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La Atlántida de Platón


Partes: 1, 2

    1. Introducción: Mitos poéticos y mitos filosóficos
    2. ‘La Atlántida’: Contenido manifiesto del mito platónico
    3. El punto de vista antropológico
    4. Conclusiones: Ciencia oficial y ‘paraciencia’ en torno a un mito
    5. Bibliografía

    (Un mito filosófico)

    INTRODUCCION: Mitos poéticos y mitos filosóficos

    José Ferrater Mora, en su ‘Diccionario de Filosofía’, da una definición clásica de ‘mito’: "Relato algo fabuloso que se supone acontecido en un pasado remoto y casi siempre impreciso", que puede estar referido a hechos más o menos históricos o a meros fenómenos de índole natural. Añade lo siguiente con respecto a su posible imterpreta-ción:

    1. "Puede creerse de buena fe, y hasta literalmente, en el contenido de un mito, o tomarlo como relato alegórico, o desecharlo alegando que todo lo mítico es falso".

    Ferrater, haciéndose eco de lo ya enunciado por David Friedrich Strauss en 1835 (el mito como idea metafísica expresada en forma de relato imaginario y fantástico), ve dos aspectos en la interpretación alegórica de los mitos:

    • Elemento ficticio (lo que dice el relato mítico no ha ocurrido en la realidad)
    • Elemento real (de algún modo lo que dice el relato mítico responde a la realidad)

      La dialéctica entre ambas constantes ha presidido, según Ferrater, toda la historia del pensamiento humano desde los presocráticos, que descartaron el ‘mythos’ en nom-bre del ‘logos’, haciendo, sin embargo, crecer el segundo en un suelo previamente abo-nado por el primero, hasta nuestros días. Fueron, efectivamente, los sofistas, según él, los que decidieron separar radicalmente la razón de lo mitológico. Similar a la opinión de Ferrater es la de Marcel Detienne. Este autor detecta la primera mención de la pala-bra mythos en la obra poética de Anacreonte, quien la emplea refiriéndose a los nobles de Samos que se rebelaron contra el tirano Polícrates el año 525 a.d.C.), abrazando el partido de los pescadores. Anacreonte los denomina, efectivamente, ‘mhythetai’ (v.gr., gentes del mito), probablemente con intenciones satíricas. También subraya el hecho de que, al contrario que los filósofos ‘jónicos’, los pensadores griegos de las colonias ita-lianas desde Jenófanes hasta Empédocles, pasando por Parménides, al escribir sus res-pectivos poemas filosóficos, adoptaron de manera consciente la forma tradicional del ‘Mythos’ para expresar su ‘logos’, enfrentándose así abiertamente a la mitología homé-rica, que describía unos dioses ladrones, mentirosos y adúlteros, en unos relatos, desde luego, poco edificantes para la juventud. La susodicha actitud crítica de los intelectua-les griegos del siglo VI frente a Homero, texto básico de la educación moral hasta en-tonces, se tradujo, con la democracia ateniense del siglo V, en el movimiento de la so-físti-ca, cuya línea de pensamiento queda delimitada en esta frase atribuida de Protágo-ras de Abdera,:

      "EL HOMBRE ES LA MEDIDA DE TODAS LAS COSAS"

      Para Protágoras no existía un conocimiento absoluto, fijado ‘per saecula saeculo-rum’ en los escritos homéricos. Todas las opiniones humanas eran respetables, y sólo se trataba de saber convencer a los demás. Esto venía a significar:

      • Negación de principio de contradicción.
      • Identidad de lo verdadero y lo falso
      • Valor práctico de la sabiduría, que depende en definitiva del grado o nivel de educación
    • Agnosticismo (no creer en nada que no esté empíricamente demostrado).

    La revolucionaria actitud adoptada por los ‘sofistas’ permitió a los pensadores griegos del momento abordar la Historia desde un nuevo punto de vista, totalmente crí-tico con respecto a los mitos, El primer historiador que merece ese nombre, Hecateo de Mileto, maestro del gran Herodoto, aunque su actividad consiste en ‘mytheitai’ (v.gr., hablar), se proclama a sí mismo logopoiós (= fabricante de relatos), y no ‘mythopoiós’, como habían sido Homero y Hesíodo. Platón, por su parte, ya distingue claramente, en su República ideal, entre lo que es mitología (arte de ‘contar historias’) y lo que es di-daché (enseñanza). Su postura es claramente crítica con respecto a los poemas épicos homéricos, por las razones arriba aducidas: no aportan gran cosa a la educación de los ‘guardianes’, y su lectura les puede incluso llegar a ser perjudicial desde un punto de vista moral. No obstante, Platón reconoce que el mito puede también resultarle aprove-chable, a saber, como modo de expresar ciertas verdades que escapan al razonamiento ; es por eso que procede a intercalar en sus Diálogos diversas leyendas de su propia cose-cha, redactadas ex profeso, y Detienne comenta al respecto:

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