Este texto, con algunas correcciones y añadidos, corresponde a la ponencia que presentamos con ocasión de las VI Jornadas de Filología Clásica, organizadas por la Delegación de la SEEC en Málaga, el día 14 de abril de 2009.
1 Sobre los cínicos tenemos referencias que abarcan aproximadamente desde la segunda mitad del s. V o comienzos del s. IV a. C. al V d. C.
2 Son varias las anécdotas protagonizadas por el cínico Diógenes y el emperador macedonio. Una de ellas, según la versión de Diógenes Laercio, cuenta cómo en una ocasión Alejandro se dirigió hasta el filósofo cínico y le dijo: "Soy Alejandro el gran rey", contestando el otro: "Y yo Diógenes el Perro". Al preguntarle el macedonio el porqué de tal nombre, Diógenes contestó: "Porque muevo el rabo ante los que me dan algo, ladro a los que no me dan y muerdo a los malvados" (cf. Diógenes Laercio, Vidas de filósofos cínicos, trad. C. García Gual, Alianza Editorial, Madrid, 2007 (2ª reimpr.), p. 120). Otra anécdota es la que recoge Plutarco en su Vida de Alejandro 14, 2-5, p. 671 d-e: "Siendo muchos los políticos y filósofos que salieron a su encuentro y se congratulaban con él, [Alejandro] esperaba que Diógenes el Sinopense hiciera lo mismo cuando se hallara en Corinto. Pero, como éste estaba dedicado a la filosofía en el Craneo sin tener la menor noticia de Alejandro, él mismo fue a su encuentro. Estaba entonces casualmente tumbado al sol y, al llegar tantos hombres, se irguió un poco y vio a Alejandro. Y cuando éste, después de abrazarle y saludarle, le preguntó si tenía necesidad de algo, le dijo: «Aléjate un poco del sol». Se cuenta que Alejandro, al verse desdeñado de ese modo, sintió tal predisposición y admiración hacia la altivez y grandeza del hombre que, cuando partían y los de su cortejo se burlaban y se reían de él, les dijo: «Pues, verdaderamente, si yo no fuera Alejandro, hubiera sido Diógenes» (citamos a partir de la traducción de J. A. Martín García, Los filósofos cínicos y la literatura moral serioburlesca, 2 vols., Akal, Madrid, 2008, en vol. I, p. 229, nº 54).
Resulta cuanto menos paradójico que de un movimiento filosófico como el cinismo, que fue el más duradero de entre todos los movimientos filosóficos antiguos1, con representantes señeros en casi todas las etapas en que los historiadores suelen dividir la Historia de Grecia y Roma, con pronunciamientos de índole subversiva que siguen sorprendiendo aún hoy día por su osadía, apenas recordemos algo más que las consabidas anécdotas protagonizadas por Diógenes de Sínope y Alejandro Magno2 o el papel que desempeñó Menipo de Gádara como inventor de la sátira menipea, una de las variantes más conocidas del género serioburlesco creado por los cínicos. Y si nos fijamos en los programas y en los manuales de nuestras materias en Secundaria y Bachillerato, sólo entran en el anecdotario habitual protagonizado por filósofos antiguos o, en el mejor caso, en los dicta memorabilia que se ofrece a nuestros alumnos como curiosidad y divertimento.
¿Tendrá algo que ver en este "olvido" que ésta no constituyó una escuela de pensamiento en el sentido del platonismo, la filosofía peripatética o el estoicismo, con unos escolarcas, unos discípulos y un corpus doctrinal complejo, cuyas enseñanzas se desarrollaran en ámbitos físicos concretos como la Academia, el Liceo o la Estoa? ¿Será tal vez porque no produjo un cuerpo coherente y cerrado de doctrinas? ¿Podrá ser quizás porque sus postulados se hicieron desde la marginalidad más absoluta, de forma que sus actitudes podrían parangonarse —si es que es posible parangonar situaciones del mundo antiguo y del actual sin provocar distorsiones y falsos juicios de valor— con posturas extremistas como las de los ya venerables hippies o, en cierto modo, las de los más actuales grupos antisistema? En fin, sin entrar a considerar las razones últimas de esta postergación, en este trabajo nos proponemos hacer una presentación lo más clara posible de este movimiento, pensando sobre todo en nuestros alumnos, para que así puedan descubrir la vertiente digamos "gamberra" de una sociedad, la clásica, que aunque despreciativa hacia unos tipos a los que comparaban, por su comportamiento soez y antisocial, con los "perros" (????, ?????, "perro"; de donde ???????, "propio de un perro"), sin embargo muchos de ellos despertaron un vivo interés y respeto entre sus coetáneos3, hasta el punto de llamarlos "sabios", sin duda por ser totalmente coherentes en el modo de vida y en el pensamiento con las doctrinas que predicaban.
En nuestra exposición, además de las imprescindibles cuestiones teóricas, vamos a tratar de ilustrar con textos traducidos los puntos fundamentales de sus doctrinas, al objeto de crear una suerte de vademécum antológico que en unas cuantas páginas recoja lo más interesante de unos filósofos que como mínimo merecen un poco de nuestra atención.
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