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El proceso del conocimiento humano

Enviado por Daniel Wessler


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. En el materialismo
  3. En el dualismo
  4. El proceso del conocimiento en Aristóteles y Santo Tomás
  5. Dimensión sensitiva y dimensión intelectiva
  6. Conclusión

Introducción

Antes de preguntarnos por el proceso del conocimiento, quid sit, conviene aclarar que es posible el conocimiento, an sit. Según Hessen son cinco los principales temas que pueden considerarse problemas fundamentales de una teoría del conocimiento: ¿Existe en realidad tal relación entre el sujeto humano que conoce y el objeto conocido? ¿de dónde proceden los objetos del conocimiento? ¿de la razón? ¿de la experiencia? ¿de ambas cosas?; ¿es el hombre activo y espontáneo o se comporta meramente de forma pasiva y receptora? ¿hay algún otro conocimiento humano que no se haga por medio de una representación intelectual del objeto? ¿cómo sabemos que el conocimiento es verdadero?

Si consideramos que el conocimiento es el modo como se relaciona un objeto con un sujeto, habrá tantos modos de conocer cuantas visiones del objeto y del sujeto. Antes de empezar a explicar cuál sería el proceso del conocimiento tesis, quisiera mostrar un cuadro general cuáles son las diversas corrientes epistemológicas.

Dualismo

Monismo

Espiritualista

Animismo de Platón, san Agustín…

Ocasionalismo de Malebranche

Armonía de Leibniz

Panpsiquismo de Berckeley

Idealismo de Hegel

Intermedio

Interaccionismo de Descartes

Mundo 3 de Popper

Monismo neutral de Spinoza

Materialista

Epifenomenismo: materialistas s. 18

Atomistas antiguos: Demócrito

Diderot, Hobbes

Marx, Darwin

Atomistas modernos

En el materialismo

Si el sujeto y el objeto son sólo de tipo material, estamos ante el monismo materialista de Demócrito, que fue asumido después por Marx, Darwin o los atomistas modernos.

Demócrito, para explicar la percepción sensible (desechada por Parménides como vana ilusión), y partiendo de su concepción pansomática, sostuvo que también el alma es corporal y mortal (formada, pues, por átomos). Como entidad corporal, el alma mueve el cuerpo, pero también es afectada por éste. Dicha afección del alma por el propio cuerpo y por los cuerpos exteriores es lo que explica el conocimiento sensorial. Ahora bien, estas percepciones del mundo exterior carecen de plena objetividad.

Esta concepción es el antecedente más remoto de la distinción, generalmente aceptada en la filosofía de los siglos XVII y XVIII, entre cualidades primarias (objetivas) y cualidades secundarias (subjetivas). Por ello, en el aspecto epistemológico, Demócrito mantuvo un cierto escepticismo: «Nos es imposible llega a saber qué es en realidad cada cosa», y «En realidad no conocemos nada, ya que la verdad está en lo profundo».

Hume, por su parte, reduce las ideas a la débil huella que dejan las impresiones, que son más vivaces y fuertes. No conocemos las sustancias, sino sólo las cualidades primarias. Explica la causalidad por medio de la asociación de ideas.

El cognitivismo contemporáneo también reduce el hombre a materia, de modo que la mente es sólo un conjunto de neuronas y la conducta del hombre está determinada por los genes. En este contexto, conocer se reduce a almacenar información, y se da cabida de este modo a la utopía de la inteligencia artificial.

En general, en el materialismo, la relación sujeto-objeto no se ve como un problema, simplemente porque el sujeto es también material, como el objeto, y no hay realmente conocimiento, sino modos de relacionarse unos y otros entre sí.

En el dualismo

Sin embargo, dentro del dualismo, sí supone un problema el modo de relacionar el sujeto y el objeto. Si el objeto es material y el sujeto es también espiritual, ¿cómo se unen uno y otro en el conocimiento? O, lo que es lo mismo, ¿cómo puede el hombre con su inteligencia de tipo espiritual, conocer las cosas que son materiales?

El objeto (fysis en Aristóteles, naturaleza en santo Tomás, objeto en Kant, no-yo en Fichte, mundo en Hegel), para relacionarse con el sujeto necesita un puente. Este puente se encuentra, para Aristóteles, en el Intelecto Agente; para Kant en el Yo-pienso; para Hegel en el espíritu absoluto.

Partes: 1, 2
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