Descargar

Cómo recordar a un filósofo: a propósito del bicentenario de la muerte de Kant

Enviado por Héctor Valle

Partes: 1, 2

    1. La política
    2. Kant y la persona y el imperativo categórico
    3. Imperativo categórico
    4. ¿Qué es la Ilustración?
    5. Educación, como conclusión y apertura

    Sapere aude, Incipe: vivendi recte qui prorogat boram, Rusticus expectat dum defluat amnis; at ille Labitur, et labetur in omne volubilis oevum,

    HORACIO

     ¿Cuál es el sentido mismo de tal acto?

     ¿Consiste meramente en una recordación para ser consignada en un espacio público?

     No.

     ¿O acaso el recuerdo de su legado dice relación a la permanencia de su verbo, a la vigencia de un predicar, ético, moral y profundo, digno de ser reiterado para todos, pero especialmente para nuestros jóvenes?

     Acaban de cumplirse doscientos años del fallecimiento de Immanuel Kant, ocurrido en su propia ciudad de Königsberg, donde nació, trabajó y nunca abandonó. Entre sus obras se destacan la Crítica de la razón pura (1781), los Prolegómenos a toda metafísica del futuro (1783), la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres (1785), la Crítica de la razón práctica (1788), la Crítica del juicio (1790) y La Religión dentro de los límites de la mera razón (1793).

    El filósofo Kant fue, vale afirmar, un sujeto de la historia, digno de ser invocado a toda hora y por qué no, también criticado su pensamiento en donde se encuentren motivos para hacerlo, expuesto, ineludiblemente, a otra visión, quizá, dando curso a lo que en sí misma es y propicia la filosofía: una reflexión con consecuencia.

    Este pequeño gran hombre -de corta talla aunque su gravitación fue y es mayúscula- ha legado a la humanidad la conceptualización misma de la dignidad del ser humano, bien como todo un andamiaje filosófico que ha motivado y continúa haciéndolo, a la investigación y profundización de los conceptos filosóficos claves en el acontecer del hombre y su entorno, en suma, la Naturaleza toda.

    Recordemos, pues, su ley fundamental de la razón pura práctica que dice que debemos actuar de tal manera que la máxima de nuestra voluntad pueda siempre valer en todo tiempo como principio de una legislación universal. La moral kantiana remarca fuertemente el concepto del deber, contribuyendo así a la mejor difusión del sentido del respeto de la persona humana, respeto que, inicialmente en la óptica kantiana, estaba dirigido a la ley y luego al hombre.

    Se trata, indudablemente, de la ley moral que observamos en nosotros mismos, respeto que se entiende inseparable de la idea de obligación moral.

    De ahí que el respeto de la humanidad concreta, real, no es sino una resultante del respeto para sí mismo, para la esencia de lo humano que hay en el hombre singular y a partir del cual y por extensión se llega a la humanidad toda, en la observancia de la moral kantiana.

     

    Partes: 1, 2
    Página siguiente