Descargar

Tango vs bolero, como configuración discursiva en Boquitas pintadas


Partes: 1, 2, 3

    1. La emoción y el romance
    2. La música (tango y bolero) en la configuración discursiva
    3. El aspecto estructural
    4. Resumen de la obra
    5. Apéndice
    6. Bibliografía

    La audición "Tango versus bolero" está apenas iniciada [1]

    Epígrafe para el TANGO:

    Frágiles muñecas

    del olvido

    y del placer

    Alfredo Le Pera / Carlos Gardel

    RUBIAS DE NEW YORK

    Epígrafe para el BOLERO:

    Solamente una vez amé en la vida

    […] Una vez nada más se entrega el alma

    […] Y cuando ese milagro realiza

    el prodigio de amarse

    Hay campanas de fiesta que cantan

    con el corazón.

    Agustín Lara, SOLAMENTE UNA VEZ

    El Mundo, Viernes, 31 de agosto de 2001

    MILLENIUM / LAS 100 MEJORES NOVELAS. Nº 93 «BOQUITAS PINTADAS» , DE MANUEL PUIG

    La emoción y el romance

    GUILLERMO CABRERA INFANTE

    La novela Boquitas pintadas, 1969, es una de las tres obras maestras de Manuel Puig. Las otras son: La traición de Rita Hayworth (1968) y El beso de la mujer araña (1976). Hay otras novelas suyas extraordinarias, The Buenos Aires Affair (1973) y sobre todo su última novela, Cae la noche tropical (1988). Manuel fue, y es, un novelista por encima de todo. Ha sido, es verdad, un guionista de cine profesional y un autor de obras de teatro, mayormente las diversas y sucesivas adaptaciones de El beso de la mujer araña. El éxito mundial como película hecha en Hollywood (interpretada por una estrella del cine, William Hurt, que ganó un Oscar por ella, y luego una exitosa comedia musical en Londres y Manhattan, dirigida por la eminencia teatral Harold Prinz) lo hizo, como él mismo decía, «rica y famosa».

    Manuel Puig nació en 1932 en una pequeña ciudad argentina, General Villegas, pero, como él mismo decía, «crecí en la pampa en un mal sueño o más bien un mal western». Pero en realidad nació en un cine o mejor, en una casa de sueños. Como el muchacho de Cinema Paradiso (hecha sin duda después de haber leído La traición de Rita Hayworth), Manuel fue un niño en el paraíso, que es casi el título de uno de sus filmes favoritos, Les Enfants du Paradis, en que el paraíso es también el gallinero. Como su biógrafa, Suzanne Jill Levine, escribe, Manuel estaba siempre «queriendo despertarse para encontrar que la realidad era una matiné importada de Hollywood». Amar y vivir del cine era todo el mismo sueño para él, pero no deseaba ser un héroe del cine sino una diva, «como Norma Shearer». Con una devoción que quería creer verdadera «se sumergía en las revistas de cine». «Llegué tan lejos», y no sólo como metáfora, confesaba Manuel, «como cortar los anuncios de los estrenos futuros». Las revistas y los periódicos venían todos de Buenos Aires, aunque Manuel y su familia «vivían a doce horas por tren» de la capital. De sus sueños del cine y sus deseos de la vida real surgió su primera novela, La traición de Rita Hayworth.

    Manuel decía: «No escogí la literatura, la literatura me escogió a mí». Aunque fue un hit, a palpable hit (como dice Shakespeare de Hamlet herido en su duelo), su primera novela fue primero un sueño, luego un guión de cine y finalmente un libro (…).

    El siguiente libro de Manuel fue Boquitas pintadas, que subtituló Una serie, como se entiende en televisión. Es decir, una telenovela, un novelón, un culebrón. En vez de en cine Manuel hurgó ahora en el mundo de las novelitas sentimentales, de amor: un género en todas partes, aunque algunos puristas retóricos lo llaman subgénero. Boquitas pintadas coge su título de un verso del tango-foxtro de Gardel-Le Pera en la película Tango en Broadway (1934). Dice el verso de Rubias de New York, que Manuel cita como epígrafe en la Tercera entrega (entrega, como en las novelitas, en vez de capítulo): «Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de tus boquitas pintadas».

    Manuel emplea las letras de Alfredo Le Pera como versículos de la religión del tango, y tiene razón porque para los argentinos (y este autor) el tango es sagrado. Esta entrega tiene un subtítulo, Album de fotografías, y eso es lo que Manuel hace: escribe fotografías de un álbum que contiene nostalgia y sentimentalismo en partes desiguales. Le Pera (más que Gardel, que ponía la música y la voz de «un jilguero», como lo llamaban en Argentina) es como las profanas Escrituras del Tango y Manuel cita sus versos como decía la Novela de las Nueve de la radio cubana: «La emoción y el romance en cada capítulo». Otras citas de Le Pera (Le Pera no La Pera) son igualmente memorables en Boquitas Pintadas, pero hay una que debió llegar al corazón popular de Manuel Puig: «… Dan envidia las estrellas/ yo no sé vivir sin ellas». Para Manuel, claro, eran las estrellas de cine.

    Partes: 1, 2, 3
    Página siguiente