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Cannabinoides: neurobiología y usos médicos

Enviado por Enrique Soto

Partes: 1, 2

    1. Cannabinoides y nocicepción
    2. Usos médicos de los cannabinoides
    3. Bibliografía

    La planta de mariguana, Cannabis sativa, ha sido utilizada por el hombre desde la antigüedad con varios fines: obtención de fibras textiles, propósitos curativos, recreativos, en la gastronomía, en lienzos para pintura al óleo (la palabra canvas, es decir, lienzo, deriva de cannabis, oil on canvas) entre otros.1 Su cultivo es relativamente simple y constituye la planta con más alto potencial para la generación de biomasa en el planeta, por lo que su uso industrial es muy importante, aunque lamentablemente es desaprovechado ya que su cultivo está prohibido en prácticamente todos los países. Sus efectos biológicos se deben a un conjunto de compuestos presentes en la resina secretada por las hojas y brotes florecidos de la planta (Figura 1), la que produce cerca de cuatrocientos compuestos químicos, de los cuales unos sesenta se consideran dentro del grupo de los cannabinoides.2 No se conoce bien la función de los cannabinoides en las plantas, aunque se ha propuesto que tienen un efecto protector contra los insectos. En animales, las principales acciones de los cannabinoides son sobre los sistemas cardiovascular, inmunológico y nervioso central (SNC). En el sistema cardiovascular producen disminución de la presión arterial debido a la vasodilatación, aumento subsecuente de la frecuencia cardiaca e hipotensión ortostática. En altas dosis, muy por arriba de las que se usan para consumo recreativo, producen una depresión significativa del sistema inmunológico. A nivel del SNC sus acciones se caracterizan principalmente por una importante reducción de la movilidad, disminución de la temperatura y analgesia, además de sus bien conocidos efectos de tipo cognitivo.1

    FIGURA 1. Microscopía electrónica de barrido de una glándula pedunculada de una hoja de la planta Cannabis sativa.

    Los cannabinoides son substancias que tienen una estructura carboxílica con veintiún carbonos y están formados por tres anillos, ciclohexano, tetrahidropirano y benceno (Figura 2). Los principales cannabinoides son el D9-tetrahidrocannabinol (D9-THC), el D8-tetrahidrocannabinol (D8-THC), el cannabidiol (CBD) y el cannabinol (CBN). Otros cannabinoides presentes en la planta aparecen en cantidades diferentes según la variedad de Cannabis . El ácido cannabidiólico, que tiene actividad antibiótica, es un constituyente del cáñamo.3

    FIGURA 2. A la izquierda, la estructura del principal cannabinoide psicoactivo, el D9-tetrahidrocannabinol y la estructura de los principales cannabinoides endógenos: la anandamida (araquidonil-etanolamida) y el 2-araquidonil-glicerol. A la derecha, principales acciones de los cannabinoides a nivel neuronal. Los cannabinoides se sintetizan a partir de lípidos de membrana, se producen bajo demanda y no se almacenan en vesículas como ocurre con otros neurotransmisores. Los endocannabinoides se producen como consecuencia de aumentos en el Ca2+ intracelular e interactúan con receptores CB1 ubicados en las neuronas presinápticas, modulando la liberación del neurotransmisor (NT). éste activa a receptores ionotrópicos (iR) y/o metabotrópicos (mR). Los endocannabinoides son removidos del espacio sináptico por un transportador específico (T); ya en el citoplasma, son degradados por la hidrolasa de la amida de ácidos grasos (FAAH) a etanolamina (Et) y ácido araquidónico (AA). (Modificado de Guzmán, 2003.)

    En 1964 el grupo de Mechoulam, en Israel, encontró que el principal compuesto psicoactivo de la mariguana -y el de mayor potencia– es el D9-THC. éste presenta propiedades hidrofóbicas, por lo que es muy soluble en lípidos. Esto hace que su distribución en el organismo y su eliminación presenten diferencias con respecto a lo descrito para otras drogas de abuso. El D8-THC tiene un perfil farmacológico muy parecido al del D9-THC, aunque sus efectos son más débiles; sólo aparece en algunas variedades de la planta y su concentración es pequeña en comparación con la del D9-THC.4

    De manera análoga a lo sucedido con los opioides, en particular la morfina y sus derivados, donde su estudio llevó a proponer la existencia de receptores específicos para estas substancias en el SNC -hecho que finalmente permitió identificar las encefalinas y endorfinas como ligandos endógenos de dichos receptores-,5 ocurrió que el estudio de los mecanismos de acción de los cannabinoides, en particular del D9-THC, llevó a pensar que en el cerebro realmente existían receptores para cannabinoides. Finalmente se demostró que éstos ejercen su efecto a través de receptores específicos de membrana y, en 1990, se clonó e identificó el primer receptor a cannabinoides en tejido nervioso, el cual se conoce como CB1 (cannabinoid binding 1).6 En 1993 se clonó, en células del sistema inmunológico, otro receptor a cannabinoides, el receptor CB2.7

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