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La moralidad y la veracidad enjuiciadas por la ciencia de la epigénesis

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    1. Un cierto sentido de moralidad como factor esencial para la adaptación de algunas especies animales
    2. La ética humana y las leyes que gobiernan nuestra especie
    3. Antes de que las leyes existieran, teníamos un entendimiento rudimentario de la moralidad, que algunos definen como altruismo animal
    4. La crueldad como "experimento": Y, adonde la Ley Natural se subvierte
    5. El lapso imprevisto de la Ley Natural y sus consecuencias psicológicas
    6. La propensión a la decepción es atributo evolucionado que existe en muchas especies
    7. En resumen
    8. Bibliografía

    La moralidad y los principios éticos son temas que nunca dejan de instigar nuestra curiosidad especulativa y científica, porque del modo como los aplicamos, son exclusivamente idiosincrásicos para nuestro género.

    Estafas por miles de millones de dólares, efectuados por miembros de la banca que dejan caridades, y a los indigentes beneficiarios, en la ruina. Calumnias irresponsables y tendenciosas que sirven para templar la envidia que profesionales y académicos mediocres albergan contra quienes a ellos los superan. Abogadescos picapleitos, de baja estirpe, que venden su perfidia a quienes paguen por un plato de mangú. Padres crueles y desalmados que, luego de abusar sus hijos, tanto física como emocionalmente, pretenden proyectarse como virtudes personificadas, proclamando un amor filial, del que harto han demostrado carecer. Esposos que abusan sus cónyuges. Cambistas que roban. Moderadores de programas que aprovechan la oportunidad que se presente para explotar lo sensacional, aunque para hacerlo distorsionen los hechos, pisoteando la verdad, mientras que proclaman acudir en su resguardo.

    La explicación o excusa: "…es que somos seres humanos, y los seres humanos no son perfectos".

    He ahí, donde encontramos la fuente de nuestro dilema filosófico.

    edu.red

    Lágrimas que olvidar no podemos…

    En fin, que nuestra especie hace uso de nuestro enorme cerebro, en la interpretación de los principios morales de nuestras sociedades, de maneras que, a veces nos resultan antitéticas y sorprendentes, por virtud de lo tanto que exaltamos los valores éticos que nos gobiernan, mientras que los ignoramos.

    Un cierto sentido de moralidad como factor esencial para la adaptación de algunas especies animales

    Algunos géneros vienen dotados de específicos módulos natos que los impelen a conducirse de maneras programadas para poder sobrevivir y medrar como grupo.

    Otras especies grupales despliegan comportamientos altruistas, cuidan de sus hijos, defienden a sus congéneres, protegen su entorno y demuestran estar dotados con sentidos éticos, siendo capaces de reconocer la decepción cuando la vislumbran.

    Todos estos ajustes serían adaptaciones necesarias para lograr prosperar en cualquier microcosmos social. Quienes así lo hicieran, lo harían para conformarse a las exigencias de reciprocidad del grupo, y para poder convivir pacíficamente entre sus miembros.

    La ética humana y las leyes que gobiernan nuestra especie

    La ley natural

    Para alcanzar mantenerse en harmonía, sociedades humanas primitivas tuvieron que adoptar sistemas de ordenanzas que, al principio, fueron desarrolladas de manera intuitivas, antes de que fueran recopiladas para ser impuestas.

    En mi contribución: De cómo la regla del DNA gobierna un mundo de incertidumbres ciertas, detallo minuciosamente la evolución histórica y progresiva de este avance social, conocido como la Ley Natural.

    Antes de que las leyes existieran, teníamos un entendimiento rudimentario de la moralidad, que algunos definen como altruismo animal

    La moralidad humana, como noción, es diferente al altruismo de otros animales en algunos de sus aspectos, ya que como concepto no es fijo, sino que resulta ser de uso flexible, relativo y, conveniente. Todos la invocamos para apremiarla a nuestro servicio — lo que solemos hacer, cuando la necesitamos para favorecernos — Como asimismo hacemos con todos los principios éticos, que, como seres civilizados, pretendemos respetar y que, en la realidad, con presteza oportuna, se descartan, cuando, así hacerlo, resulte expediente.

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