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Las miserias carcelarias


Partes: 1, 2

    1. Lineamientos generales
    2. El caso Miño. Celos, calabozo y muerte
    3. El caso Acevedo
    4. Los casos Juárez y Argañaraz. Familiares de policías

    LINEAMIENTOS GENERALES

    Durante todos nuestros años en el noble ejercicio de la profesión de abogados penalistas, hemos recorridos la totalidad de las cárceles de Capital Federal, así como también las de la Provincia de Buenos Aires.

    Entre las primeras contamos con la más legendaria: la Unidad 2 del Servicio Penitenciario Federal, de Villa Devoto, anclada en la intersección de las calles Bermúdez y Nogoyá, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

    Pero también recordamos el funcionamiento de la Unidad 1, de Caseros, la que desde hace ya varios años ha dejado de alojar detenidos, y se ha convertido en un monumento más de la inoperancia política, en especial de la política criminal y carcelaria.

    Por su parte en la Provincia de Buenos Aires, las más emblemáticas las constituyen la de Lisandro Olmos, ubicada en las afueras de la ciudad de La Plata; la de Sierra Chica, ubicada en el Partido de Olavarría, en el centro de la Provincia; la de Mercedes, una de las más viejas; las ubicadas en la localidad de Florencio Varela, actualmente son tres; la de Melchor Romero, de máxima seguridad; la de Campana; la de Batán, en Mar del Plata, conocida por la frecuencia de muertes internas, dentro de un marco de violencia salvaje; la Unidad 9 de La Plata; la de Magdalena, famosa por sus consuetudinarios motives; y la de Bahía Blanca. Hay otras, pero estas son las más importantes, y las que despiertan el mayor interés para este trabajo.

    Lugares todos estos, desde ya lo adelantamos, donde los presos se encuentran más cerca de la muerte que de recibir un tratamiento penitenciario para lograr su resocialización. Y en el mejor de los casos, en contagiase muy fácilmente cualquier grave enfermedad, que en la mayoría de los casos también los conduce a la muerte segura.

    Hemos observado que los gobernantes, a lo largo de los años, no han invertido sumas de presupuesto significantes en el más mínimo mejoramiento de las unidades carcelarias. Tal vez sea por que los presos no votan.

    Nuestro trabajo esta destinado a mostrar la realidad de las vivencias carcelarias a través del ejercicio profesional.

    No pretendemos dar un pronóstico de su evolución, ni tampoco garantías de soluciones, sino simplemente hacer saber al lector cómo se vive, o se sobrevive, en las cárceles argentinas, en especial las antes mencionadas, así como también en los calabozos de las comisarías en el gran Buenos Aires.

    Se desarrollará una especie de radiografía carcelaria, sin perjuicios, ni inclinaciones políticas que impidan la pureza de lo escrito, y la sana y honesta intención de lo narrado.

    Cualquier semejanza, con la realidad, no es pura coincidencia, sino por el contrario la más cruda y cruel realidad de lo duro y violento que es vivir encarcelado, y en las condiciones que el Estado nacional y el provincial brindan en los lugares de detención, por todos conocidos, pero conocidos únicamente por fuera.

    La problemática de las visitas de los familiares. La expectativa constante y uniforme de la fuga. El consumo de estupefacientes, dentro de las celdas carcelarias y de los calabozos de las comisarías. Las extorsiones que sufren muchos presos, así como también sus familiares. Las bajas y miserables escalas de valores que se manejan dentro de un penal. El fenómeno de la masificación, y la pérdida de identidad. Las nuevas costumbres a las que los internos se apegan a los pocos días del encierro. La convivencia con personas nuevas, impuesta por la fuerza y las circunstancias. El hambre. Las enfermedades y la muerte.

     

     

    LAS COMISARIAS BONAERENSES

    Por imperio de la ley, los detenidos deben permanecer, necesariamente, en unidades carcelarias.

    Sin embargo, sabido es que, las cárceles, en especial las de la Provincia de Buenos Aires, se encuentran desbordadas desde hace ya muchos años, y las comisarías del conurbano bonaerense se han convertido, cada una de ellas, en pequeñas cárceles, capaz de alojar más de 100 detenidos, donde razonablemente hay lugar para 25.

    Por supuesto que los calabozos policiales, han sido construidos y confeccionados sobre la idea de una detención breve y pasajera, de uno o dos días, tiempo en el cual el juez debería disponer la libertad del sujeto ó el inmediato traslado a la correspondiente unidad penitenciaria.

    Además del hacinamiento de presos, la diferencia entre cárcel y comisaría, como lugar de detención, es entendida en muchos aspectos.

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