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Animales Mediáticos ? José Gómez Isla

Enviado por nestorfelipegarzon


     

    Concepto de Animales Mediáticos

    Animales que en manada iracunda fluyen a los museos sólo en algunas exposiciones puntuales obedeciendo más a un fenómeno (que bien podrían ser sus propios instintos naturales) de moda que invita a imitar a los otros miembros de la masa más que a una verdadera demanda cultural por consumir lo atractivo de una obra de arte, cualquiera sea su manifestación.

    La sociedad animalada no ha tenido mejor idea que la de repudiar las manifestaciones artísticas que ya no sabe descifrar ni interpretar, aquellas con las que ya no disfruta: porque los tiempos no le dan, porque sus intereses van por la vereda de enfrente, porque sus capacidades instintivas han quedado lejos de los circuitos masivos de comprensión y de demanda social.

    Pero, los productores del arte tienen su responsabilidad al haber erradicado todo tipo de representación de la vida de sus productos.

    Las técnicas audiovisuales (como la fotografía, el cine, la televisión) junto con las electrónicas (internet, correo electrónico) le dieron el último golpe de efecto a esta animalización de los ciudadanos y mediatizaron la legendaria función representativa, figurativa y referencial de la pintura, de las esculturas, etc.

    La mediatización se da también en el mismo inicio del proceso por el cual los medios masivos de difusión de imágenes (cine, televisión, internet) se adueñas de los canteros de sociedad abandonado por el arte plástico y que la sociedad ha ido demandando como medio de entretenimiento de la ‘cultura del ocio’.

    En este contexto, la mirada contemplativa ha ido desapareciendo por el concepto de sustitución de visión o visionado de fugaces percepciones visuales en la sociedad de consumo que se caracteriza por se una alternativa de contemplación más aséptica, atropellada e irreflexiva de las imágenes.

    Con esta nueva técnica perceptiva, los animales mediáticos, nos limitamos a echar vistazos superficiales a la mayoría de las imágenes. Tomarnos más tiempo, nos quitaría la posibilidad de consumir –más bien pseudo rumiar- otras imágenes.

    NUESTROS instintos se tienen como motivación en el aturdimiento provocado por el consumo masivo de estímulos visuales que impide una correcta decisión al determinar a qué tipo de imágenes deberíamos prestar más atención, que obliga a una compulsiva de visita a los museos; que nos propone –con fuerza de ley– hacer barridos visuales de reconocimientos, echar ojeadas exploratorias… sin contemplar.

    Los tradicionales espacios artísticos de culto están siendo sustituidos, por otros nuevos espacios telemáticos. La recepción de la obra de arte ya no se produce de manera directa, sino a través de la mediación técnica que imponen los nuevos canales audiovisuales de información.

    Bien lo dice D’Ors Fuhrer: «Las artes plásticas (…) tocan o acarician ‘la sensibilidad del hombre en el aspecto intelectual y espiritual, mientras que las artes visuales ‘golpean los sentidos en el aspecto sentimental y psicológico».

    El espectador contemporáneo está abocado de prescindir cada vez más de la experiencia directa de la observación de la obra. Esto se contrapone con lo que describiera Proust al proponer que cuando el espectador contempla una obra concreta que ha sido admirada por otros largo tiempo atrás, sólo es capaz de verla a través de otras miradas y su propia mirada acaba integrándose con las otras.

    De este modo, se ha producido una paulatina vulgarización de las experiencias artísticas que por contaminación ha desembocado en una actitud artistizante hacia cualquier tipo de experiencia cotidiana.

    Las nuevas tecnologías son las que redefinen el estatus social del arte dentro del abanico mediático entre la excelencia del museo y la banalidad para en el éxtasis de su reproducción y su despliegue masivo. ¿Quién de los lectores de esto –al menos por curiosidad o por lo que sea- no visitó las páginas web de los museos más importantes de Europa?

    Conceptos inéditos como el Net.Art "denominación que recibe el arte en la red" han hecho que los nuevos foros culturales trasciendan el museo y la academia para acabar instalándose en el entorno cotidiano.

     

    Justifique con relación a las diferentes formas de producción y consumo estético

    La nueva manera de exponer a los otros los productos culturales es a causa de una falta de competitividad respecto a las estrategias y la omnipresencia de los mass media. A las corrientes artísticas les convino unirse al enemigo y utilizar las mismas armas de combate que despliegan el cine, el video, la televisión o las computadoras.

    Las nuevas estrategias artísticas se han preocupado por cómo conseguir impresionar a su audiencia con contundentes mensajes que golpeen una y otra vez al espectador.

    En este paisaje de girasoles y relojes derritiéndose, impera la barbarie de los mensajes en la utilización y sobre utilización de las técnicas de registro con las que cae el imperio de la belleza, el reinado de la calidad estética de una imagen y toman (luego de las infames décadas -hechas noches- de decadencia) el morbo, la ocurrencia o el golpe de efecto.

    Ahora, el artista se centra en cómo lo dice y no tanto en lo que dice. El tema de la obra acabará convirtiéndose en una mera excusa para que el arte pueda centrarse en su discurso sintáctico disminuyendo el valor semántico

    La aparición de la fotografía terminó con el concepto de mimesis en el arte y con el de la representación misma de la realidad que se habían apoderado hasta el momento ese las artes plásticas. ¿Quién no conoció la mano de Dios al ver la obra de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina?

    Los medios de difusión invitan a consumir productos culturales en nuevos formatos que nos alejan de la tradicional de la experiencia directa donde las imágenes artísticas.

    Muchas de las galerías de arte poco tienen que envidiarle a la época del 1 a 1 en que miles de argentinos día a día cruzaban las fronteras a comprar los mismo productos que aquí pero a menos de la mitad del precio.

    En ellas, como en esos puesto de frontera, se disponen los stands como auténticas barracas para atraer la atención del público donde lo prioritario es el marketing publicitario en menoscabo de las obras.

    La absorción que sufre el arte actual por parte de las estéticas publicitarias hace que la misma obra se convierta en cartel publicitario de sí mismo y, el artista, fiel a sus juramentos de servicio magnánimo a las técnicas de mercado, para satisfacer la demanda de consumo de sus obras hace que éstas se resientan de contenido crítico y reflexivo.

    Por todo ello muchos artistas utilizan estos canales de difusión para hacer llegar sus obras al gran público haciendo que el valor mediático supera al valor artístico de una obra. Así, cuanto más sobrecogedor y directo sea el producto artístico que se muestra más puntos suben las acciones de una obra. Un valor que ahora tiende a confundirse casi siempre con el mediático y en no pocas ocasiones con el nivel de calidad de la obra.

    La utilización de un canal específico para divulgar una obra concreta conlleva una modificación sustancial de su discurso expresivo y del modo en que aborda su ejecución técnica.

    Lo único que aparentemente ha cambiado de forma sustancial en la última década es la forma de acceso a la contemplación de las obras más que la naturaleza misma de las imágenes. Aunque la imagen pueda perder cierto atractivo y cierto grado de información y detalle derivado de la perdida de calidad de la copia registrada lo cierto es que la obra en esencia permanece intacta.

    Pero esto no es lo único que ha variado en las nuevas estrategias culturales de consumo de masas. A la hora de mostrar sus obras, los propios artistas también han demostrado drásticamente su manera de enfrentarse al público a raíz de la incorporación de las nuevas tecnologías a los tradicionales modos de creación, consecuentemente estas nuevas audiencias conllevan un cambio radical en la textura y en el entramado de los nuevos discursos artísticos. Lo único necesario será que el artista dote de "autenticidad a cuantas copias, manifestaciones o remakes quiera atomizar para su comercialización".

    Muchas propuestas plásticas en la actualidad han sido generadas para ser consumidas solamente por internet. Pero es que el hecho de que una obra plástica pueda viajar íntegramente sin pérdida alguna de información, supone que tengamos que considerarla obligatoriamente como original y que este contexto pueda reproducirse infinitamente en cada una de las ocasiones en que esa misma imagen se despliega.

    Un lugar privilegiado que ya no tiene especialidad ni temporabilidad concreta; compartido que desubica a la obra para atomizarla.

    La incorporación del Net.Art no solo nos permite consumir como espectadores pasivos las imágenes que se despliegan ante nuestra pantalla como lo hacíamos ante la contemplación de un cuadro colgado, sino que también desde la propia red somos asiduamente invitados a participar en la cadena de creación de ciertas obras de arte colectivas manipulando las propias imágenes que recibimos en la PC y lanzándolas de nuevo al espacio virtual

    Esta invasión de la artisticidad sobre los objetos de consumo y uso cotidianos ha desembocado en un acortamiento cada vez mayor de las distancias entre arte y vida.

    Ejemplifique una nueva forma de consumo

    La animalización de las producciones culturales y los procesos de producción de estos, no sólo se trata de los modos en que se la produce y se la divulga. También, se refiera a la manera en que marquetineramente se trata a la cultura. Ya no se habla de apreciar una obra de arte con ojos críticos, sino de consumir productos culturales asimilándola a cualquier otro producto factible de conseguir en las góndolas de un hipermercado.

    La sociedad se cansó de mirar el arte sin verla. Trata entonces de buscarse en ellas y ¡qué mejor manera de encontrase que la de convertirse uno mismo en artista…: al fotografiar el puerto que pintara Quinquela Martín, que sentirse astrólogo al ver las obras de Salvador Dalí o de sentirse un Molina Campos cuando logra bajar de internet el video de un matungo que hizo de las suyas en el Festival de Coma Y Folclore de Jesús María.

    ¿No sólo acaso sólo producciones en serie los trabajos que realizan en las peatonales o frente a los bancos aquellos que se dicen artistas por el sólo hecho de pintar con los dedos, una y otra vez, el mismo paisaje repleto de pino y lagos, de lunas y mares que se pierden en la perspectiva imperfecta de la cerámica que a muy buen precio lograron comprar?

    ¿No son colegas de esos los que, aerosoles en mano, en vez de escribir graffitis plenos de sentido semiótico, se ocupan de rellenarnos con pirámides o fragmentos de Viaje a las Estrellas… sin Spock?

    Y si todos estos, venidos de quien sabe donde, reúnen todos los requisitos ¿Qué lugar les queda a las estatuas vivientes que nos hacen sentirnos a escasos centímetros de algo que EN TEORÍA se asemeja a La Piedad o la Venus?

    Todos podemos volvernos artistas de la noche a la mañana con el mínimo suceso de apoderarnos (a cambio de algunos bonos) de un rollo de 35 milímetros o, en el peor de los casos, de 110 en mismo instante en el que convertimos en cultores de las técnicas audiovisuales que terminan asumiendo la legendaria función representativa, figurativa y referencial de la pintara.

    Participamos de muestras de arte en los centros de compras, en los hipermercados vemos cuadros expuestos o decimos que sólo vamos al Patio Olmos o al Nuevo Centro Shopping para ver las obras que allí se exponen en los patios… de algo.

    Como dice el auto, corremos de la cama al living para ver en People & Arts las obras desconocidas de un no tanto pintor. Corremos de un lugar a otro tratando de consumir la mayor cantidad de imágenes: muestras, vidrieras, esculturas, maniquíes. De aquí para allá para tragar sin siquiera rumiar lo que miramos sin ver.

    Otro ejemplo bien puede ser lo dicho por Malena Kravetz, promotora de la nueva galería de arte que tiene Córdoba desde el 14 de marzo y que se denomina Artempresa.: «los cordobeses tienen que saber que existen aquí excelentes artistas».

    La programación de las muestras Artempresa incluirá, además de los artistas locales, entre cuatro y seis muestras provenientes del exterior, que por ahora son las de Ken Hoffman, Michel Faget, Tomás Barceló, una colectiva de la galería Menace de México y otra del estudio Giovanille de Italia.

    Artempresa también lanzará próximamente un concurso para obras en dos y tres dimensiones, Los caballos de Raúl.

    Juan Canavesi Arte Contemporáneo (ex Cid) es otro ejemplo. Con dos Años de vida en su nueva etapa, este espacio de larga tradición en Córdoba apuesta a abrir el cerco de las bellas artes hacia otras disciplinas como el diseño, la fotografía y la arquitectura, manteniendo su perfil en torno a la gráfica.

    Los seminarios tratarán de vincular la fotografía al grabado, tendrán una fuerte impronta de escuela, y potenciarán el campo de la gráfica, donde el Cid sentó sus bases.

    Por otro lado, Víctor Marchiaro expone una colectiva y continua en una sala especial, la feria de papel (obras sin enmarcar a bajo precio).

    Marchiaro apunta también al exterior, sólo que más cerca, a países limítrofes, y está diseñando una página web para difundir su trastienda.

    Finalmente, como ejemplo de relevante importancia, la conferencia del alemán Helmut Friedel que disertó hace unos días en Córdoba sobre "Museos hoy: la búsqueda de una identidad", en el Museo Caraffa.

    La conferencia trató temas relacionados a la estrategia de posicionamiento de las instituciones culturales, especialmente los museos. «Hay un problema que se repite en la mayoría de loa armados de exposiciones –dice Friedel- la falta de una concepción determinante que permita a cada museo el desarrollo de un perfil propio».

     

    Integrantes:

    Ardiles, Sebastián 1998370120

    Ceballos Carolina 1998368230

    González Florencia 1999367955

    nestorfelipegarzon[arroba]hotmail.com