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Pautas para el desarrollo de un programa en educación financiera

Enviado por Abraham Omonte


Partes: 1, 2

    1. Instrumentos para el diagnóstico individual
    2. Resultados más importantes de un cursillo desarrollado en Iquitos
    3. Perfil de investigación académica
    4. Planteamiento del problema
    5. Planteamiento de la hipótesis
    6. Método de investigación
    7. Bibliografía
    8. Nota periodística

    El educador financiero será un profesional del siglo XXI, pues las mallas curriculares universitarias actuales no incluyen esta carrera, ni siquiera como asignatura dentro de un programa establecido. Es decir, al menos de momento, la educación financiera continuará siendo una cuestión informal, guiada sobre todo por el entusiasmo de quienes se sientan comprometidos con su comunidad, y de quienes consideren que requieren información detallada para mejorar su vida financiera.

    En el presente documento, breve en extensión, pero (confío), profundo en contenido, presentaré las pautas que considero esenciales para desarrollar apropiadamente un curso de educación financiera, tomando en cuenta que los grupos humanos no son masas compactas de individuos añadidos. Existen diferencias entre los grupos, y diferencias al interior de los grupos.

    Es un prerrequisito para el educador financiero conocer con qué grupo se enfrenta, y dentro de cada grupo, con qué individuos exactamente trata.

    No recomendaría trabajar con grupos mayores de diez personas, incluso si se trata de familias, debido a que se debe buscar la mayor precisión posible de los requerimientos específicos de cada persona, pues no todos buscan una explicación detallada sobre el ahorro o el presupuesto, para poner dos ejemplos conocidos.

    Lo que hallarán las personas interesadas en este documento son una serie de instrumentos de diagnóstico y autodiagnóstico individual, cuyos datos, en caso de ser procesados, darán una orientación más clara sobre las tendencias internas del grupo.

    Al margen de los instrumentos, se añade unos cuantos artículos sobre mi experiencia en el campo de la educación financiera, una nota periodística que publiqué el año 2007 y un esbozo de perfil de tesis (plan de tesis), desarrollado en Bolivia, que no prosperó debido precisamente a la reticencia (o resistencia) de la planta docente de las universidades a aceptar un tema heterodoxo para el campo académico. Esperando que el presente documento sea de ayuda para quienes lo lean, estoy abierto a cualquier consulta en el siguiente correo electrónico: tesisnet[arroba]hotmail.com.

    Antecedentes

    La vida de una persona se debate entre una serie de problemas emocionales, afectivos, financieros y espirituales. Sin lugar a dudas, de esos problemas, el más fácil de resolver es el financiero. Sin embargo, la gente opta por complicarse más. ¿A qué se debe esto? Me hubiese gustado contar con gente rica para intentar responder esta interrogante. Sin embargo, a la fecha no conozco a nadie realmente rico en persona, y al menos de momento, dudo que una persona rica de verdad tenga interés en dar sus necesarias luces basadas en su experiencia personal para iluminar esta explicación, que, provisionalmente, estará basada en la lectura de biografías y otro material escrito. La experiencia personal que tengo en el trato con las finanzas aún es limitada, pero una serie de discusiones personales con gente que aun siendo pobre tiene clara la idea de dejar de serlo, me motivaron a intentar presentar en forma escrita una serie de puntos de vista que podrían orientar a la gente pobre que es consciente de serlo y que realmente desea dejar de serlo. Inicialmente me gustaría plantear una pregunta esencial: ¿cuándo una persona es rica y cuándo es pobre?

    La revista Forbes, publicación de escasa circulación en nuestro país, presenta la siguiente distinción: rica es toda persona que gana más de un millón de dólares al año. Es pobre quien gana menos de 25.000 en el mismo período. Desde luego, este parámetro es válido para economías de los países altamente industrializados. Sin embargo, no contamos con similares medidas de comparación en nuestro país, por lo que provisionalmente se podría utilizar la misma medida. A partir de ello, ¿cuántas personas que se consideran ricas en Bolivia pasarían en realidad a la nada halagadora categoría de pobres? Sin duda, más de mil. Y desde luego, este grupo de personas no podría aportar significativamente a este breve estudio.

    El tema del dinero es uno de los más sensibles sobre los que se puede debatir. A nadie le gusta ser pobre; mucho menos que se lo denomine así. Digamos, para poner una pauta, que en Bolivia la gente pobre en realidad es aquella que gana menos de 10.000 dólares al año. Sin duda, disponer de aproximadamente Bs 80.000 al año es interesante, más si se toma en cuenta el costo de vida en nuestro país, bastante inferior al de los países vecinos. Hablemos de ser rico en términos menos monetarios. Además del ingreso, que es una variable importante, a mi modo de ver la gente rica se caracteriza además por no tener la necesidad de trabajar, mientras otros trabajan para ella. En cierto punto, se puede decir que la gente rica tiene algo en común con los indigentes, ya que no necesitan trabajar, pero esta aparente coincidencia queda despejada ante la evidencia de que un mendigo no tiene a nadie trabajando para sí, bajo su dependencia directa o indirecta, al margen de carecer de mayor propiedad que su vida, pues ni siquiera su fuerza de trabajo tiene interés ya para el sistema.

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