 litro de agua de jabón (solución al 50%).
A BASE DE AJO
Maceración: 1 Kg de ajo machacado, más 100 mililitros de aceite de cocina y medio jabón de pasta azul; se mezcla en un galón de agua y se lo deja en reposo por 4 a 6 horas, luego se filtra. Para aplicar a las plantas se utiliza 1 litro de esta mezcla con 19 litros de agua jabonosa (solución al 5%).
A BASE DE AJÍ + AJO
Maceración: 100 gramos de ají, más 100 gramos de ajo y 1/4 de jabón de pasta azul; se mezcla con un galón de agua. Se deja reposar por 24 horas y se filtra. Para aplicar o las plantas se utiliza esta mezcla directamente, sin añadir nada más de agua (solución al 100%).
A BASE DE CEBOLLA
Purín: 100 gramos de bulbos machacados por litro de agua. Dejar que fermente durante 7 a 10 días y filtrar. Para aplicar a las plantas y al suelo, mezclar 1 litro de purín con 9 litros de agua jabonosa (solución al 10%). En caso de utilizar solo como repelente, mezclar 1 litro de purín en 19 litros de agua (solución al 5%).
A BASE DE COLA DE CABALLO
Decocción: Se emplea toda la planta, excepto la raíz, a razón de 150 gramos de planta fresca por litro de agua; se lo hierve por una hora, se tapa bien, se la deja enfriar y se filtra. Para aplicar a las plantas (en este caso es recomendado hacer a pleno sol) se mezcla 1 litro de la decocción con 4, litros de agua (solución al 20%). Purín: Las mismas proporciones que para la decocción; se deja fermentar durante 3 semanas y se la utiliza en igual forma. Estas preparaciones de cola de caballo pueden ser también reforzadas con una solución de silicato de sodio o de potasio al 2% ó 5 %, para combatir en árboles enfermedades fungosas.
A BASE DE MANZANILLA
Decocción: Se utiliza las flores secas; 50 gramos por litro, hervir durante 10 minutos, tapar, enfriar y luego filtrar. Para aplicar a las plantas se utiliza una mezcla de 1 litro de la decocción con 4 litros de agua (solución al 20%).
A BASE DE NEEM
Decocción: Se utiliza las hojas frescas; 1 Kg en 5 litros de agua; hervir hasta que el color verde de las hojas cambie; tapar bien; dejar que se enfríe durante una noche y filtrar. Esta decocción se puede aplicar a los plantas directamente, sin diluir (solución al 100 %). Maceración: Se utiliza las semillas sacadas del fruto, secadas al sol y molidas. Poner 500 gramos del polvo en 10 litros de agua y dejar tapada la mezcla durante 12 a 24 horas, luego filtrar. Esta mezcla se puede aplicar a las plantas directamente, sin diluir.
A BASE DE ORTIGA
Maceración: Se utiliza toda la planta, menos la raíz; 100 gramos de planta fresca por litro de agua; tapar y dejar en reposo durante 24 horas, después filtrar. Se pulveriza sobre las plantas directamente, sin diluir (solución al 100%). Purín: Igual proporción de planta y agua: (100 gramos por litro). Dejar que fermente durante 14 días y filtrar. Se utiliza para rociar en las plantas una mezcla de 1 litro de purín con 19 litros de agua jabonosa (solución al 5%).
A BASE DE RÁBANO
Decocción: Se utiliza las hojas y las raíces frescas; 30 gramos por litro; hervir 30 minutos, dejar enfriar y filtrar. Para aplicar a las plantas se utiliza la decocción sin diluir. (Solución al 100%).
A BASE DE TABACO
Infusión: Poner 50 gramos de hojas frescas por litro de agua recién hervida; tapar y dejar enfriar por unas 4 horas, luego filtrar. Se aplica en las plantas una mezcla de 1 litro de infusión por 4 litros de agua jabonosa (solución al 20%). Decocción: 70 gramos de hojas frescas por litro de agua; hervir durante 20 minutos, dejar enfriar y filtrar. Par aplicar en los plantas se utiliza una mezcla de 1 litro de infusión con 5 litros de agua jabonosa (solución al 16.5%). NOTA: El tabaco debe ser usado con precaución y en casos extremos, porque mata igual a insectos plagas y benéficos.
A BASE DE TOMATE
Decocción: Tallos y hojas frescos; 200 gramos por litro de agua; hervir durante 20 minutos; dejar enfriar unas 4 horas y filtrar. Para aplicar en los plantas, se utiliza 1 litro de decocción mezclada con 4 litros de agua jabonosa (solución al 20%). Tintura: 500 gramos de brotes se deja macerar en 1 litro de alcohol, en un recipiente bien cerrado, durante 8 días; se escurren las plantas y se filtra el líquido. Para aplicar en los planta se utiliza 1 litro de la tintura en 40 litros de agua jabonosa (solución al 2.5%). Purín: Se emplea los brotes procedentes de la poda; 100 gramos por litro de agua; dejar que fermente durante 14 días y filtrar. Para aplicar a las plantas se utiliza uno mezcla de 1 litro de purín con 4 litros de agua jabonosa (solución al 20%).
Recomendaciones generales
Al elaborar los insecticidas biológicos y al aplicarlos a las plantas y el suelo hay que tomar las precauciones del caso, como si se tratara de pesticidas químicos, aunque estos últimos son mucho más peligrosos y letales, de gran poder residual. Esto quiere decir que se debe trabajar con mascarilla, guantes, gafas protectoras y ropa adecuada; pues los extractos vegetales también actúan afectando las mucosas y la piel y algunos son venenosos. Por ejemplo: el ají, cuando penetra en los ojos, causa serías irritaciones.
Fuente: Cómo hacer insecticidas agrícolas. Eduardo Landez M. México. Desde el Surco. 2001
Autor:
Ing. Allan Aaa