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Morfología Monasterial en el espacio griego

Enviado por Claudio Conenna

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    El sello geográfico del territorio griego se caracteriza por la variedad en su geo-morfología, motivo por el cual, en la época antigua y bizantina, los monumentos sacrosantos ocupaban los sitios más bellos (1). Es conocida la sensibilidad de los griegos para la elección del lugar adecuado de implantación de sus edificios, el cual, provocará en el hombre predisposición de elevación y misticismo(2).

    «… Topográficamente Grecia está constituida por una notoria variedad de paisajes. Cada uno está claramente definido. La intensa luz solar y el aire puro contribuye a la insólita presencia de las formas…» (3)

    En la antigua Grecia, antes de erigir un templo, construían altares al aire libre en lugares ideales, a partir de los cuales, todo el lugar sagrado podía ser visible (4). En la época bizantina, los monasterios se construían en lugares en donde vivía el fundador del monasterio o muy cerca de la gruta donde moraba como monje.

    En la época Bizantina, la vista constituía un tema muy importante para la arquitectura (5). Sin embargo, lo fundamental para la comunidad monástica cenobítica, era el discernimiento espiritual en la elección del lugar para el ejercicio monástico (6). Ciertamente, los monasterios se hacían exteriormente cerrados e «introvertidos», volcados hacia adentro, es decir, «mirando hacia el interior» pero sin que la vista dejara de ocupar un lugar significativo. Su arquitectura del modo como se plasma volumétricamente procede de una recíproca adaptación e interrelación edificio- terreno dando como resultado un sistema orgánico-plástico, de acuerdo con el cual, el monasterio no agrede volumétricamente el paisaje circundante. La creativa y armoniosa combinación (7), con la cual los monasterios se incorporan al medio ambiente es el resultado de la sensibilidad y del respeto a la naturaleza por parte de los arquitectos y fundadores.

    Cuanto más ascética se hace la comunidad tanto más se aísla y se aleja instalándose en lo alto de las montañas. El curso de esta espiritualidad monástica es la búsqueda de la «IIuminación del corazón», de la «Divina Gracia», del «conocimiento de Dios», y de la «Transformación de los seres y de las cosas»(8) es decir, la unión entre el cielo y la tierra.

    «… La unión del cielo y la tierra establece el punto de partida para la diferenciación de las cosas. Así, las montañas pertenecen a la tierra pero se elevan hacia el cielo. Son altas, están cerca del cielo, es el lugar de encuentro en donde los dos elementos fundamentales coexisten…» (9)

    Durante el período bizantino y postbizantino, generalmente, la ubicación de los monasterios es del tipo montañosa, por dos razones:

    a) Puesto que la naturaleza de Grecia es en gran parte montañosa y,

    b) Porque la vida monástica requiere del aislamiento y la soledad para resguardar el silencio y el retiro espiritual, además, de las razones de protección en contra de los saqueos y del alejamiento de la vida mundana.

    Las tres «columnas» de la forma monacal en el espacio ortodoxo griego, se conectan fundamentalmente con el modo de implantación en el contexto físico de los monasterios y está determinada por el carácter de la práctica cenobial y, son los siguientes:

    ·                     Monte Athos en Macedonia de clara organización cenobial regular,

    ·                     Meteora en Thesalía cenobio con tendencia al ascetismo,

    ·                     Gortynía en el Peloponeso cenobio con carácter ascético o comunidad ascética.

    Ciertamente, existen otros complejos monacales diseminados por todo el territorio griego, donde adoptan o se desarrolla uno de estos tres modelos monacales correspondientes a la inclinación cenobitica de los grupos de monjes, la cual, siguiendo una tendencia espiritual se identifica con las características del medio ambiente natural (10). Por lo general, la mayoría de los monasterios del espacio griego conservan el sistema monástico de tipo regular cenobítico. Sin embargo, el tipo monástico-cenobial de Meteora resulta una excepción tanto en el espacio griego como en la misma arquitectura monástica, puesto que, la topografía donde se implantan los monasterios es única, con forma de un «gigantesco bosque de piedras» situándose los mismos en la cima de los picos montañosos con un carácter peculiar, por tratarse de un monaquismo con tendencia al ascetismo.

    Podríamos decir que el sistema monasterial cristiano es el resultado de la interacción de dos potencias, la materia y el espíritu. Tanto en occidente como en oriente cada monasterio tiene su propio carácter y su propia fisonomía, dando a conocer de este modo y, correspondientemente el carácter cenobial del grupo de monjes que lo construyeron. Los factores que determinan esencialmente el carácter morfológico del monasterio ortodoxo griego son: primero, las particularidades del lugar (site) en donde se implanta el monasterio; segundo, la relación que tiene el lugar de implantación con el paisaje (landscape), el cual forma parte del monasterio y, tercero, las características topográficas conjuntamente con las condiciones climatológicas. Por otro lado, la fisonomía morfológica de los grupos monasteriales se caracteriza como la expresión arquitectónica creada por el espíritu de los fundadores y de los arquitectos monjes o laicos.

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