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La cultura en línea

Partes: 1, 2

    1. El rezago digital
    2. e-México, desigual e insuficiente
    3. 83 millones sin blogs ni chat

    El rezago digital

    A fines de 2007, 20% de los habitantes de América Latina tenía acceso a la red. En México, si hemos de atender a los optimistas datos oficiales, en ese año habría cerca de 23 millones de usuarios,1 que constituían algo menos del 22% de los cerca de 106 millones de habitantes en el país. Es una cifra alta si tomamos en cuenta que, de acuerdo con las mismas fuentes, en el transcurso de siete años los usuarios de la red casi se quintuplicaron, para pasar de algo más de cinco millones en 2000 a los ya mencionados 23 millones. Pero siguen siendo pocos si reconocemos que casi ocho de cada 10 mexicanos carecen de ese servicio.

    Si las conexiones y la instalación de equipo aumentaran durante los siguientes años al mismo ritmo que lo hicieron en lo que va del siglo XXI, antes de una década tendríamos una cobertura casi total de internet en este país. Sin embargo, tanto la experiencia internacional como el reconocimiento de la capacidad actual de la infraestructura mexicana y el simple sentido común permiten recordar que, después de haber llegado a un límite de eficacia, esos recursos crecen de manera más lenta. Sin embargo, el gobierno federal dice que, para 2012, 70 millones de mexicanos serán usuarios regulares de internet.2 De ser así, México se convertiría quizá en la nación con más intenso crecimiento en la cobertura de ese servicio en tan sólo un lustro. Entonces podríamos hablar, con certeza, de un país plenamente incorporado a la sociedad de la información.

    Por desgracia, no hay sustento suficiente para compartir esa esperanza de las autoridades mexicanas en materia de telecomunicaciones. En América Latina el país con mayor cobertura de internet es Chile (43% a fines de 2007), seguido de cerca por Argentina y Uruguay (34%).3 En todo el mundo, por lo general, el desarrollo de la red ha sido posible gracias a la existencia de políticas nacionales (y a veces, como en Europa, además regionales) que han incluido programas de gobierno para promover infraestructura en áreas que para las empresas privadas no son tan rentables como las grandes ciudades. Han existido regulaciones de los precios, así como de la competencia en las telecomunicaciones. Y en la mayoría de los casos se ha impedido que una sola entidad privada controle o acapare la oferta de servicios en ese campo.

    Nada de eso ha ocurrido en México. La postura gubernamental en el terreno de las telecomunicaciones ha sido la ausencia de política, con la esperanza de que la inversión privada subsanaría la ausencia de inversiones y regulaciones suficientes por parte del Estado. Los mexicanos que en 2007 tenían acceso a internet en sus domicilios alcanzaron ese privilegio a costa de pagar una de las tarifas más altas que existen para dicho servicio en todo el mundo. En la primavera de ese año, el costo mensual de un megabite por segundo era de 27 centavos de dólar en Japón, 1.64 dólares en Francia, 3.33 dólares en Estados Unidos, 6.50 en Canadá, y 12.50 en España. Por ese mismo servicio, los mexicanos pagábamos 60.01 dólares.4

    e-México, desigual e insuficiente

    Nos referimos esencialmente a la red de redes porque constituye, como hemos señalado en otro sitio, la columna vertebral de la sociedad de la información.5 Por ella pasan los archivos de audio y/o video que, una vez descargados, pueden ser transportados y utilizados en dispositivos portátiles como el Ipod, lo mismo que las películas que cada vez resulta más frecuente bajar de internet para mirarlas en la pantalla casera.

    En México solamente hasta la administración del presidente Vicente Fox, y con grandes limitaciones, existió un programa específico para el desarrollo de internet. El proyecto e-México consistió, fundamentalmente, en la concentración de los recursos informáticos del gobierno federal, tanto en línea como en la infraestructura computacional que podía estar a disposición de los ciudadanos. El primero de esos aspectos significó la creación de una identidad común y la organización de ligas a docenas de sitios gubernamentales a partir de un portal centralizador ubicado en www.e-mexico.gob.mx. La segunda tarea fue la instalación de siete mil 200 centros comunitarios digitales (CCDs) en todo el país.

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